Cuando estuve en Nepal y dije que soy argentino, me respondían preguntando: ¿Maradona? Terminé respondiendo que es mi primo. Nepal es un país pobre y mi hija me dijo que le recordaba Bolivia, eso antes de Evo Morales.
Miles de mensajes entraron por todos los canales a mi computador, anunciando la tragedia que tiene el mundo al desaparecer el héroe. Había mensajes a favor y en contra, cada uno encontraba sus razones y todas creo son absolutamente aceptables, pues en cada uno Diego despertaba algo. Personalmente me despertaba lástima.
Y en cuanto si era el mejor del mundo, le dejo el micrófono a expertos. Para mí fútbol siempre fue un juego de equipo y no de individualidades.
Maradona tenía manifestaciones políticas y no sé hasta cuanto tenía conocimiento de las causas, sin duda era coherente y siempre se identificaba con los débiles. Lamentablemente la droga lo liquidó y eso impidió que aporte para superar o intentar superar la grieta argentina intentando que todos pongan el hombro. Aparentemente la admiración por él y el empuje que tenía en la cancha, eran condimentos básicos indispensables.
Si no me equivoco ya en el año 1991 estando en Nápoles se supo de su adicción. Los mensajes de condolencias de los políticos, como en otras oportunidades, me parecen fuera de lugar. Tomemos por ejemplo los provenientes de Israel. Al presidente Rubén Rivlin le creo, al fin y al cabo, fue presidente del club Betar Jerusalem. Al primer ministro Benjamín Netanyahu no le creo, como no le creo nada, pues todo aquel que se manifiesta a favor de los palestinos es calificado como antisemita, antisionista, negador del holocausto, etc. Y el famoso 10 tuvo el atrevimiento de manifestarse a favor de los palestinos.
Y… se podría continuar.
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