La Cuestión judía. Antonio Escudero Ríos conversa con Luis Madrigal Tascón Abogado del Ilustre Colegio de Madrid

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A Moise Rahmani,amigo y Director de LOS MUESTROS,in Memoriam.
A Shimon Peres,con admiración y siempre en el recuerdo agradecido.
Aunque andar sea un esfuerzo,no se recuerda como esfuerzo,sino sólo como alegría.
Los que aman la soledad tienen una especial apelación a la Providencia y han de confiar en el amor de Dios
hacia ellos aún más ciegamente que todos los demás.
Thomas Merton.Conjeturas de un espectador culpable

Con la aparición de la Iglesia,la oposición al pueblo de Dios
se desdobla,aunque sigue siendo una.Se manifiesta por un odio a Israel,
hacia el pueblo judío-antisemitismo-,y por un odio hacia la Iglesia.Ninguno
de los dos odios deja acompañar al otro.El uno se explica por el otro.Tanto en Israel
como en la Iglesia,los hombres y facciones enemigas disciernen o adivinan la Obra de Dios.
Claude Tresmontant .SAN PABLO

1 – ¿Le parece contradictorio que un pueblo tan definido como el judío se haya constituido sobre unos caminos hechos al andar?


Con el mayor respeto a cuantos piensen así, y en primer lugar a usted mismo, yo no entiendo que Israel se constituyese sobre caminos hechos al andar, sino que su propia alma como pueblo elegido por Dios le había trazado desde toda la eternidad esos caminos. Parece lo mismo -porque al final el hecho resultante es que nuestros hermanos mayores en la Fe, construyeron esos caminos al mismo tiempo que los andaban- pero no es igual. La verdadera sabiduría del caminante, no es la de andar el camino, aunque lo construya al andar, sino la de confiar en la promesa que Alguien le ha hecho, la de que, si recorre un determinado sendero, encontrará un final feliz, una vez recorrido. Por tanto, según me parece, no es nada contradictorio ese hecho. Es un hecho ferviente, fervoroso, más que esforzado y titánico, que también lo es, pero no me parece contradictorio.

2 – Teniendo en cuenta que no hay pueblo como el judío que se haya constituido sobre las Escrituras como ley y mandato divino, ¿serían los profetas los primeros constructores de la historia –tal como la entendemos– no solo empujada desde atrás, sino reclamada desde delante, desde el futuro?

Es muy difícil contestar a esa pregunta. Sobre todo por su matización en lo que se refiere al cómo puede entenderse la Historia. Como bien sabe usted, Sr. Escudero, que es filósofo puro de formación académica, la Historia se ha entendido de muy diversas formas y desde muy diferentes puntos de vista. Incluso entre los propios historiadores. Es bien sabido que no entienden -por ejemplo- del mismo modo la Historia, Leopold Ranke y Arnold Toybee, el cual, más que un historiador es un filósofo, como lo es usted mismo. Yo, muy humildemente por cierto, tan sólo soy un jurista pero podría decirle, en nombre de uno de los sumos sacerdotes del Derecho, que éste es un producto histórico, algo que se va haciendo como se va haciendo el lenguaje.

Sin embargo, pienso yo, también es un producto filosófico, en la medida en que toda norma jurídica, es en principio, además de moral o ética, una norma lógica y, por lo tanto, una norma filosófica. Mas, al margen de nuestras respectivas formaciones académicas y, sobre todo, de las de cuantos otros, con mayor autoridad a la nuestra, se hayan podido enfrentar a la misma pregunta, me parece atisbar, con la mayor honestidad, y con todo lo que puede dar de sí mi pobre entendimiento, que si la Historia (además de utilizar ahora la letra inicial, ortográfica y tipográficamente, con mayúscula, quiero subrayarla) más que en narrar “lo que pasó”, siguiendo el orden consecutivo de los acontecimientos, consiste en el descubrimiento -en lo posible- de lo que deviene, entonces me parece que es preciso observar que la Ley sobre la que se asienta Israel, hasta la aparición de Jesús de Nazaret, es una ley escrita en piedra.

Jesús, la escribe con fuego en el corazón de todos los hombres, y no solamente por Él mismo, sino a través de Saulo de Tarso, un judío, “hijo de judíos, de la Tribu de Benjamín”. En este último sentido, retrocediendo hacia su pregunta, que por cierto, con el mayor respeto, a mí me parece relativamente contradictoria en sí misma, y me lo parece precisamente en cuanto a la matización de referencia, creo que la respuesta ha de ser negativa. Creo que no, que los profetas de Israel, tanto los mayores como los menores, no son los primeros constructores de la Historia, sino acaso, en sentido inverso, los últimos, porque Cristo Jesús, el Mesías esperado por algunos de esos mismos profetas, es el vértice de la Historia, el punto en el que confluyen el fin de la Historia y el comienzo de la Meta-Historia. Naturalmente, no en el sentido cronológico, sino precisamente en el metafísico. Y desde luego, recordando a Ortega, esta última afirmación no es por mi parte una idea, sino una creencia que quisiera ser cada día más firme.

3 – Parece que el pueblo judío, más que la reivindicación de un espacio, ha estado buscando el tiempo, su tiempo, su historia, ¿es también ése su parecer?

En parte sí que lo es, para no incurrir yo ahora en contradicción alguna con lo que acabo de decir, en mi respuesta a la pregunta anterior. Israel -sin admitirlo expresamente, aunque tengo entendido que sí lo han admitido desde siempre algunos de sus doctores- buscaba y sigue buscando el verdadero sentido de la Historia, en su vertiente o dimensión metafísica ya apuntada. Pero tampoco sería exacto negar su derecho a los asentamientos territoriales que las propias Naciones Unidas (la ONU) determinaron en el año 1948 y en la medida que, según enseña el Derecho político y el Derecho internacional público, son tres los requisitos o notas esenciales para la existencia de un Estado. Además de Población y Gobierno, se requiere un Territorio.

Este es un requisito, no sólo material sino formalmente imprescindible. Israel, desde luego, es un pueblo, una nación y, como ha demostrado al mundo, ha poseído siempre, desde su fundación en la era moderna -de un signo o de otro- Gobiernos democráticos inteligentes, muy hábiles, prácticos y fuertes. Quiero recordar y rendir homenaje, por su mediación, a nuestro histórico compatriota sefardí el Sr. Simón Pérez, recientemente fallecido. Toda nación demanda o reclama un Estado, y los judíos no son ángeles del cielo, sino personas de carne y hueso, que han de poseer la tierra -la Tierra prometida, la que “mana leche y miel”- y en mi sincera opinión tienen todo el derecho a que su Estado continúe legalmente constituido como Estado, en el territorio en su día legítimamente ocupado, pagadas a buen precio las tierras a sus entonces propietarios, bajo el control y supervisión de la ONU y también en el ocupado posteriormente, de conformidad con las leyes internacionales, al sufrir aquella declaración de guerra y su consiguiente agresión en el mismo año 1948 y posteriormente en los años 1958, 1967 y 1973.

Yo sí me decanto a su favor, precisamente porque soy español y porque soy cristiano. Y lógicamente, opino también que tiene derecho a defenderse militarmente, con la decisión y eficacia que lo ha hecho siempre desde los tiempos de Moshé Dayán. No puedo entender cómo la llamada “izquierda española”, siempre tan tuerta del ojo derecho, se empeña en defender lo indefendible. Excepto cuando viajan a ambos lugares, y de ello poseo un testimonio personal de la mayor fiabilidad. Entonces descubren cuál es su mundo de verdad.

4 – ¿No cree que la historia, en el caso de los judíos, más que una historia basada en el progreso es una historia sagrada, es una historia ucrónica de la divinidad en los hombres, de la palabra de Dios hecha escritura, una y otra vez?

Lo creo firmemente. Comparto por completo ese mismo concepto, el que intrínsecamente entraña su pregunta. Eso es exacto y riguroso, con la salvedad, para mí esencial, de que la ucronía no sólamente puede ser entendida como la reconstrucción de la historia sobre datos hipotéticos, sino que esos datos, por revelación divina, se encuentran en la Palabra del Eterno, que es lo absoluto, y además en la Tradición, que para nosotros también es fuente de Revelación. Si Dios, ha hablado, nada podemos decir los humanos a lo que nos ha dicho. Tampoco me parece que, de haber hablado mucho más claro de lo que lo ha hecho, estaríamos más agradecidos a tal claridad, de ser esta objetiva y concluyentemente patente. Ya lo explicó nada menos que Kant, al decir que si Dios estuviese patente, el hombre no podría ser libre, sino esclavo. Esclavo de la evidencia de Dios, perceptible por los sentidos corporales. Y por ello -eso dijo aquella gran lumbrera- Dios está latente. Pero está. Y sobre todo es.

5 – ¿Cómo se combina según usted la depurada individualidad judía con el sentimiento de colectividad de este pueblo?

Quizá no he entendido bien la pregunta, pero en relación con ella, tal y como a mí me parece se produce toda individualidad, en cuanto consciencia de uno mismo, la del “yo” diferente al de los otros, creo que esa individualidad no es privativa de los judíos sino de todos los hombres en medio de la colectividad a la que pertenecen, o incluso de aquella en la que, en un momento dado, se hallan inmersos. Es la cuestión orteguiana de “el hombre y la gente”. El “yo” siempre adquiere o alcanza una dimensión individual, en primer término, aunque después adquiera un sentido propiamente posesivo, el de “ser de” algún sitio, raza, cultura, religión o nacionalidad. Cuando digo “yo soy español”, en primer lugar siempre me estoy refiriendo a una substancia individual de naturaleza racional. Pero también, a que “soy de” España y nunca que España es mía. Eso es la solidaridad y es posible que, en el caso de los judíos, dada su terrible historia, este último sentimiento de pertenencia a un pueblo haya cobrado especial relieve y ello haya llevado a cada judío a comportarse de un modo solidario con todos los demás de su misma alma y sangre.

6 – Hay una ambivalencia contradictoria entre las gentes respecto al judío. Por una parte es un pueblo respetado y temido, por otra parte hay una actitud de rechazo hacia él, que se manifiesta en expresiones populares y despectivas, por ejemplo «perro judío», «hacer una judiada», «ser un fariseo», etcétera. ¿Qué opina de ello?

Carezco de la información suficiente para poder saber qué es lo que han inspirado o hecho sentir a otros pueblos los judíos, fuera de España, aunque sí sé que su expulsión de Europa se produjo del modo más coetáneo en la mayor parte de los países europeos. Por cierto que España, en su momento, fue el último en hacerlo, según he podido leer. Por este motivo, tengo que restringir en buena medida mi opinión a la historia de España y dentro de ella, como es natural y lógico, a los sefardíes, porque verdaderamente lo ignoro casi todo, o todo, acerca de los asquenazíes y de lo que haya podido suceder fuera de España, incluso del genocidio nazi en Alemania, Polonia y otros países europeos. Tampoco quiero utilizar este argumento, por manido, aunque el hecho haya sido estremecedor, por monstruoso y cruel.

Y en este sentido, hechas estas aclaraciones, opino dos cosas, fundamentalmente: La primera, es que fue una injusticia aquella expulsión, consumada además por los Reyes Católicos, a quienes los judíos habían servido con la mayor lealtad y muy especialmente prestado una ayuda financiera sin la cual no hubiesen podido dar alcance a muchas de sus empresas políticas, incluidas las de carácter religioso. Este hecho, a su vez, el de que los judíos pudiesen prestar entonces tal tipo de ayuda, resulta también otra injusticia en sí mismo, si se tiene en cuenta que, de hecho, el oficio de banqueros fue el único que se permitió ejercer a los judíos, en la España de aquellos tiempos, de lo que a su vez resulta que se despertase la fama de usureros y avarientos que, desde entonces se les atribuyó y dio lugar a que, en España, cobrasen carta de naturaleza las expresiones populares, tan injuriosas como falsas e injustas, que usted señala en la pregunta.

En cuanto a la ambivalencia, sinceramente no creo que sea tanta, quiero decir que, en la práctica, y en el horizonte mental común de la mayoría de las gentes, los judíos ni son tan temidos ni tan admirados, aunque en cuanto a esto último deberían serlo. De ese pueblo han surgido figuras como Maimónides, Baruch Spinoza, Sigmund Freud, Gustav Malher, Niels Bohr o Albert Einstein, por citar tan sólo a muy pocos dentro de una posible inmensa lista, y sin necesidad de incluir en ella, como Hombre, a Jesús de Nazaret, que también era judío.
Lo segundo que deseo decir es que aquel triste hecho fue además un enorme error y un grave perjuicio para España, que se vio así privada de la notable substancia gris de nuestros compatriotas sefardíes y, con ello, sumida en posteriores situaciones, gloriosamente salvadas con valor por la nación española, pero a la larga tal vez causa remota de nuestra decadencia en el mundo.

7 – Existe una penetración de lo judío en lo sagrado –incluso en el pensamiento de sus prohombres más modernos y racionalistas– como temor de Dios, como acatamiento del mandato divino, como escritura sagrada. Es curiosa, ¿no cree? Esa mezcla entre racionalismo científico y acatamiento de la divinidad.

Si me permite, yo diría que es al revés, que es lo sagrado lo que penetra en lo judío. Y por otra parte, me parece que en lo que concierne a la mezcla de racionalismo científico y acatamiento de la divinidad, no se puede olvidar que en mentes tan propicias a la razón y a la ciencia, aunque no fuesen judíos -y vuelve a ser la lista meramente indicativa- como Blaise Pascal, Michael Faraday, Isaac Newton, René Descartes o Max Plankc, entre otros muchos, sin incluir tampoco quizá al más grande de todos ellos, el propio Albert Einstein, que sí era judío, se produjo esa mezcla de forma tan natural como admirable. Tratándose del pueblo de la primera alianza con el mismo Dios, no puede tener nada de curioso. Tampoco hay que extrañarse, aunque sí asombrarse, de que un tipo de etnia, racial y culturalmente, tan aguda como la judía, haya sido capaz de conjugar ambas percepciones de la realidad, tanto de la cósmica como de la divina.

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Acerca de Antonio Escudero Ríos

Nació en 1944 en Quintana de la Serena, Badajoz. Hizo las carreras de Filosofía y Publicidad en Madrid en donde reside desde 1960. Es editor literario e investigador de Judaica. Ha realizado ediciones facsimilares de la Guía de los Perplejos, el Cuzarí y de la obra de Isaac Cardoso. Dirigió las Jornadas Extremeñas de Estudios Judaicos en Hervás, en 1995, con Haim Beinart. Fue Director de las Actas del mencionado Congreso, publicadas en 1996. Colaborador en las revistas judías Raíces, Los Muestros, Maguem y Foro de la vida judía en el mundo, entre otras publicaciones. Creador, junto a otros entusiastas, de la Orden Nueva de Toledo, Fraternidad dedicada a la defensa plural de Israel y el Líbano cristiano, así como combatir el antisemitismo. Ha plantado miles de árboles, y construido, con Don Jaime Botella Pradillo, un jardín dedicado a los Justos de las Naciones en Las Navas del Marqués, en tierras de Castilla.

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