Cuando abro los ojos veo que el sol ha salido. Me paro contenta de haber amanecido y un torrente de noticias al amanecer. A veces son generales y otras son cercanas a mí, dentro de lo abrumada que me siento pienso: ¡Jamás pensé que esto pudiera pasar!
La modernidad ha producido cambios importantes en el entorno social del individuo y su familia, transformando la sociedad y sus instituciones. Sin embargo, cada quien tiene que hacer los ajustes requeridos a su propia manera. Es así como el individuo construye un nuevo mundo.
La gente piensa que todo depende de sus capacidades, que puede controlar el flujo de la vida y hacer planes que se van a cumplir, lo cual es una media verdad. La sabiduría de la vida nos enseña que las cosas suceden y no podemos controlar gran cosa de lo planeado. Lo que nunca imaginamos, sucede y nos muestra realidades bruscas y tenebrosas en un abrir y cerrar de ojos. Un instante puede cambiar la historia de una vida.
Cuando sucede un evento, lo primero que hacemos es juzgar, interpretar y así ponemos de manifiesto que nosotros sabemos, que no somos tan vulnerables. ¿Cómo pudo Lena dejar a su amigo sin apoyo? A lo mejor ella misma enfermó y no tuvo como avisar al amigo que la necesitaba urgentemente.
Vivimos en un mundo repleto de riesgos y peligros, crisis que van mucho más allá de las actividades y compromisos personales. No tenemos la seguridad que anhelamos. En algún momento y sin causa aparente, todo aquello que creemos estable puede desajustarse, desviarse, torcer su rumbo y producir cambios inesperados. Esa seguridad que perseguimos, se nos escapa como el agua a través de nuestros dedos.
¿Cómo pudo Rubén abandonar a su hija (4 años) en un parque público? La dejó con una amiga, del padre, fue a comprar un refresco, en ese momento un coche a toda velocidad lo atropella y se lo tienen que llevar al hospital. Lo que su hijita vive en el momento, es terrible y le deja una marca indeleble; cuando lo ve en el hospital está enojada por el “abandono”. Dentro de su confusión, no sabe que decir, se muestra contenta de verlo y solo al crecer podrá entender que suceden eventos inesperados, fortuitos o dramáticos que dejan huella. ¡Su padre también fue víctima del destino!
Los cambios que se producen no se ajustan a las expectativas humanas ni al control del hombre, la esperanza de que el medio social y natural se ajuste a un orden racional no es valida. Estas reflexiones nos describen algunas inseguridades que nos llevan a concluir que el riesgo existe en la vida. El conocimiento científico no puede ofrecernos más que una limitada ventana al universo y estamos sujetos a la incertidumbre, al azar y a distintos juegos del destino. Cuando elaboramos nuestros planes hay que tener presente la probabilidad de llevarlos a cabo.
¿Quién es esa madre desalmada que dejó a su niño de 5 años en la estación de ferrocarril? Fue a recoger un dinero que le debían, la asaltaron y murió por un mal golpe. Esta situación dramática marca la vida de ese pequeño y a lo mejor nunca conocerá la verdad de lo sucedido.
Puede ser que quien se haga cargo de él, le contará alguna historia y esta va a ocultar lo que el niño, Elías, vivió de pequeño con su madre. Por salud mental, la maquinaria del olvido empezará a hacer lo necesario aunque en algún momento y ante cierta situación esto guardado en lo profundo de su ser puede surgir. A Elías, lo sostiene la promesa de su madre de que regresará por él, una liga interna sostenida a pesar de todo. Esto es una manifestación de la eficacia simbólica y de las capacidades humanas que pueden surgir más allá del pensamiento racional.
Supongamos que este pequeño es adoptado por una familia que no conoce lo que le sucedió y en algún momento el se entera del porqué de su adopción. Los sucesos “olvidados” surgen impetuosamente ante la crisis. El olvido es una forma de huir, como quien escapa a través de las páginas de una novela para resguardarse de lo que ve. Es un velo piadoso que nubla un punto de la memoria. Ahora que Elías es más fuerte hilos del evento surgen en su mente.
Para vivir y sobrevivir somos racionalistas a ultranza, pero hay una voz que nos lleva a hacer caso de las intuiciones y de esa llavecita del recuerdo que puede surgir al menor descuido. El velo se rasga porque ha llegado el momento de que salga del escondite. Secretos guardados u olvidados.
Esos pequeños avisos que manda el inconsciente, procesa datos para prevenir peligros potenciales guardados y salen en el momento oportuno. Hay quien salva su vida haciendo estos cortes necesarios. Hay muchas maneras de conocimiento y no todas pasan por la razón. El conocimiento racional sólo puede ofrecer una limitada ventana al universo.
Pasado, presente y futuro se mezclan y corren a una velocidad y densidad abrumadora. Son parte de las generaciones anteriores y las venideras, forman el tejido generacional de la vida. A mayor complejidad mayor numero de soluciones y esto significa que en cualquier momento pueden surgir nuevas situaciones. La historia personal se ordena y desordena sin que el individuo lo consienta.
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