El último de los Diez Mandamientos es: “No codiciarás la casa y la mujer de tu compañero, ni su siervo o su sierva, su toro o su burro, y todo lo que sea de tu compañero”.
El Rabino Yaakob Galinsky pregunta:
—¿Para qué nos detalla el versículo cosa por cosa que no debemos “codiciar”: la casa, la mujer, su siervo, etc., si al final está todo incluido en: “todo lo que sea de tu compañero”?
Y responde: ¡la Torá viene a abrirnos los ojos! Es decir, normalmente vemos todo lo “increíble” que tiene nuestro vecino en comparación con nosotros mismos, pero no vemos los problemas, las dificultades y lo negativo que él tiene, a diferencia de la situación personal de nosotros mismos.
Es decir, uno no quiere tener la vida, la familia y las cosas de su vecino, sino “solamente” quisiera aumentar tener una casa como la de su amigo… Sobre ello nos dice el versículo: “y todo lo que es de tu compañero”; esto es un paquete completo: si vas a ver lo bueno, tienes que ver también las dificultades…
Y algunos preguntan: “Si veo también lo negativo, ¿qué tiene de malo codiciar?”.
Sobre esto contesta el gran Rabino conocido como el Jafetz Jaím: la persona debe saber que Dios le dio a cada uno las herramientas necesarias para poder trabajar eso para lo cual fue enviado a este mundo; por tanto, no hay nada que mirar en el jardín ajeno.
Por otro lado, podemos utilizar esta envidia para cosas positivas; es decir, tratar de mejorar y superarnos como personas, tanto en el comportamiento hacia Dios como en la manera de dirigirnos a nuestros semejantes.
Saludos
Artículos Relacionados: