Palabras de Maciej Ziętara, Embajador de Polonia con motivo de Yom HaShoa

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Pensando en la Shoá, nos enfrentamos a un horror incomprensible. El holocausto socavó los fundamentos de nuestra civilización. Como sostenía Hannah Arendt, los perpetradores de los crímenes no eran, en su mayoría, fanáticos o monstruos, sino personas comunes y corrientes, padres de familia y amantes del arte. Su participación en el holocausto fue posible gracias a la deshumanización de las víctimas: judíos, romos, pero también discapacitados, enfermos, homosexuales, polacos, rusos. Todos los que el régimen nazi consideró inútiles en la construcción de la sociedad perfecta de los superhombres.  

 

Como polacos siempre repetimos que debemos ser los guardianes de la memoria de la Shoá. Los campos de exterminio fueron establecidos principalmente en el territorio polaco ocupado por los nazis. Sólo una pequeña parte de la gran comunidad judía de Polonia logró sobrevivir el horror de la Shoá. Pero no debemos olvidar que la vida judía en Polonia antes de la Shoá había tenido al menos 600 años. 600 años de claroscuros de la convivencia entre los judíos y los gentiles. 


 

Los judíos habían llegado a Polonia en la Edad Media. A lo largo de los siglos XV y XVI, recibieron ciertos privilegios que les permitieron fortalecer sus comunidades. 

 

La cultura judía se desarrolló en Polonia en sus múltiples facetas. En Cracovia en el siglo XVI vivió el gran rabino askenazi Moisés Isserles. Miles de judíos polacos eminentes contribuyeron de manera esencial a la ciencia, a la cultura y al mundo de los negocios. Podemos nombrar solamente al escritor Isaac Bashevis Singer, al matemático Alfred Tarski o al pianista Artur Rubinstein.

 

Hoy nos reunimos para recordar y comprometernos a contribuir para que el genocidio no se repita. Este compromiso se vuelve especialmente difícil en estos meses, dado que la agresión de Rusia a Ucrania ha despertado viejos demonios. La limpieza étnica es de nuevo una realidad trágica en el Este de Europa en pleno siglo XXI.

 

En este ejercicio de recordar nos ayudará la profesora Aleksandra Leliwa-Kopystyńska, Presidenta de la Asociación de los Niños del Holocausto de Polonia. Agradezco al Colegio Israelita la iniciativa de invitar a la profesora. Podremos aprender de la señora Aleksandra el difícil y traumático ejercicio de recordar para saber quiénes somos.

Maciej Ziętara

Embajador de Polonia 

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