Ser judío no es cosa fácil, sin embargo como parte del pueblo de Israel en diáspora, no puedo dejar de pensar en todo lo que siglo tras siglo, se ha debido superar por el hecho de ser parte de las Doce Tribus de Hashem; ya sea en conjunto o por separado, porque este estigma lo comparten muchos de mis hermanos judíos.
De esta forma, este sentimiento nos ha acompañado por más de cinco mil años, al remontarse a la explotación hacia nuestra propia vida, trabajo y recursos económicos, mismos que a lo largo del tiempo, han servido para que otros pueblos en diversas partes del mundo, nos usen como chivos expiatorios de un sin número de pecados, ante los cuales nos hacen responsables sin más.
Así la historia no nos deja mentir y menos, olvidar que no podemos contribuir a la ignorancia en relación con lo que es: ser un simple Ser Humano el cual, según la Torá, proviene del mismo soplo del Universo y volverá a ser parte de este en algún momento.
Es muy importante, pese a que muchos ya no tenemos a nuestros seres queridos cerca o también que nuestra comunidad sea tan pequeña como un diminuto grano de arena que estemos claros, frente al hecho de que seguimos siendo judíos más allá de las estrellas.
Por ello, este jueves 23 de enero Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, considero relevante que cada uno de nosotros, esté donde esté, levante su voz por todos aquellos que ya no la tienen, para decir seguimos aquí, presentes más allá del tiempo.
La historia de violencia y exterminio, no se puede volver a repetir, debido a que no podemos negarle la condición de Ser Humano a nadie, bajo ninguna premisa; porque todos lo queramos o no, somos parte de un entramado social que nos enlaza, como hilos de una misma tela que constituye a esta inmensa tierra.
Es fundamental que seamos una sola Nación siempre y no solo para esta fecha, ya que a pesar del dolor que sufren muchas familias de sobrevivientes del Holocausto, debemos recordar como pueblo de Israel que la vida humana es inviolable; debido a que somos los custodios de la misma en cualquier espacio y lugar, sin que medien intereses o colores políticos que nos separen.
Entonces elevemos más que plegarias, seamos consecuentes con nuestros actos cada día, logrando honrar tanto a las víctimas como a nuestra experiencia de vida; siendo la mejor versión de nosotros mismos y compitiendo con el hecho de no perder el rumbo, con la frente muy en alto pero también con los pies en la tierra, ya que en un momento dado, volveremos a ser parte de ella al final de nuestros pasos…
En memoria de mis queridos Maurice Bonnefil z”l, Casasia Bonnefil z”l, Karina Bonnefil z”l y Helga Bonnefil z”l: quienes perdieron la vida durante el Holocausto en el campo de concentración de Dachau y a mi abuelo Luis Hidalgo Bonnefil que junto a mis madre y abuela, me inculcaron siempre honrar su legado.
(Especial para el Diario Judío de México).
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