Sí, yo soy la niña junto a ti, en el parque Urquiza de Paraná, y hace… más de 50 años, ¿casi 60?
Buscando información sobre la Colonia Avigdor, en cuya celebración del 75° Aniversario estuve el año pasado, encontré tu blog y decidí saludarte.
La quinta etapa de la excursión ya deja de ser solamente turística, se convierte en la búsqueda de un resumen de vida, o de cerrar uno o varios círculos, o sencillamente intentar vivir cosas que se han vivido en otro momento y con otras edades. La foto representa mi primer viaje a Paraná y próximamente podré agregar la foto de mi último viaje, es decir, el próximo. A mi derecha (el niño del medio soy yo) la mayor es mi hermana Juana QEPD, la que me denomino “guri turista” al verme trepar al camión del padre de Graciela, a mi izquierda, cuando venían a recolectar las cosechas de trigo y lino de la Colonia Avigdor. Seguramente no es casual que mi primer viaje largo lo hice a Paraná y nos alojamos en la casa de ella. Tengo la sensación de recordar la casa y los primeros ruidos de ciudad que escuchaba de noche, tan distintos a los del campo.
Obviamente espero llegar al mismo monumento y repetir la foto en el mismo lugar y seguramente será en compañía de la misma niña y con suerte, acompañados de amigos que fui conociendo luego.
Un día para recorrer Paraná y compartir con amigos, en la casa de unos pasaremos la noche.
Sin duda desearé mucho volver al Restaurante Luisito de Paraná, el primer restaurante que recuerdo Chiapino se dispuso entonces a abrir por su cuenta el Luisito en una casa alquilada de calle 9 de Julio.
Recuerda que el nombre, inspirado en el suyo propio, claro, era una forma de competencia del restaurante Juan que por entonces estaba impuesto en Paraná de la mano de Juan Sosa.
-Abrí el jueves 31 de julio de 1957, con 20 centavos en el bolsillo, y un montón de ilusiones, resume. La dedicación a través de los años convertiría al Luisito en referencia obligada de Paraná.
-Pascualito Pérez, Carlos Monzón, Juan Carlos Zabala, Delfor Cabrera, Pedro Eugenio Aramburu, Arturo Illia, Alfonsín, Luis Di Palma, y hasta el propio Juan Manuel Fangio son algunos de los nombres que pasaron por las mesas del Luisito.
No me ofendo, no es el primer restaurante que no menciona que yo lo visité. Casi me atrevo a decir que seré el único de todos los comensales no residentes en Argentina que vuelve al mismo lugar después de 50 años.
Me pregunto si aún existe, no está recomendado entre los 13 que figuran en la lista.
De Paraná a Bovril fue y es la ruta normal, ahora a diferencia de antes, me detendré en Bovril donde tomamos una habitación en el hotel Sayonara y recién al otro día llegaré a Avigdor. Me resulta fácil comentar perspectivas turísticas de los lugares que visito o pienso visitar y muy difícil manifestar temas que si bien no son necesariamente personales, tocan más las perspectivas sentimentales o los recuerdos y en especial los recuerdos de la infancia.
Hablar de mi tía querida Golde, que reside ahora en Bovril en la vecindad de sus hijos, nietos y bisnietos me llevaría a desvariar varias páginas, desde que ella misma me cuidaba cuando tendría la edad del menor de sus bisnietos pues mi madre, su hermana, estuvo muy enferma en mi primera infancia, estimo hasta los cinco años de edad. Sin duda se merece que acomode mi vacación para llegar al día de su cumpleaños.
La escuela primaria terminé en Avigdor en el año 1961, éramos 10 de acuerdo a la lista que me hicieron llegar, pues yo precisamente recordaba quien era quien pues en la pequeña escuela rural íbamos dos grados en una misma aula. De los diez uno reside en Avigdor, otros cuatro por la zona de ellos, dos en Bovril (25 km de distancia), tres en Buenos Aires o gran Buenos Aires y dos residimos en Israel. Lo importante, todos estamos vivos. Veré a cuantos podré saludar en esta oportunidad.
Nada turístico lo que me llevo de Avigdor, salvo que allí se desarrolló mi afán de pasear. Seguramente ante este viaje, lo mejor que puedo señalar son las personas que me brindaron para bien y para mal diversas facetas de mi personalidad. Sin duda mi familia, padres y hermanos y señalaré los apellidos de tres personas, entre las muchas que se merecen estar, Pollack por sus manifestaciones de cariño hacia su mujer, sus hijos y a mí, Schusterman porque me abrió los ojos al mundo y algunas lecciones de como no hay que relacionarse con las mujeres y Taborda me enseñó lo que es ser gaucho y asumir responsabilidad.
Un lugar para visitar y ya tiene una radio para escuchar.
Mi hermana cumpliría hoy 72 años, falleció unos días antes de los 60.
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