Este pasado domingo 24 de febrero, se celebró el XIII Aniversario de la apertura del Museo de la Comunidad Judía de Costa Rica, sueño que se convirtió en una realidad, gracias al esfuerzo y tesón de la filósofa y escritora, Vilma Faingezicht, quien es una analista histórico-social de este país centroamericano.
Durante todos estos años, hemos visto a Doña Vilma, avocarse sin descanso a la ardua tarea de sacar adelante este hermoso proyecto, el cual era un sueño tan grande que fue imposible perderlo de vista, mientras se corría detrás de él, pero eso sí, para concretarlo como la realidad que constituye lo que es hoy en día, parte del acervo histórico social de esta multiétnica y pluricultural nación, donde la identidad hebrea, no se presenta ajena, al formar parte de uno de los pilares en que se sustenta, esta diversa idiosincrasia.
El Museo de la Comunidad judía de Costa Rica, tiene impreso el nombre de Doña Vilma, hasta en el más mínimo detalle, al igual que el de todos los judíos que habitan hoy esta República; así muchas familias judías en este país, se pueden sentir representadas y reconocidas al interior del mismo, ante la relación con su historia, tradiciones y fe milenaria.
Porque durante estos trece años, se recopiló información que sirvió, para instruir a la población costarricense, sobre la llegada de aquellos sobrevivientes de la Shoá, ese Holocausto que aconteció durante la Segunda Guerra Mundial, mismo que azotó a gran parte de la Humanidad, donde más de 6 millones de judíos perdieron la vida, aunque hoy sus descendientes, dan un nuevo respiro a la misma de lucha y perseverancia.
Así, pequeños grupos de personas, lograron escapar hacia diferentes partes del Mundo y entre ellas Costa Rica y ahí, asentarse y lograr vivir, libres del odio y las persecuciones que en un momento dado, relativizaron su condición como Seres Humanos, al señalarlos de nuevo por profesar una expresión religiosa diferente, pero no por ello, menos válida o auténtica, ante su relación con Di-s y el Universo.
De esta forma, cumplir hoy trece años, dedicados en todo momento al servicio de los demás, no es tarea fácil y menos, cuando la historia debe reconstruirse pieza por pieza, más allá de aquellos que ya no están con nosotros, pero que a pesar de ello, viven en nuestros corazones por siempre, inmersos en esos estadios que transcurren en un abrir y cerrar de ojos, donde la vida en un sueño que se vive solamente despierto.
Saber quién eres y de dónde vienes, es una consigna que nos debe acompañar a todos como hijos de Israel, ya que conocer nuestro pasado es la única forma de poder entender nuestro presente y así, construir un futuro mejor, más allá de los estigmas o barreras que pretendan imponernos y a su vez, separarnos como Pueblo de Di-s.
Por tanto, el aporte que brinda el Museo a la Comunidad Judía de Costa Rica, debe ser valorado como lo que es, un esfuerzo lleno de pasión y amor, mismo que implica el apoyo mutuo, como las ramas de un árbol, las cuales juntas se convierten en la sombra de tantas familias que llegaron a Costa Rica e hicieron de este país su hogar, con su aporte histórico-social y religioso en pro del Bien Común, la igualdad y la paz…
Mis más sinceras felicitaciones y respeto a Doña Vilma Faingezicht y a todo el equipo de colaboradores del Museo, por estos trece años de Gran Trabajo y Amor. Porque es ante el Prójimo y el trato que le damos, donde reflejamos en realidad quienes somos y a su vez, es en el servicio desinteresado, donde se vislumbra la misma obra del Creador…
Especial para el Diario Judío.com de México.
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