Jaim Bialik, poeta del hebreo moderno

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Najman Bialik, el poeta nacional del hebreo moderno, nació en Rady, una pequeña aldea de Wolhynia, en Rusia, el 9 de enero de 1873, en el seno de una familia observante. Su padre, Yitzhak Yosef, era un erudito y hombre de negocios que falleció en 1880, por lo que fue criado por su abuelo Yaakov Moshe en Zhitomir.

Su educación fue religiosa pero también exploró la literatura europea. En 1890, cuando tenía aproximadamente 15 años, ingresó en la prestigiosa yeshiva (academia talmúdica) de Volozin, Lituania.

En 1892, Bialik se trasladó a Odesa, centro de la cultura judía moderna de esos años, en donde se destacaban Mendele Mocher Sforim y Ahad Haam. Allí estudio lengua y literatura rusa y alemana. Vivía modestamente, daba clases particulares de hebreo y realizaba traducciones de autores alemanes y rusos a ese idioma. Además comenzaba su intensa producción poética, inspirada en la infancia, el amor platónico, la belleza de los paisajes y sus vivencias en la yeshiva. Entre estas se encuentran: “Al af Beth HaMidrash” (En el umbral del instituto), “El estudiante asceta” y “Basadeh” (En el campo), de 1894; y “Mikhtav katan li katva” (Ella me escribió una breve carta), de 1897.


En algunas de esas obras refleja su gran ambivalencia: admiración por la dedicación y la devoción de los estudiantes de la yeshiva a sus estudios y la estrechez de esa forma de vida frente a los cambios que se producían a su alrededor.

En 1992 publicó su primer poema, “El Hatzipor” (Para el Pájaro), que expresa un anhelo por Sión, en un folleto editado por Yehoshua Ravnitzky. De este modo ingresó en los círculos literarios judíos de Odessa. En varias de sus obras – tanto escritas en idish como en hebreo – adoptó un lenguaje sencillo, como en el poema en prosa “Megilat Haesh” (El rollo de fuego) o en “Abriendo la ventana”, de 1903.

Miembro activo del movimiento sionista, unido los Jovevei Sión (Amantes de Sión), su visión estuvo influenciada por Ajada Haam y varios de sus poemas son críticos a la resignación con que integrantes de su comunidad aceptaban la opresión en la que vivían a la vez que denuncian la marginación y las matanzas que sufrían. Esto él lo expresa en su novela corta “Arieh Baal Gouf” (Arieh el corpulento) o en sus poemas “Pequeña epístola de la Diáspora a un hermano de Sión”, de 894, “Al Hashekhita” (Matanza), de 1903, “Cantos de la ira” y “Beir Haharega” (La ciudad del exterminio), ambos de 1904 e inspirados en el pogrom de Kishinev.

Durante las primeras dos décadas del siglo XX, Bialik, simultáneamente a su creatividad literaria, expresada en la publicación de sus poemas en idish en los diarios y periódicos que se editaban en ese idioma en la Rusia Zarista, desarrolló una importante actividad de divulgación del idioma hebreo, fundando la editorial Devir, para la cual tradujo a Shakespeare y Cervantes, entre otros autores clásicos.

Bialik también publicó Sefer HaAggadah (Libro de los relatos) junto a Yehoshua Ravnitzky, el cual fue editado en tres volúmenes y es una antología de los relatos populares, las leyendas, fábulas y sentencias morales que se encuentran dispersos en los diversos órdenes que conforman el Talmud, ordenados por tema. Además publicó, entre otras, el relato autobiográfico Safiah (Renuevo) y una edición crítica de los poetas judeoespañoles.

Decepcionado por la orientación tomada por la Revolución Rusa y por mediación de Máximo Gorki, se le permitió abandonar la Unión Soviética en 1920 y fue a vivir a Berlín, donde se relacionó con prestigiosos intelectuales judíos, entre ellos Joseph Samuel Agnon, Simon Dubnow, Israel Isidor Elyashev, Uri Zvi Greenberg, Jakob Klatzkin, Moshe Kulbak, Jakob-Wolf Latzki-Bertoldi, Simon Rawidowicz, Salman Schneur, Nochum Shtif judíos, Shaul Tchernichovsky.

En 1924 Bialik se estableció en Tel Aviv, donde también trasladó la Editorial Dvir y desarrolló una gran actividad cultural. Además intervino en los asuntos públicos del Ishuv (comunidad judía en la Tierra de Israel) y a partir de 1927 lideró la asociación de Escritores Hebreos.

El escritor falleció el 4 de julio de 1934 (21 de tamuz de 5694) en Viena, luego de una intervención quirúrgica. Su cuerpo fue inmediatamente trasladado para su entierro a Tel Aviv.

EACh.

Poemas de Jaim Najman Bialik

Canción del trabajo y la labor

¿Quién nos salvará del hambre?
¿Quién nos alimentará con mucho pan?
¿Y quién nos dará un vaso de leche?
¿A quién agradeceremos?, ¿a quién bendeciremos?
¡Al trabajo y la labor!

¿Quién nos brindará abrigo cuando haga frío?
¿Y quién en la oscuridad nos ofrecerá luz?
¿Quién extraerá agua del pozo?
¿A quién agradeceremos?, ¿a quién bendeciremos?
¡Al trabajo y la labor!

¿Y quién plantó árboles en el jardín,
para frutos y para sombra, toda clase y especie?
¿Y quién en los campos sembró cereales?
¿A quién agradeceremos?, ¿a quién bendeciremos?
¡Al trabajo y la labor!

¿Quién nos preparó una pequeña morada,
una cerca para el jardín, una barda para el viñedo?
¿Y quién se esforzó y quién se preocupó en honrar el Shabat y las festividades?
¿A quién agradeceremos?, ¿a quién bendeciremos?
¡Al trabajo y la labor!

Por eso trabajaremos, por eso nos cansaremos,
siempre, durante los días laborables.
¡Pesado es el yugo, agradable es el yugo!
Y en los momentos de ocio entonaremos a viva voz
canciones de agradecimiento, canciones de bendición
al trabajo y la labor.

Traducción: Belkis Rogovsky

A la hora del crepúsculo *

A la hora del crepúsculo ven hacia la ventana
y reclínate sobre mí.
Rodea amorosamente mi cuello, pon tu cabeza sobre la mía,
y así, a mi vera, permanece.

Dulcemente abrazados, en silencio, hacia la maravillosa luz,
levantaremos nuestros ojos
y soltaremos libremente a la faz de los cielos luminosos
todas las ansias de nuestro corazón.

Se remontarán hacia lo alto, con presto volar, como palomas;
en la lejanía, como perdiéndose, se celarán;
y hacia las colinas de púrpura, las islas por la luz doradas,
con vuelo remansado bajarán.

Ellas son las islas remotas, los mundos superiores
que en nuestros sueños contemplamos,
los cuales nos convirtieron en peregrinos bajo todos los cielos
e hicieron de nuestra vida un infierno.

Ellas son las islas de oro por las cuales ansiamos
como por la tierra patria,
por la que todas las estrellas de la noche envían sus guiños,
con su rayo de luz parpadeante.

Por ellas hemos quedado como tallos en tierra árida,
sin amigos ni compañía;
como dos errantes, en perenne errabundez,
sobre la faz de una tierra extraña.

A un pájaro *

¡Bendito sea tu regreso, pájaro amable,
desde las tierras templadas hacia mi ventana!
¡Cuánto ansió mi alma por tus melodiosos trinos
cuando en el invierno abandonaste mi morada!

Canta, pájaro hermoso, cuéntame
maravillas de los países lejanos.
¿Acaso allí, en la tierra templada y hermosa,
abundan también las penas, las calamidades?

¿Acaso me traes buenas noticias de mis hermanos de Sión,
de mis hermanos tan alejados y a la vez tan próximos?
¡Ay, hermanos felices! ¿Acaso pueden sospechar
que yo, infeliz de mí, he de soportar tales quebrantos?

¿Acaso pueden barruntar el cúmulo de enemigos que aquí me rodean,
el número de adversarios que contra mí se levantan?
¡Cuéntame, pájaro mío, las maravillas de aquella tierra
en la cual la primavera mora perennemente!

¿Acaso me traes buenas noticias de lo mejor de aquella tierra,
de sus valles, de sus llanos y hoyadas, de sus cumbres?
¿Acaso el Señor ha perdonado, ha compadecido a Sión,
si es que aun ella yace abandonada entre sepulcros?

El valle de Sarón, los alcores del incienso,
¿aún siguen produciendo su mirra, aún florece allí su nardo?
¿Acaso despertó de su antiguo sueño entre los bosques
el viejo Líbano, soñoliento y amodorrado?

¿Aún desciende, como aljófar, el rocío sobre el monte Hermón;
aún desciende y cae pródigamente como lágrimas abundantes?
¿Cuál es la suerte actual del río Jordán y de sus luminosas aguas?
¿Qué noticias traes de sus montes y colinas ondulantes?

¿Acaso se apartó de sobre ellos la pesada nube
que extendía calígines y sombras de muerte?
¡Háblame, pájaro mío, acerca de la tierra que meció
la vida y la muerte de nuestros padres!

¿Acaso se mustiaron los vegetales que yo allí planté,
de análogo modo como yo mismo me he mustiado?
Quisiera recordar los días en los cuales yo florecía a la par de ellos,
pero al presente me encuentro envejecido, abandonáronme mis fuerzas.

¿Me contarías, pájaro mío, el secreto de todo hálito de planta
y lo que sus hojas te han musitado?
¿Acaso albriciaron misericordias, si es que esperaron en días nuevos?
¿Sus frutos estremeciéronse de emoción, como el Líbano?

¿Acaso mis hermanos, los que con lágrimas sembraron,
pudieron segar, con cantos, sus gavillas?
¡Quién me diera alas y volaría hacia la tierra
en la cual florece el almendro y la palma!

Y yo, ¿podré contarte, pájaro amable?
¿Qué palabras esperas oír de mi boca?
Ciertamente de esta orla de tierra fría cánticos no escucharás,
sólo elegías, sólo lamentos, sólo sollozos.

¿Te contaría yo, en cambio, las calamidades que se oyen,
que se saben en las tierras que nos rodean?
¡Ay!, ¿quién podría contar el número de tales adversidades,
de las persecuciones que se promueven y pasan?

¡Oh, pájaro mío, escápate hacia tu monte y tu desierto!
Feliz tú si abandonas el ámbito de mi tienda;
si habitaras conmigo, también tú, oh alado cantor,
llorarías, amargamente llorarías mi suerte.

Pero ni el llanto ni las lágrimas pueden ser mi bálsamo;
en ningún modo ellos podrán curar mis heridas.
Ya mis ojos, exhaustos de llorar, se han secado, llenóse el odre de las lágrimas;
hace tiempo que mi pobre corazón ha sido pisado como la hierba.

Consumiéronse ya las lágrimas, pasaron ya los plazos
y no adivino el término para mi dolor.
¡Bienvenido sea tu regreso, pájaro hermoso,
suaviza tu voz y en cánticos prorrumpe!

* Poemas extraídos de “Poesía Hebraica Postbíblica”. Millás Villacrosa (traductor y compilador). José Janés Editor, Barcelona, 1953.

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1 comentario en «Jaim Bialik, poeta del hebreo moderno»
  1. “Si existe la Justicia, ¡que se haga presente ya!
    Porque si lo hace
    cuando yo haya desaparecido de la tierra
    ¡Que su trono se haga pedazos y sea derribado!
    ¡Que los cielos envilecidos se desvanezcan!
    ¡Y a ustedes, asesinos, que los conquiste el crimen,
    y que permanezca en su ser, hasta que regurgiten la sangre derramada!
    Quien grite “¡Venganza! ¡Venganza!” ¡maldito sea!
    El diablo aún no ha ideado
    una venganza apropiada por la sangre derramada de un niño…
    ¡No, que esa sangre llegue hasta las profundidades del mundo,
    que siga sus mortificaciones en lo más hondo,
    y que desde allí busque su camino en la oscuridad, y destruya
    los nefastos cimientos de la tierra!
    Jaím Majman Bialik, poeta hebreo.

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