Hace como un año fui al cine a ver la película Comer, amar y rezar. Me llamó mucho la atención una parte de la historia que cuenta un viaje que realiza una psicóloga a Cambodia, donde las condiciones de vida son muy desfavorables y nos imaginaríamos que los problemas de las personas que habitan ese lugar son bastante ajenos a los de las personas que viven en condiciones mucho más cómodas y favorables; sin embargo, la psicóloga cuenta que durante su estancia allá se acercaban todo tipo de personas a contarle sus problemas familiares, amistosos y sobre todo de pareja; peleas, infidelidades, enojos, tristezas, angustias, entre otras.
Cuento lo anterior porque muchas veces no nos damos cuenta la importancia que tiene el manejo de las emociones y las relaciones interpersonales en nuestra cotidianidad. Aún existiendo adversidades o situaciones difíciles, al final del día las relaciones humanas son una parte esencial en nuestras vidas. Inclusive, lo podemos ver en la literatura, el arte, las películas, las pláticas familiares, los cafés con amigas, entre muchos otros espacios que nos rodean y conforman. Tenemos por ejemplo: la historia de Romeo y Julieta, las películas de Woody Allen, los análisis de Lacan sobre el amor, los escritos de Hannah Arendt, entre miles de cosas que nos muestran como a lo largo de la historia el ser humano se ha enfrentado a lo mismo que nosotros hoy en día; a la coexistencia y al manejo de las emociones.
Hace poco me entró una crisis existencial, la verdad es que no sabía el por qué de lo que sentía, de hecho, me daba culpa sentirlo porque no encontraba ninguna razón aparente. Aún así, sentía ese vacío/vicera que siempre aparecía y me arruinaba muchos momentos. Por ello, decidí entrar a terapia y tomar un curso de crecimiento personal. Durante las sesiones me dí cuenta de tantas ideas que jamás me había cuestionado como por ejemplo: el significado que yo le daba a las cosas, las connotaciones que le daba al amor, al fracaso, al miedo, a la libertad, a la tristeza, a la soledad, a la rutina, etc. Pensamientos que nunca me había preguntado o quizás sí, pero nunca obteniendo una respuesta clara ni lógica.
Nadie me enseñó que debemos de aprender a fluir, que lo que te choca te checa, que debemos cuestionar lo que sentimos y pensamos, que la felicidad también se encuentra en la rutina y en la monotonía, que el miedo es sólo a lo desconocido, que es importante aprender a dar gusto por el gusto de darlo o que nosotros nos causamos nuestras emociones. Por ello, siempre me tropezaba con la misma piedra.
En cuanto a la misma piedra, me refiero a tener siempre relaciones tormentosas, montaña rusa de emociones, ansiedad, corajes, etc. La verdad es que claro que se nos van a presentar situaciones complicadas, sin embargo; si estamos conectados e integrados con nuestro interior vamos a poder manejar mucho mejor esas situaciones y de manera menos desgastante.
Sabemos lo que son las emociones por nuestra experiencia que nos da el día a día, por la información que recibimos por parte de los medios de comunicación, por los arquetipos que se han ido transmitiendo de generación en generación, por nuestro imaginario colectivo, entre otros. Por todo lo anterior, nos vamos creando una idea sobre qué es la realidad, qué son las emociones y cómo debemos reaccionar ante el mundo. De esta forma, nos creamos paradigmas que ni siquiera cuestionamos y con base a nuestras ideas y postulados tomamos ciertas actitudes ante el mundo. Sin embargo, esas actitudes/acciones muchas veces están basadas en cosas ilógicas porque nos hace falta esa parte de introspección, cuestionamiento y entendimiento del yo.
Cuando me fue cayendo el veinte de todo lo que puedo cambiar y mejorar a partir de estos conocimientos, se me ocurrió que así como hay clases de matemáticas, física, química y otras cosas materias que nos enseñan en la escuela; nos deberían de enseñar sobre qué es el miedo, qué es el fracaso, qué es la fidelidad, qué efectos tiene hablar mal de alguien, qué daño nos hacemos al mentir, etc.
Considero que es de suma importancia que los talleres y cursos relacionados a las emociones sean parte de nuestro sistema educativo. Aunque en muchas escuelas y universidades esos talleres ya formen parte del plan de estudios, creo que deberían de ser igual de importantes que cualquier otra materia porque son materias que a la larga nos darán el privilegio de dedicarle nuestro tiempo y nuestros recursos a cosas más productivas que a los mismos análisis de siempre. Tenemos que aprender a cuestionar lo que sentimos, a reflexionar y a romper paradigmas que nos tienen estancados. Ello, nos facilitaría la vida para poder disfrutar más de los momentos y lograr ser más productivos en lo que nos gusta. Necesitamos hacer algo diferente para obtener diferentes resultados.
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