Con todo, hay un judío específico que fue primordial para que la revolución rusa triunfara, gracias a su retórica, carisma, talento organizativo y habilidad para reclutar. Iosef Nedavá escribió que sin León Trotsky (1879-1940) el régimen comunista habría tenido vigor sólo por unos meses: “En su largo deambular en su famoso tren durante dos años y medio, logró consolidar las fuerzas de su ejército… Lenin generó el comienzo de la revolución; Trotsky fue responsable de su posterior existencia”.
“El congreso de Basilea, es apenas una demostración de desintegración e impotencia. El señor Herzl podrá ligarse durante algún tiempo a una u otra ‘patria’. Decenas de agitadores y centenas de hombres simples podrán apoyar su aventura, pero el sionismo como movimiento ya fue condenado a perder todo derecho a la existencia en el futuro. Esto está claro como el sol del mediodía”. (Trotsky: La desintegración del sionismo y sus posibles herederos (Iskra, 1-1-04)
Con la supuesta liquidación del sionismo, a Trotsky le interesaba heredar a la izquierda sionista. Tenía como competidor para ello al partido socialista judío Bund, que también pronosticaba el fin del sionismo.
La decisión de ir a la escuela secundaria de Concordia (Colegio Nacional Alejandro Carbo, 1962-1964) no tenía nada que ver con mi sionismo, sencillamente Mauricio Schusterman, mayor que yo con cuatro años ya estaba estudiando allí y había lugar en la pensión. En una habitación pequeña éramos tres, dos muchachos de 17 y yo. Ambos muchachos eran miembros del Ken Leahavot del Ijud Habonim y naturalmente también yo me incorpore al mismo.
En esos tres años fue en realidad donde conforme mi identificación ideológica con el movimiento sionista, fue la época que escuche y leí sobre los grandes ideólogos, donde escuche detalles de Israel, de la renovación del pueblo de Israel, de convertir el desierto en un vergel etc. Es verdad que la cantidad de información que llegaba a nuestras manos era limitada (no existía el Internet) y que también era prolijamente elegida, con todo eso llegaban a mis manos textos de operaciones que no daban lugar a mucho orgullo y con los años, también me despertaron muchas críticas.
Con Mario Gottfried, un amigo un año mayor que yo, solíamos tener muchas conversaciones sobre todo el tema de la comunidad judía en la Argentina, de los diversos movimientos juveniles, de Israel y de las distintas corrientes en el sionismo. Él era brillante y tenía pasta de caudillo (de los que se aman y se odian), solo que la salud le fallo y falleció en Israel en el año 1986 teniendo 38 años de edad. Cuando digo conversaciones exagero un poco,
el desarrollaba sus cualidades retóricas y yo las de escuchar. Más de una vez los policías nos mandaban a dormir a las dos-tres de la mañana pues nuestras conversaciones las teníamos en la plaza central de Concordia, después que comíamos pizza en LION ¨D” OR
Teníamos 14-15 años de edad.
El famoso Yankees Go Home con el que saludaron a Nixon en Perú en 1958, el primer gobierno democrático en la Argentina pos peronista, también en 1958, ya fueron vividos por mi, a pesar de mi edad. Yo leía mucho y siempre me intereso la política. El primer golpe militar que recuerdo fue el del 62, que voltearon a Frondizi, el segundo el del 66, que voltearon a Illia. El triunfo de la revolución cubana y sus mensajes me llegaron profundos y ellos, junto a la formación sionista socialista conformaron mi identificación con el Kibutz. Gran pesar y temor tuve en la época de la crisis de los misiles y siempre me acompaña la imagen del dibujo que hice en la carta a mis padres (vivían en la Colonia Avigdor) sobre el polvo radio activo. Fue la segunda y última vez que temí que se termina el mundo. Una anterior fue aún más chico, en el campo, cuando se venía un oscuro frente nublado con fuertes vientos. Ambos, por suerte pasaron, todos los demás finales del mundo, están por venir.
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