Pensar en Morir

Por:
- - Visto 437 veces

Israel le dijo a Yosef: “Estoy muriendo. Dios estará con ustedes, y los hará volver a su tierra ancestral.”

Morir es una de las pocas certidumbres que tenemos en la vida. Desafortunadamente, eso no lo hace menos aterrador.

Hace 40 años, el famoso antropólogo cultural Ernest Becker aseguró que el miedo a nuestra propia mortalidad es la motivación principal para la mayor parte del comportamiento humano. Dado que el único antídoto a la muerte es la inmortalidad, los humanos adoptamos creencias  y nos dedicamos a una serie de actividades que nos ayudan a trascender la muerte, al menos en un nivel simbólico. Así, nuestra búsqueda por dejar una marca en el mundo, ya sea a través de nuestros logros personales o el de nuestros descendientes, es fundamentalmente un escape de nuestro terror más fundamental: el fin de nuestra propia existencia.


Años más tarde, Solomon, Greenberg y Pyszczynski buscaron corroborar las ideas de Becker, dando vida a una nueva corriente psicológica: la Teoría de la Gerencia del Terror o TMT por sus siglas en inglés. Al igual que Becker, los fundadores de la TMT argumentan que al enfrentarnos directamente con la idea de nuestra muerte, los seres humanos nos protegemos detrás de un escudo de prácticas y creencias que nos alejan de nuestro inevitable fin.

Encontramos tranquilidad pensando que la muerte está aún muy lejos y aplacamos la ansiedad prometiéndonos mejorar nuestra alimentación y hacer más ejercicio.

Cuando el fantasma de la muerte es demasiado inminente para ser repudiado de esa manera (ante la noticia de una enfermedad terminal, por ejemplo), nos apegamos a instituciones y valores que simbolizan la trascendencia que el individuo mortal no puede lograr. Así, en una serie de ingeniosos experimentos lograron confirmar, por ejemplo, que un juez es más propenso a dictar una sentencia más severa luego de ser recordado de su propia mortalidad, siendo el estricto apego a la ley una manera de trascender la fragilidad personal.

Miguel de Unamuno aseguraba que el silogismo “Sócrates es un hombre, todos los hombres son mortales, por lo tanto Sócrates va a morir” adquiere una dimensión muy especial cuando el sujeto no es Sócrates sino uno mismo.

La idea de mortalidad transmite ansiedad y las propias palabras “voy a morir” generan malestar, como un mal presagio que si tan sólo pudiéramos ignorar terminaría por dejarnos en paz y marcharse a otro lado.

La noche en que escribo este artículo he podido comprobar la verdad de lo que he dicho. Como regla no escrita, (casi) nunca hablo o escribo sobre algo que no conozca con cierta profundidad. Normalmente comienzo con una docena de artículos de publicaciones especializadas que devoro ávidamente. Pero esta noche las palabras lastiman. Leí con lágrimas en los ojos sobre un padre, programador de profesión, que ha creado un videojuego para explicar la enfermedad terminal de su hijo de cinco años. Revisé mi email tres veces antes de terminar el relato de un esposo que tiene que decidir sobre cómo serán los arreglos funerarios de su esposa convaleciente. Y luché arduamente por seguir adelante en un tema que, como Becker y la TMT teorizaban, hace aflorar algunos de mis más profundos temores. El silogismo de Unamuno con la fuerza de un huracán.

No obstante, la consciencia sobre la inexorabilidad de la muerte tiene ventajas innegables. En su libro Out of Darkness (2011), Steve Taylor documenta el efecto transformador que la cercanía con la muerte ha tenido en docenas de casos de enfermedad y accidentes. En general, sugiere Taylor, las personas que han estado en contacto cercano con la muerte tienden a desarrollar un sentimiento de gratitud y apreciación antes inexistentes. Reportan haberse liberado de ansiedades y preocupaciones relacionadas con la aceptación social y el desarrollo profesional para enfocarse en asuntos que consideran más trascendentales, como pasar tiempo con sus seres queridos y dejar una huella positiva en este mundo.

La idea no es nueva. Hace 2300 años los estoicos reconocían que la plena conciencia de la mortalidad nos puede llevar a vivir vidas más felices. Epicteto (55-135 E.C.), por ejemplo, inspiraba a los padres a hablar abiertamente de la muerte con sus hijos pequeños, besándoles y sugiriéndoles que probablemente morirían el día de mañana.

Si bien la recomendación de Epicteto puede ser demasiado incluso para los estóicos del siglo XXI, la posibilidad de hablar más abiertamente de la muerte está al alcance de todos con un poco de esfuerzo. El judaísmo no considera que sea un tema tabú. Por el contrario, el tema de la muerte forma parte de algunos de los momentos de mayor trascendencia en el ciclo de vida y calendario judíos. Algunas comunidades acostumbran que el novio se vista con una ropa especial llamada Kitl el día de su boda para recordar las mortajas con que algún día será enterrado. En Yom Kippur dejamos de comer, tomar y hacer otras actividades en una recreación parcial de nuestra propia muerte. Recrear la muerte, dice el judaísmo, es una potente herramienta para vivir la vida más intensamente.

Recientemente, una serie de iniciativas que buscan revertir la negación de la mortalidad han prosperado. Death Salon es un proyecto que reúne a intelectuales y aficionado para abordar el tema de la muerte desde perspectivas que superen la visión “sanitaria” predominante en esta época. Reuniones denominadas Death Over Dinner*, donde el tema principal de la conversación es forzosamente la muerte, florecen simultáneamente en cientos de ciudades. En lugar de fiestas tradicionales, cada vez más personas simulan sus funerales y piden a seres queridos y amistades que dirijan unas palabras al ficticio difunto. Directores funerarios se convierten en exitosos youtubers en canales como Ask a Mortician.

¿Es probable que nos encontremos en la antesala de un cambio radical de forma de pensar la muerte? Es muy probable que sí. Lo que no estoy tan seguro es si estamos preparados para recolectar los frutos de dicho cambio. Solo la vida lo dirá.

* Si estas interesado en formar parte de un evento de Death Over Dinner, envía un email a [email protected]

Acerca de Jonathan Gilbert

R. Jonathan Gilbert es Terapeuta Familiar y de Pareja. Es fundador de Biná, Instituto dedicado a la investigación e integración de las enseñanzas judías en la práctica psicoterapéutica.

Deja tu Comentario

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, DiarioJudio.com se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de DiarioJudio.com, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.


El tamaño máximo de subida de archivos: 300 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Artículos Relacionados: