Yo soy judío e hijo de alemán y como tal no dejo de recordar el Holocausto y en cada oportunidad mencionarlo para que no olvidemos y hagamos lo posible para evitar nuevas tragedias de esa envergadura.
También soy argentino y no dejo de recordar, jamás, el golpe del 24 de marzo de 1976, aun no estando en la Argentina lo he sufrido pues lo han sufrido muchos, conocidos y desconocidos. Las cantidades de muertos y desaparecidos no son las del Holocausto pero el sistema fue el sistema mas parecido al sistema nazi.
Me sorprende que a esta hora del día, 14:40 en Israel a mi correo no llego ningún texto recordando este evento y me apena un poco, pues cuando olvida esas cosas, abre la puerta para que vuelvan.
Hace 5 años publique el siguiente texto y vuelvo a repetirlo. Al fin y al cabo la Biblia se relee miles de años la noche de los lápices, ¡parecía un golpe más!
Las noticias que llegaban antes del golpe, manifestaban claramente que la situación de la Argentina nuevamente cambiaría por un golpe militar.
Tres meses antes había fallado un intento de la aeronáutica, era obvio que los cambios propuestos por múltiples grupos armados no llevarían
a una solución pacífica. Los intereses económicos y las diferencias ideológicas estaban en polos opuestos.
Yo no residía en la Argentina, pero siempre me interesa lo que pasaba, mas aun teniendo amigos y familia que estaban ahí y fueron testigos, algunos participes activos, de mi parte la mayoría del lado castigado.
Pero la verdad es que rápidamente se convirtió el golpe en un proceso, del que muchos detalles no se recibían; la gente no hablaba, la gente no sabia, la gente temía, como tantas veces en tantos sucios casos de la toma del poder de los interesados, de los poderosos.
Aquí mismo, recibíamos migas de información de lo que pasaba, en parte por gente que lograba de la noche a la mañana cruzar la frontera y evadirse. Sentíamos también un profundo conflicto, entre la línea oficial, que de por si siempre es pro americana, a favor del gobierno militar,
por un lado y la ayuda que se brindaba a los que podían salvarse de algo muy próximo a un holocausto.
Me crié con golpes, la escuela primaria la comencé con libros que tenían todas las fotos de Perón y Evita cubiertos con tinta china y ya fui estudiante universitario con Ongania. Alcancé a vivir época de terror cuando antes de subir a mi departamento, daba la vuelta a la manzana para ver si no había algún falcón sospechoso. Época que ya otro tipos de libros, fueron escondidos en oscuros depósitos.
Es difícil escribir sobre este tema doloroso, que sin duda representa una de las sombras más negras en la historia Argentina y procesos paralelos en otros países, solo marca la saña de los que tienen la fuerza en sus manos.
A muchas películas no les he visto el final, por lo general porque son aburridas, La noche de los lápices no tuve las fuerzas de verla hasta el final
por su triste y verdadero contenido.
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