Premio David Ben Gurión
Miércoles 28 de Noviembre de 2012
Restaurante Adonis (Polanco)
Excelentísima Embajadora de Israel en México.-
Dra. Rodica Radian Gordon.
Querida compañera May Sambra.-
Presidenta en funciones de A.P.E.I.M.
Estimados colegas y coordinadores de la Asociación
para este evento, Señores.-
André Moussali y Manuel Taifeld.
Amigos y familiares…queridos todos,
que se han dado cita para este evento.
El primer pensamiento que cruzó por mi mente para dirigirme a todos y cada uno de ustedes, fue la de pronunciar un sentido y escueto:
Muchas Gracias…o un Todá Rabá.
Pero al final recordé aquello que bien dice: “Nobleza Obliga”, sobre todo por el gran esfuerzo de tratar de acompañarme en esta importante noche para un servidor, no importando la dura problemática que representa a esta hora, el tránsito de la ciudad.
Sería absurdo destinar mayor tiempo, para marcar los detalles que rodean a una larga carrera prácticamente pública, por lo que concretaré mi agradecimiento en tratar de transmitir buena parte de mis agolpados pensamientos y emociones surgidos en mí, por la recepción de este relevante “Premio”… que en lo personal, juzgo más apropiado el calificarlo de “Reconocimiento”; satisfacción que muy pocos escritores o periodistas han tenido, gracias a la libre voluntad e iniciativa colegiada, de una respetable asociación civil que nos agrupa, y la representación diplomática de un querido país como lo es Israel, por el que muchos de nosotros aquí presentes, hemos luchado y apoyado, por considerarla nuestra indiscutible patria espiritual.
Sin pretender que esta reunión se confunda o considere “una sesión espiritista”, deseo evocar la evolución de un espíritu…o si lo prefieren llamar: la evolución de una esencia, ánima, mente o psiquis, de un determinado Ente, que comprendió a lo largo de su existencia que gran parte de la felicidad, no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace.
Su aparición en este mundo, se dio a muy pocos días después de la terminación de la Segunda Guerra Mundial, en un ambiente porteño, sano y muy cálido, social y meteorológicamente hablando, donde el ser judío no contemplaba en lo absoluto, crítica o peligro alguno, para una población de un poco más de 20 familias judías, que se asentaron, progresaron económicamente y hasta procrearon descendencia.
Con el paso del tiempo la totalidad de la referida población, emigró a diversas ciudades que brindaban mayor bienestar, y sobre todo, mejor educación para sus hijos; ese ente en ciernes, con su inocente espíritu, también fue trasladado a tierras más altas y pobladas, donde efectivamente tuvo mayor bienestar y adecuada educación, al grado tal, que se percató, que tanto él como su familia, pertenecían a un grupo minoritario que poseían pensamientos, moralidad y actuaciones, que no correspondían a la de la gran mayoría de la población vecinal con quienes se relacionaban.
Años pasaron, en los que si bien no tuvo un rechazo o agresión seria por su origen, forma de vida o creencias, sí pudo observar el enorme desconocimiento que sus propios amigos, y algunos correligionarios, tenían hacia sus orígenes, y mucho menos se habían percatado de la milenaria y peculiar historia que los envolvía.
Lógicamente por su edad, ese espíritu observador al que me refiero, no pudo percatarse en su momento del nacimiento del Estado de Israel, cuya declaración fue leída precisamente por ese Visionario, Gran Hombre e Incansable Luchador, cuyo nombre lleva el galardón de esta noche; pero sí tuvo la oportunidad -al principio- con sus maestros, y -posteriormente- por la inquietud personal de ahondar en todo lo que fueran sus raíces, para alcanzar en lo posible, un mayor entendimiento de las causas y efectos de una historia con la que plenamente se identificaba, y que además -para bien o para mal- él pertenecía, repleta de pasajes despiadados e injustos, cuyas mayores causales se originaban en la ignorancia, incomprensión, envidia e intolerancia de los demás pueblos, hacia su etnia.
Cuando ese espíritu llegó a su adultez, tal como “Tevie el lechero” en la gran obra de Scholeim Aleijem; se preguntaba si en verdad, por ser el pueblo judío “el elegido” por el Creador, le sucedían tantas desgracias, y para colmo se tenía que reponer en razón inversa al daño físico o moral recibidos, apegándose y reafirmando cada vez más su creencia y sumisión inamovibles hacia un solo Dios incorpóreo y eterno, un Dios (al fin escritor), que cuando se le ocurre borrar, es que escribirá algo. También pensaba que esos terribles despertadores del destino de la marca “Elegidos”, bien pudieran venderse entre otros pueblos, dejando al judío descansar por algunos siglos. De cuando en cuando notaba que se cumplía lo que Don Miguel de Cervantes Saavedra aconsejaba a sus lectores: “De encomendarse a Dios pues muchas veces suele llover sus misericordias, en el tiempo que están más secas las esperanzas”.
Por el uso de su razón y libre albedrío, no se había nutrido lo suficiente de muchos principios filosóficos, políticos y menos de las prácticas religiosas, que últimamente son tan socorridas en casi todas las creencias o religiones -que aclaro todas son muy respetables-; dado a ello, ese espíritu, con la ayuda de muchos espíritus afines, se impuso la tarea, de dar a conocer -interior y exteriormente- por medio de la prensa escrita, la esencia de su historia, principios y valores tradicionales.
Cada quien a su manera encontraba los nutrientes espirituales y los diferentes estilos para que su intelecto, fuera mejor comprendido por sus lectores, luces que siempre se apegaron al respeto y a la verdad. Por su parte él, también aportó sus luces, destacando más como editor, que por años difundió tales verdades y conocimientos de muchos destacados espíritus nacionales y del extranjero de habla hispana; algunos se convirtieron en verdaderos ejemplos para los demás, por su gran estilo y variado bagaje cultural; otros explotaron su gracia y simpatía hacia el conocimiento del humor y todo tipo de artes y ciencias; otros resultaron espíritus chocarreros y criticones, pero en su mayoría destacaron en el pasado y siguen haciéndolo en el presente.
Afortunadamente puedo afirmar que los integrantes de esta numerosa familia, a pesar de que muchos físicamente ya se ausentaron, continúa en constante evolución, con su inapreciable cargamento cultural y tradicional judío, abriendo nuevos caminos por medio de sus ideas y formas de expresión, tratando de llevar mensajes de paz y comprensión entre todos los pueblos.
Considero que nuestra segunda generación de escritores judíos en México, hemos, y seguiremos cumpliendo con éxito, esta difícil e importante labor; y deseo de todo corazón, que muchas más generaciones de jóvenes preparados, continúen con la esencia del periodismo y letras judías, para bien de la comunidad judeo-mexicana y de todo el pueblo de Israel.
Muchas gracias.
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