Enrique Elias. En Memoria

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Tristes y melancólicos por la ausencia física de nuestro adorado Enrique, me causa una profunda emoción expresar con respeto y amor algunas palabras que nunca podrán reflejar la grandeza de este hombre que vivió para su familia y para servir al prójimo.

Enrique, el hombre… siempre dispuesto a enfrentar con ánimo y entereza el destino. Siempre positivo con una buena palabra, siempre con una sonrisa, y siempre de buen humor. Nunca, nunca una queja. En sus peores momentos cuando le preguntábamos, cómo estas Papi? Respondía: muy bien Chula, y tu?. Fuiste un guerrero, pues luchaste con ímpetu hasta tu último aliento.

Enrique, el marido… que emprendió hace 57 años un largo camino por la vida al lado de su amada y querida Diana, su compañera, a la que amó y quiso por encima de todo, disfrutando la felicidad y la calidez del hogar que juntos forjaron.

Enrique, el padre… que formó una bella familia a la que se entregó con infinito amor. Nos instruyó de los valores universales, teniendo su constante atención de nuestras necesidades y cumpliendo nuestros deseos. Con fervor formó de sus 3 hijos, hombre y mujeres de bien, de quiénes se sentía inmensamente orgulloso. Siempre rodeado del cariño de los suyos.

Enrique, el abuelo y bisabuelo… tuvo la dicha de conocer y convivir con su descendencia y en cada momento importante en la vida de cada uno de sus siete nietos y seis bisnietos; y, ellos a su vez, llenándolo de felicidad con sus besos y cariños. Gran ejemplo de humanidad y fortaleza para su esposa, hijos, nietos y bisnietos.

Enrique, el visionario… que siempre tuvo gran fe por su querido México y gran convicción por Eretz Israel perseverando siempre para mantener viva la llama del entusiasmo por el trabajo comunitario, al cual dedicó más de cincuenta años de su vida, habiendo representado a la comunidad judeo-mexicana dentro y fuera del entorno como Presidente y Presidente Honorario de B’nai B’rith de México y como Presidente del Comité Central Israelita de México y en tiempos álgidos al darse el primer control de cambios y la nacionalización bancaria en México.

Enrique, el amigo… siempre con mano fuerte y decisión firme a quien buscara su apoyo, con experiencia y sabiduría brindo aliento, y sobre todo lealtad sincera al amigo.

Enrique, has dejado huella indeleble a tu paso por el mundo. En estos momentos de gran tristeza y lagrimas, nos regocijamos el alma con el enorme legado que pudiste habernos dejado: memorias y recuerdos imborrables de ti. Agradecemos a D’os el habernos permitido tenerte tantos años felices con nosotros y poder despedirnos de ti. Quedamos en paz y tranquilos porque tu alma ya descansa en paz con D’os.

PADRE, FUISTE GRANDE ENTRE LOS GRANDES.

Julio 20, 2011

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