Gadafi y América Latina

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Las posiciones que los diferentes países de América Latina tomaron hacia el coronel Muammar Gadafi y la crisis de Libia presentan algunas conexiones interesantes que vale la pena explorar.

No es de extrañar que Cuba, Venezuela y Nicaragua apoyen al régimen de Gadafi a pesar de la grave crisis de legitimidad que el dictador norteafricano actualmente enfrenta. La razón de este apoyo es obvia: el coronel Gadafi es un dictador despiadado que ha controlado la sociedad Libia través de la coerción y el miedo. Además él ha mantenido su régimen sobre la base de una ideología anti-imperialista y socialista, mientras que ha buscado extender su revolución al resto de la región.

Influenciado por las ideas del panarabismo y el otrora líder egipcio, Gamal Abdel Nasser, Gadafi ha tratado de crear un gobierno revolucionario panafricano. Así ha apoyado la subversión en los países árabes y africanos, y por supuesto también en Israel. El terrorismo y el sabotaje han sido usados por Gadafi como instrumento de sedición. Así, la Libia de Gadafi entrenó terroristas en Libia, incluso a guerrillas provenientes de América Latina, incluyendo miembros del grupo Argentino “Montoneros” y de la organización Colombiana M-19. Libia ha mantenido estrechas relaciones con Carlos el Chacal, un terrorista venezolano que trabajó para el Frente Popular para la Liberación de Palestina (uno de los primeras organizaciones terroristas financiadas por Gadafi) y hoy se encuentra sirviendo cadena perpetua en Francia por el asesinato de dos policías franceses en 1975..


Curiosamente, Gadafi ha fracasado en cada proyecto que intentó llevar a cabo. No ha logrado generar legitimidad a través del socialismo, ni unir a la región bajo su liderazgo. Incluso fracasó militarmente contra Chad. Lo que Gadafi ha intentado hacer en su país y en su región es el equivalente de lo que Chávez y Castro han tratado de hacer. A pesar del fracaso de Gadafi y su crueldad (que continúa manifestándose día a día en la brutal represión de los rebeldes y los disidentes libios), Chávez, Castro y Ortega apoyan al dictador libio.

Hay una razón para ello. Estos tres líderes comparten con Gadafi el deseo de perpetuarse en el poder y llevar a cabo proyectos sociales, políticos y regionales. Mediante el apoyo al dictador Libio, estos líderes demuestran claramente su firme voluntad de permanecer en el poder y llevar a cabo sus proyectos, a pesar de que estos, dada la evidencia histórica, constituyen un fracaso anunciado. Ni Castro, ni Chávez ni Ortega tienen la intención de renunciar al poder. Al igual que Gadafi estos líderes están decididos a gobernar sin legitimidad y están dispuestos a reprimir a sus opositores, sin importarles las consecuencias.

Brasil, Chile, México, Uruguay y Perú

Por otro lado, Brasil, Chile, México y Perú condenaron enérgicamente el régimen de Gadafi. Perú fue el primero en América Latina a romper relaciones diplomáticas con Libia. La actitud de Chile no es sorprendente dada la posición adoptó desde su transición a la democracia en 1990.

Brasil constituye la sorpresa. No sólo ha condenado enérgicamente el dictador de Libia, sino que también ha utilizado su lugar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para apoyar las sanciones contra el país del norte de África. La política exterior del anterior presidente Luiz Inácio Lula da Silva (Lula) se caracterizó por un actitud apologista hacia brutales dictaduras. En el caso de Irán, Lula se refirió inicialmente a la represión y maltrato de ciudadanos Iraníes por parte de la Republica islámica como una injerencia la soberanía de Irán..

En cuanto a Libia, Lula expresamente desarrolló los lazos económicos con Gadafi. En julio de 2009 Lula visitó Libia y trajo con el 90 representantes de empresas brasileñas. En ese viaje Lula llamó a Gadafi un ‘hermano’ y ‘amigo’. Es más, compañías de construcción brasileñas constituyen hoy una gran parte de la construcción en Libia. Libia ha invertido cerca de 120 mil millones de dólares en proyectos de infraestructura en las que compañías brasileñas han cumplido un papel importante..

Sin embargo esta vez, la nueva presidente Dilma Rousseff, una ex prisionera de la dictadura brasileña de la década de 1960 y 70, rompió el patrón establecido por Lula y colocó a Brasil en una luz diferente. El presidente uruguayo, José Mujica, también un ex guerrillero encarcelado por el régimen militar y un firme partidario del liderazgo de Brasil en la región, condenó las acciones de Gadafi en contra de su propia población.

Argentina

Hasta ahora Argentina ha mantenido silencio con respecto a los acontecimientos en Libia. La presidente Cristina Kirchner visitó Libia en noviembre de 2008 en lo que se definió como un viaje de negocios. El gobierno de Kirchner ha llevado a cabo una agenda de derechos humanos reactivando los juicios contra los integrantes de la dictadura militar que tuvo lugar en Argentina entre 1976 y 1983. Sin embargo, el hecho de que Gadafi dirige un régimen asesino en los últimos 42 años no significa nada para la presidente.

Sin embargo, para Kirchner Gadafi es un progresista que construyó en su país los principios del socialismo. Además el libio ha sido un acérrimo enemigo del colonialismo occidental. En otras palabras, la mentalidad de Kirchner es similar a la de Lula: si el dictador esta del lado correcto del arco ideológico, la violación de los derechos humanos y la destrucción de la democracia son secundarios. El hecho de que Gadafi haya hecho desaparecer a personas a través de su servicio secreto, y que lo siga haciendo, significa poco y nada para Kirchner y sus colaboradores.
Argentina sigue manteniendo una estrecha relación con el presidente venezolano, Hugo Chávez además de una afinidad ideológica. Pese a que Kirchner no ha establecido un régimen despótico similar al de Venezuela, será difícil contar con la Argentina cuando se trate de acontecimientos como la actual crisis en Libia, genocidio, o algún otro evento que requiera tomar una posición moral.

Ecuador y Bolivia

El presidente Evo Morales de Bolivia es otro caso interesante. Gadafi comenzó a construir fuertes relaciones con Bolivia en 2008. Morales, un fiel seguidor de Hugo Chávez, visitó a Gadafi en Libia en 2008 y recibió, junto con el Presidente Ortega de Nicaragua, el premio de los derechos humanos. Sin embargo el presidente Morales hasta el momento ha guardado silencio sobre los acontecimientos que tienen lugar en Libia.

Lo mismo ocurre con el presidente Rafael Correa de Ecuador, otro aliado de Chávez.
La actitud de Morales de Bolivia y Correa de Ecuador ‘son difíciles de interpretar con certeza. En el pasado, Morales nacionalizó las empresas extranjeras horas después de reunirse con Hugo Chávez. Correa, con fuerte impulso de Chávez, ofreció refugio y estableció relaciones con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Últimamente, los gobiernos de Bolivia y Ecuador han confrontado disidencia e incluso rebeliones en contra de sus políticas. Ambos carecen de la capacidad que Chávez posee para ejercer control total sobre su país.

Algunas conclusiones

Las reacciones ante los acontecimientos en Libia nos pueden llevar a algunas conclusiones interesantes. ¿Puede el Brasil de Rouseff ser una fuerza positiva en contra la nefasta influencia de Cuba, Venezuela y Nicaragua en la región, y ser un socio de Occidente en el ámbito internacional? Brasil ciertamente podría ser un socio valioso ya que es hoy una de las mayores economías del mundo y un activo actor político internacional. Una de las pruebas para Brasil será su posición respecto a Irán. Lula se convirtió en un facilitador del programa nuclear iraní y un apologista de la dictadura islámica. Del mismo modo, la política exterior de Lula y el enfoque internacional ha tenido como objetivo la reducción de poder de EE.UU. Las alianzas de Brasil con países autoritarios como China e Irán forman parte de su apoyo al llamado “mundo multipolar” que, para Lula, era un eufemismo que en realidad implicaba simplemente la reducción de la influencia norteamericana en el mundo como un fin a perseguir..

La posición de Rousseff en la crisis de Libia nos ofrece algo de esperanza para un cambio positivo, pero el futuro aún está por verse.

Todavía estamos lejos de ver una mejoría en la situación en América Latina. El continente enfrenta hoy cada vez mas despotismo particularmente en los países del ALBA. El continente también confronta el anarquismo dada la fuerte presencia de los carteles de la droga y otros alarmantes actores no estatales que han conducido también a la pérdida de la autoridad estatal (Méjico y Guatemala).Del mismo modo se ha aumentado la presencia de peligrosas influencias extranjeras como la de Irán y grupos terroristas provenientes de oriente medio. Todos estos factores constituyen una amenaza para la seguridad regional. Por eso es crucial que líderes democráticos en la región, además de los Estados Unidos, asuman la responsabilidad necesaria para confrontar estos hechos. Integridad moral es condición fundamental de tal liderazgo. La posición hacia Gadafi es un buen medidor de tal condición.

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