Para los padres una de las tareas más difíciles es establecer límites a sus hijos y enseñarles la forma de afrontar las consecuencias de sus actos.
El utilizar su criterio para aplicar reprimendas es un gran dilema para quienes son padres. Primero por el término que utilizan: “¡Estás castigado!” Los castigadores suelen ser los malos del cuento, los villanos que quieren hacer sufrir al protagonista y seguramente eso es lo que menos quieren provocar a sus hijos. En sí, lo que se busca es que los hijos entiendan las consecuencias de sus actos, de algo que ellos mismos decidieron hacer.
En base a esa delgada línea, hay una serie de recomendaciones que los padres podrían tomar en cuenta:
1.- Convertir el diálogo en su mejor aliado
Especialmente si su hijo es pre-adolescente. Comunicarse con sus hijos será la mejor forma de enseñarles los pros y los contras de cualquier acción. Tomando en cuenta que la falta de tiempo y/o paciencia de los padres les puede llevar a recurrir a amenazas, castigos o reprimendas.
2.- Cambiar la palabra castigo por consecuencia
A final de cuentas eso es, el resultado de un acto indebido de su parte.
3.- Aclarar las consecuencias con tiempo
Dado que en muchas ocasiones. Las consecuencias, se aplican en forma sorpresiva causando frustración y tristeza por no conocer previamente cuáles son los límites. Es fundamental que sean claros, precisos y concisos en aplicar esas consecuencias de sus actos, explicar claramente qué sucederá en caso de hacer tal cosa.
4.- Cumplir las amenazas
El amor los puede cegar y esto provoca que los hijos les tomen la medida. Si se les dice que le van a quitar el celular una semana por reprobar y llegan con un cinco en matemáticas, cúmplanlo, no lo regresen antes de tiempo. Procuren que las consecuencias puedan llevarse a cabo.
5.- No caer ante la insistencia de sus hijos
Los niños pueden ser muy insistentes y si los padres ceden estarán perdidos. Es importante respetar sus propias decisiones que se suponen es por el bien de quienes tanto quieren.
6.- Eviten exagerar en los límites que ya existen
Tanto las consecuencias como los premios deberán de ser analizados profundamente antes de expresarlos. Ya que de esta forma no sentirán esa sensación de culpabilidad que acompaña a muchos padres que desean fomentar una cultura basada en el amor y no en el miedo.
Es mejor el diálogo claro que el castigo sorpresivo.
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