Con una ceremonia en la residencia presidencial israelí, en Jerusalén, se inició la conmemoración del 17mo. aniversario del asesinato del ex primer pinistro Itzjak Rabín a manos del fundamentalista religioso Ygal Amir, bajo el lema «Una vela por Itzjak».
Encabezó el acto el presidente de Israel, Shimón Peres, quien reivindicó la tradición del sionismo moderado en el trato con los palestinos, representada por Rabin, diciendo que «la ausencia de Itzjak se nota más que nunca».
Peres declaró que el objetivo de Rabín de acordar con los palestinos «sigue siendo el único camino».
En Israel, el cargo presidencial tiene un fuerte valor simbólico pero poco peso político real. Sin embargo, las declaraciones de Peres insistiendo en que sólo según el rumbo de Rabín se podrá alcanzar «un fuerte Estado judío y democrático conviviendo pacíficamente con sus vecinos por las próximas generaciones», tienen fuerte incidencia en la discusión política interna.
El presidente israelí recordó también la noche del 4 de noviembre de 1995, cuando Rabín fue asesinado tras una movilización por la paz en Tel Aviv, el «vacío, la rabia y la impotencia» que provocaba esa pérdida.
El nieto de Rabín, Yonatan Ben Artzi, fue más duro aún, y acusó a los miembros de la Knéset de minar la democracia israelí por medio de un conjunto de piezas legales. «Hace diecisiete años, aquí prácticamente se asesinó la democracia israelí», afirmó.
Ben Artzi acusó a los legisladores israelíes de eliminar la separación de poderes, atropellar minorías, silenciar los medios y dejar tullida a la Corte Suprema.
Tres años antes de su asesinato, Rabín había planteado que ante el hecho de que en diez o quince años Irán podría tener una bomba atómica, Israel no tendría más remedio que retirarse de los territorios y hacer la paz con los árabes. Fue entonces que pasó a buscar un acuerdo con la OLP.
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