Jacobo Drachman sobrevivió a tres campos de concentración y ahora alerta contra “la bestia que se despertó”

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Jacobo Drachman nació en 1935 en la ciudad polaca de Lodz. Cuando Hitler invadió Polonia acababa de cumplir cuatro años. Él y sus padres pasaron por varios campos de concentración y lograron sobrevivir. Ahora participa en las jornadas de la Comunidad Judía de Madrid el Centro Sefarad-Israel con motivo del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto -27 de enero- para alertar, entre otras cosas, del extremismo.

Drachman ha explicado a RNE cómo de una familia de unos 120 miembros sólo sobrevivieron cuatro: él, sus padres y un tío. Recuerda cuándo fue la primera vez que se sintió “distinto”. “Bajé con mis amigos y vi una pelea de chicos de entre 16 y 17 años, intenté mediar pero uno me llamó “judío sarnoso’, me pateó en el vientre y se puso a reír. Nadie me ayudó, ahí empezó el martirio“, relata.

Un día llegaron los nazis a su casa, acompañados por algunos de sus vecinos. “Golpearon la puerta mientras cenábamos y nos gritaron: judíos, os damos tres minutos para salir con lo que tengan”.


Del ‘gueto’ a Auschwitz

Les llevaron a una casa dentro del ‘gueto’ judío, como lo llama Drachman. Tan sólo había una habitación, un baño y una cama. Sus ahorros habían sido anulados en el banco y mientras sus padres trabajaban todo el día, Drachman relata que sólo tenía un trozo de pan para comer en todo el día.

Un día enfermó y fue llevado al hospital, donde no había “ni una aspirina”. Tres días después llegaron los nazis y les expulsaron a todos. Unos bajaban por las escaleras y, los más enfermos, “por la ventana”.

Tras casi cuatro años de la invasión nazi, los últimos judíos de Lodz fueron enviados en agosto de 1944 en los conocidos vagones de ganado hasta Auschwitz-Birkenau, donde las mujeres (incluyendo su madre) fueron separadas de los varones.

“Un señor muy simpático” -que resultó ser, como él se dio cuenta después, el doctor Mengele, apodado “doctor muerte”- comenzó a nombrarlos y él fue puesto con los ancianos y enfermos camino de las cámaras de gas y el crematorio, mientras que su padre fue declarado apto para el trabajo.

Drachman explica que se dio cuenta rápidamente de lo que ocurría y antes de que las filas se separaran se retrasó de la suya y saltó a la de su padre, donde lo escondieron entre todos. “Entré en Auschwitz de contrabando”, explica.

Salvado por la picaresca

Allí solo estuvieron cuatro días, tras los que fueron enviados al campo de Stutthof, en el Báltico, donde estuvieron tres meses con unas condiciones muy duras por el frío, el hambre y las penurias.

En ese campo, mientras cambiaba pan por ropa con unos chavales judíos recién llegados lo metieron con todo el grupo en una cámara de gas pero se salvó gritando “Heil Hitler” y pidiendo en alemán que le sacaran, ya que se había convertido en una especie de mascota de los guardianes, según ha relatado también a Efe.

Drachman, ya con nueve años, fue saliendo adelante gracias a la picaresca robando pan de la cocina y cambiándolo por ropa u otras cosas. “Yo tenía pan, era un ladrón, y el pan era una moneda fuerte”, describe.

A finales de 1944 fueron trasladados a un campo de trabajo en Dresde para producir material militar. Para ellos, era el “paraíso”, porque había comida, baño y calefacción. “Nos cuidaban”. Y allí les llegó el gran bombardeo aéreo angloamericano del 14 y 15 de febrero de 1945, que causó unos 25.000 muertos, entre ellos muchos internos del campo.

Tras la “marcha de la muerte” en la que muchos de los judíos supervivientes de Dresde murieron de hambre y agotamiento, fueron liberados el 8 de mayo por tropas soviéticas. Tras varias vueltas por Europa, en 1946 pasaron a Uruguay, donde tenían un tío abuelo, y emigraron después a Israel.

Drachman ha vuelto a Lodz en alguna ocasión a visitar los lugares de su infancia, pero asegura que no siente “nada” por Polonia, un país donde allá donde se pisa “está regado con sangre judía” y en el que asegura que “viven cuatro mil judíos y millones de antisemitas”. Ahora, cuenta sus memorias en un libro titulado Lágrimas secas (2015).

“La bestia se ha despertado”

En una entrevista a Efe, Drachman ha avisado en Madrid del resurgir de los extremismos, el ultranacionalismo y el antisemitismo en Europa, como otro nuevo episodio de “la bestia que se despertó”.

Considera que hay en el hombre una parte destructiva que le empuja a la guerra, el asesinato o el exterminio. “La historia del hombre ha sido siempre igual, se repite”, explica desde la perspectiva de la edad y la experiencia, para lamentar la repetición cíclica de “guerras, holocaustos”, que incluye también la destrucción del medioambiente y del planeta. “Desde un principio algo ha fallado aquí”.

Ahora avisa también a España.”Cuiden a este país. Ábranle la puerta a la verdad. Tengan cuidado de que la maldad no entre por la ventana“, pide suavemente a pesar de su voz áspera de fumador empedernido. “Es un país divino”.

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