Kristallnacht. La historia contada en primera persona por un sobreviviente del horror y el pedido de “nunca más”

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Pedro Schmoller es sobreviviente del pogrom denominado “Kristallnacht” (La noche de los cristales rotos) y desde Buenos Aires, y con el aire cálido de la primavera, aún recuerda, a los 94 años, lo que fue el inicio de la página más triste de la historia de la humanidad.
“Es bueno saber que mis recuerdos no desaparecerán cuando no esté más presente en este mundo, y solo así, a través de la memoria mantendrán su vida por algún tiempo más”, advierte al referirse a la Kristallnacht que dio inicio a la Shoá, diez meses antes de la Segunda Guerra Mundial.

Pedro relata que él y su familia lograron salvarse de aquella trágica noche gracias a la secretaria de su padre que les ofreció refugio en su casa. “Nos escondimos en el pequeño departamento de la secretaria de mi padre, que era de fe protestante. Ella arriesgó su vida al darnos albergue ya que convivir con judíos era castigado con la pena de muerte”, cuenta.

“Nos quedamos allí unos días hasta que volvió una relativa calma”, continúa y agrega: “Permanecimos encerrados en un ambiente muy chico, y en constante tensión. Llegué a fumar hasta 60 cigarillos por día. Desde ese entonces no probé cigarrillo”, añadió a modo de quiebre con su pasado oscuro. “Solo un mes y medio después pudimos escapar con destino Argentina”, agregó.


La infancia en Berlín en un barrio de clase media alta, que hoy lleva el nombre de Charlottenburg aún se mantiene fresca en la memoria de Pedro. “Recuerdo que en la planta baja de la casa de departamentos donde vivíamos había una librería que pertenecía a una familia judía, la misma fue totalmente destruida por una horda organizada”, cuenta.

“En la Kristallnacht, solo en Berlín fueron incendiados una veintena de templos, y seguramente una centena en todo el pais, junto con unos centenares de rollos de la Torá. En el caso de nuestro templo, el Friedenstempel, había más de 10 rollos, cada una con sus hermosos adornos artesanales”, recuerda.

Frente al horror, Schmoller prefiere contar a AJN una historia gratificante, “se trata del arribo al templo NCI Emanu El de un rollo de la Torá, el mismo fue reconstruido y salvado en algún lugar de Europa”. “Resulta que en uno de mis viajes a Londres, por casualidad me enteré de que existía un Comité de Reconstrucción de Torot (plural de Torá), donde escribas profesionales se dedicaban a reescribir las partes dañadas, para que puedan ser nuevamente usadas y enviados a países del tercer mundo a nuevos templos que carecían de rollos, o donde había pocos”.

Schmoller confía que “para solventar los gastos del Comité, buscaron donantes por sumas-no tan pequeñas- que tenían el privilegio de elegir el lugar, donde las Torot podían ser nuevamente usadas”. “Fue así que “juntando los ahorros de mi padre, mi hermano y los míos, pudimos donar la suma necesaria, y así llegó, por vía diplomática, una Torá a la Embajada de Israel en Argentina, y de alli partió al templo de Emanu El”, añade. “En un solemne servicio religioso, llevado por mi padre, y franqueado por mi hermano y por mí, la Torá fue introducida a su nuevo destino y hoy sigue estando en el templo de la calle Arcos, en la Ciudad de Buenos Aires”, precisa.

En su relato, Schmoller no quiere dejar de mencionar a su padre quien, como muchos otros judíos alemanes, combatió durante la Primera Guerra Mundial en el ejército alemán y pese a haber sido condecorado con la Cruz de Hierro, años más tarde sería considerado un enemigo por el mismo país que le había reconocido su valor en el combate.

Respecto al negacionismo de la Shoá, Schmoller opina: “Sólo un malvado, lleno de odio y resentimiento puede ignorar o negar lo ocurrido. Existen un sinfín de pruebas, fotos, películas y testimonios de sobrevivientes que no dejan duda alguna”. Tras contar que en una visita a Berlín pudo ubicar la tumba de su bisabuelo en un cementerio, Schmoller expresa: “Los que niegan a la Shoá son unos necios mentirosos. Es gente llena de un odio enfermizo”. “Lo acontecido debe quedar grabado en la memoria de la humanidad, para que nunca vuelva a acontecer”, dijo con un fuerte acento alemán.

En la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, hace 75 años, hordas nazis llevaron a cabo, con la anuencia de las autoridades alemanas y austríacas y ante la total inacción policial, el pogrom denominado “Kristallnacht”. Sobre esos días, Schmoller reflexionó: “Este año se cumplirán 75 años. Cada año hay menos gente que lo haya vivenciado en forma consciente”.

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