Comunidades ultraortodoxas judías acusan al gobierno de discriminarlas y centrar en ellas las restricciones por el cononavirus en Israel, donde llevan dos días de protestas consecutivas por el cierre de varios de sus barrios.
El gobierno de Benjamín Netanyahu debatirá hoy el cierre de varios barrios de ultrarreligiosos en Jerusalén, impuestos hace más de una semana con la segunda oleada de la pandemia que sufre el país, que está siendo más fuerte que la primera y ha generado gran descontento entre la población con sus autoridades y la vuelta de varias de las restricciones públicas.
Cientos de ultraortodoxos protestaron el domingo por la noche en Jerusalén contra el cierre de algunos de sus barrios, que les impide salir y entrar de los mismos, y denunciaron discriminación policial y del Gobierno en la gestión de la pandemia. Dos fueron detenidos.
Según registraron las cámaras, los manifestantes tiraron al suelo barreras policiales, incendiaron contenedores de basura y lanzaron huevos contra la Policía, que cargó contra ellos.
Algunos tacharon de nazis y antisemitas a los agentes, y alegaron ser discriminados como los afroamericanos en EE.UU., informó hoy el diario Yediot Aharonot.
Los ultraortodoxos son un colectivo muy golpeado por la pandemia en Israel desde su inicio, y que en algunos casos ha mostrado reticencia para acatar las prevenciones e incluso instrucciones de obligado cumplimiento.
El malestar se extendió al Ejecutivo, con dos de los miembros de la coalición, los ultraortodoxos sefardí Shas y ashkenazí Judaísmo Unido de la Torá, criticaron las medidas que afectan a su comunidad.
En las últimas semanas se han difundido por las redes sociales vídeos que muestran a policías en actitudes intimidatorias contra religiosos por no llevar mascarilla, alimentando la controversia por el trato policial que reciben.
Según la radio pública Kan, el domingo se abrió una investigación por la supuesta agresión de un agente contra un ultraortodoxo que no llevaba la boca cubierta en las protestas del sábado.
Israel superó con un impacto leve la primera fase crítica del coronavirus, pero su rápida reapertura -que el Gobierno reconoció más tarde demasiado acelerada-, derivó en un segundo rebrote más fuerte hace unas tres semanas.
El país -con nueve millones de habitantes- ha registrado en los últimos días alrededor de un millar (mil) de nuevos casos diarios, lo que ha elevado la cifra de contagios a casi 39.000 y los fallecidos a 362.
La pandemia ha aumentado el desempleo (paro) de menos de un 4 en febrero a más de un 20 %, con 850.000 desempleados y un gran descontento y preocupación ciudadana por la situación económica.
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