Los movimientos religiosos Masortí (tradicionalista o conservador) y Reformista lanzaron campañas internacionales tendientes a evitar la aprobación de una reforma a la Ley del Retorno, que garantiza la ciudadanía israelí a todo inmigrante judío, la cual la limitaría a los nacidos de madre judía o convertidos por rabinos ortodoxos. Mario Grunebaum, presidente de la rama latinoamericana del Movimiento Masortí, reclamó que “todos deberíamos encontrar en Israel un lugar donde desenvolvernos en base a nuestros principios y tradición”.
Los movimientos religiosos Masortí (tradicionalista o conservador) y Reformista lanzaron campañas internacionales tendientes a evitar la aprobación de una reforma a la Ley del Retorno, que garantiza la ciudadanía israelí a todo inmigrante judío, la cual la limitaría a los nacidos de madre judía o convertidos por rabinos ortodoxos.
Se trata de un proyecto de ley impulsado por el diputado David Rotem, de Israel Beiteinu, el partido del canciller Avigdor Lieberman, mayormente apoyado por inmigrantes de la ex Unión Soviética, muchos de los cuales han padecido -o aún tienen- problemas para probar su judeidad o convertirse para ser beneficiarios de esa ley.
La propuesta ya fue aprobada por la Comisión de Legislación y Justicia de la Knesset (Parlamento israelí) y ahora deberá ser aprobada tres veces por el plenario del cuerpo para convertirse en ley.
Varios grupos religiosos de Israel y otros países critican fuertemente el proyecto, ya que alegan que discrimina a los conversos por el movimiento Masortí/Conservador y el judaísmo progresista y podría distanciar de Israel a los judíos no ortodoxos que viven en la Diáspora.
En este último sentido también se manifestó el presidente de la Agencia Judía para Israel, Natán Sharansky, en la audiencia del comité parlamentario, haciendo referencia a un eventual “daño irremediable”.
Emily Levy-Shochat e Yizhar Hess, presidenta y director ejecutivo de Masortí Israel, expresaron en una declaración que “el proyecto de ley discrimina, por primera vez en la historia legal de Israel, entre los nacidos de madre judía y quienes se convirtieron al judaísmo”.
Por su parte, la rabina Julie Schonfeld, vicepresidenta ejecutiva de la Asamblea Rabínica conservadora, se reunió y le envío una carta al Presidente de Israel, Shimón Peres, denunciando que la propuesta “es un golpe a uno de los bienes estratégicos de Israel: el vínculo con los judíos de la Diáspora” e instándolo a “usar su puesto, influencia y el tono moral que sólo usted posee para oponerse a esta grieta que se está creando”.
Recientemente, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anticipó que intentará llegar a un acuerdo para que ese proyecto de ley pierda estado parlamentario o, en su defecto, la bancada de Likud y otros miembros de la coalición voten en contra.
La Oficina del Primer Ministro ya ha recibido más de 50.000 mensajes de correo electrónico, procedentes de todo el mundo, que le piden a Netanyahu que actúe “de manera urgente”.
Éste es el camino que impulsa el movimiento Masortí, por medio de cartas tipo en las cuales le solicitan “su intervención inmediata para impedir la aprobación del proyecto de ley de conversión”, que es “ofensivo para los no ortodoxos, que reflejan el 85% del judaísmo mundial”.
“Si bien apoyamos los esfuerzos tendientes a fomentar la conversión de quienes viven en Israel y crear una mayor accesibilidad a los tribunales” respectivos, lo cierto -asegura el texto- es que “el impacto global de la propuesta Rotem retrasaría esos esfuerzos y exacerbaría una brecha creciente entre las comunidades de la Diáspora e Israel”.
Mario Grunebaum, presidente de la rama latinoamericana del Movimiento Masorti, reclamó que “todos deberíamos encontrar en Israel un lugar donde desenvolvernos en base a nuestros principios y tradición”.
El de las conversiones realizadas por rabinos no ortodoxos es un tema de muy larga data y, al parecer, de difícil solución.
Fuente: itongadol.com.ar
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