El deseo de pertenecer es una necesidad fundamental que tenemos los seres humanos.
Esta necesidad comienza tempranamente en el ámbito de la familia, para después extenderse a la escuela, trabajo, grupo de amigos, comunidad y diferentes asociaciones y redes culturales a las que pertenezcamos.
El pertenecer y ser aceptado es tan importante que impacta la forma en que desarrollamos nuestras relaciones con otras personas y la forma en que damos y recibimos afecto.
El psicólogo Abraham Maslow considera la necesidad de pertenecer tan importante, que la menciona como fundamental en su Pirámide de necesidades humanas, tanto que la pone en tercer lugar después de las necesidades fisiológicas (respirar, comer, dormir, etc.), y las necesidades de seguridad (moral, física, de empleo, recursos, etc.).
Entiendo todo esto y estoy completamente de acuerdo, uno debe sentir que pertenece para poder ser feliz, pero también se encuentra el otro lado de la moneda, y aquel quiere pertenecer en donde no pertenece.
Me explico: vivimos en un mundo materialista. Una sociedad que se guía por estereotipos. En donde la mayoría cree que “el pasto del vecino es más verde” y quiere ese pasto.
Al decir “pasto” me gustaría cambiar la palabra por “estilo de vida”. Y es que, con la llegada de las redes sociales, de bloggers y de influencers, te quiero decir algo y, créeme, te lo digo con pleno conocimiento: ¡No todo lo que brilla es oro! Veo que se postean unos estilos de vida de ensueño, inalcanzables, que, en realidad, ni siquiera aquellos que lo hacen, los tienen.
El lugar donde están es prestado o los invitaron, la ropa es prestada, es decir, NO es real.
Es el trabajo de los bloggers y los influencers reales (que por cierto hay muy pocos, pero ese es otro tema).
A los influencers reales les pagan por hacer eso, no les cuesta. Pero es muy triste ver como hay personas que aspiran a eso y literalmente venden su alma al diablo para conseguirlo.
Fuera de redes sociales también existe un lifestyle forzado que se ve y ese es el más triste de todos. En donde muy pocos son los que realmente pertenecen y el resto pasan su vida tratando de pertenecer, teniendo autos que no pueden pagar, vistiendo marcas que no pueden, es decir, viviendo una fantasía.
No está mal aspirar a tener mejor vida, tener ambiciones y trabajar para lograrlo.
Hay que hacer relaciones y trabajar por ello. Lo que está mal, es pretender ser alguien que no eres. Acuérdate que lo forzado se ve, se siente y se proyecta.
Nadie más es como tú, sé auténtico, crea tu propio estilo, llévate con quien te quieras llevar, con quien disfrutes de su compañía, viaja a donde tus posibilidades te lo permitan, come en donde te guste, vístete como tú prefieras, celebra como quieras, crea tu propio lifestyle, pero, sobre todo: pertenécete a ti mismo.
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