El 1 de noviembre de 2005 la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió designar el 27 de enero como el Día Internacional de Conmemoración en memoria de las víctimas del Holocausto, perpetrado por los nazis en contra de los judíos. La fecha fue elegida por haber sido el día en que las tropas soviéticas entraron al campo de concentración y extermino de Auschwitz para liberarlo. Cada año en esa fecha se realizan así, ceremonias en diversas partes del mundo para recordar ese nefasto acontecimiento que encarnó un genocidio inédito en la historia de la humanidad por su magnitud, sus mecanismos de operación y la ideología aberrante que lo sustentó. Incluso en México se realiza anualmente un acto de recordación en el recinto del Senado, y este año no fue la excepción.
Desde luego que tanto en Israel como en Alemania hubo ceremonias similares en las que las más altas figuras políticas de ambas naciones tomaron la palabra a fin de reiterar la necesidad de no olvidar lo que ocurrió, tomando nota de las muchas lecciones derivadas de tan criminal acontecimiento histórico. Reiteración más que pertinente en estos tiempos nuestros en los que la sombra de los racismos, el antisemitismo entre ellos, se despliega con ímpetu en numerosas regiones. El debilitamiento de las democracias, hoy patente como tendencia al alza, acompañado de populismos de diverso signo político, están siendo terreno fértil para el estallido y amplia difusión de ideologías y comportamientos discriminatorios, agresivos y excluyentes que muestran ya sus efectos y parecen escalar, a pesar de los esfuerzos por contenerlos.
En este contexto marcado por el pesimismo, resulta alentador que en el seno de la Asamblea General de la ONU se haya emitido y aceptado, justo en la fecha en que tuvo lugar la Conferencia de Wannsee (reunión donde el 20 de enero de 1942, 15 altos oficiales del régimen nazi planearon “la solución final” consistente en el exterminio total del pueblo judío), una resolución que rechaza y condena el negacionismo del Holocausto y urge a desarrollar programas educativos para prevenir actos de genocidio en las futuras generaciones. Se trató de un documento titulado “Negación del Holocausto” cuyo borrador fue propuesto conjuntamente por Israel y Alemania, y fue copatrocinado por otras cien naciones más. La resolución urge a los Estados miembro y a las compañías responsables de las redes sociales a tomar medidas para combatir el antisemitismo y la negación o distorsión del Holocausto en el ciberespacio.
Durante la sesión en la que se aprobó la resolución, el representante de Israel señaló que el Holocausto constituyó “el genocidio más meticulosamente documentado de la historia”, al tiempo que la representante de Alemania declaró que mediante la adopción del texto la Asamblea se manifiesta unida en enviar un fuerte mensaje contra la negación y la distorsión de hechos alrededor de uno de los peores crímenes contra la humanidad. Dijo también que su país es consciente de su obligación y responsabilidad especial de mantener viva la memoria del Holocausto, y que se opondrá denodadamente a los intentos de disminuir, distorsionar o negar los hechos históricos.
Resultó notable que en esta ocasión, dada la reciente apertura de relaciones entre cuatro países árabes e Israel, y el hecho que desde años atrás Egipto y Jordania habían roto el consenso árabe acerca del rechazo a la existencia de Israel vigente desde 1948, no hubo oposición del bloque árabe a la aprobación de la resolución. El representante de Egipto, hablando en nombre de los países miembros del mundo árabe, reiteró su aceptación del documento, enfatizando que “la memoria de ese agujero negro en la historia debe ser mantenida viva en la conciencia global para que nunca se repita…lo cual sólo puede asegurarse si la comunidad internacional realiza un sincero esfuerzo de luchar por la paz y reconocer los derechos de los otros, incluyendo el derecho a la autodeterminación de los pueblos y la coexistencia mutua”.
En contraste, el representante de Irán deslindó a su país de la resolución aunque no la bloqueó, cuestión hasta cierto punto esperada dada la profunda enemistad entre el país persa e Israel. De hecho, en los tiempos de la presidencia de Ahmadinejad en Irán, las autoridades del país organizaron un congreso destinado de manera específica a documentar y presuntamente comprobar lo que desde el discurso oficial calificaban como “la mentira del Holocausto”. Habiendo sido exponente destacado de la corriente negacionista de lo ocurrido con los judíos a manos del nazismo en aquellos tiempos, y siendo hasta ahora un enemigo acérrimo de Israel, la postura iraní no sorprendió.
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