México necesita ampliar sus horizontes en lo referente a las políticas públicas y echar mano de todos los recursos disponibles para diseñarlas. México necesita planeación cultural, y no me refiero a “planear para la cultura”, sino tomar en consideración los elementos culturales en todos los procesos del desarrollo. Implica la conformación de políticas integrales, estratégicas y holística intragubernamentales e interinstitucionales.
En el libro El Código Cultural, Clotaire Rapaille nos hace ver la importancia de los códigos ocultos en la cultura; esto es, la impresión que cierto producto, situación o incluso palabra tiene las emociones de las personas en agregado, es decir, de la en general. Por supuesto que estos códigos deben descubiertos, pero cuando lo hacemos, revelan información muy valiosa de una sociedad. Estoy convencido que en México no hemos sabido echar mano de la para el diseño de políticas públicas. Nos hemos concentrado tanto en los incentivos económicos que desperdiciamos una valiosa fuente de información: la cultura. Explotémosla y démonos de su potencial.
Por otro lado, México exige de arreglos institucionales que den viabilidad a una verdadera política cultural. Se necesita una legislación clara, certera y eficaz en el ámbito cultural. Debemos establecer comités evaluadores de excelencia, así como consejos consultivos de participación ciudadana. Una tarea urgente es proteger los derechos intelectuales y materiales que resulten de la literaria o artística; a preservar los bienes culturales y en particular los que forman parte del patrimonio cultural; a reafirmar y expresar la identidad; y a tener acceso a la información y ejercer la crítica.
Es cierto, también que debemos mirar hacia la sustentabilidad de las políticas culturales. Es por esto que debemos fomentar la creación de la oferta de infraestructura de bienes y servicios requeridos y, a la vez, creación de la (consumidores, nuevos públicos, de talentos, y formación de formadores) a través de condiciones que coadyuven a una auténtica igualdad de oportunidades en el acceso, creación y disfrute de los bienes y servicios artísticos y culturales.
Así como la ciudadanía política confiere y reconoce derechos y responsabilidades, la ciudadanía cultural también debe participar en el derecho a disfrutar y crear los bienes y servicios culturales. Dicho esto, debemos entonces desarrollar la capacidad creadora y tomar parte en la realización y producción culturales, en igualdad de oportunidades. Tenemos también que establecer las condiciones para que la ciudadanía pueda colaborar en la gestión cultural.
Entre los derechos culturales prioritarios, se encuentran: el estímulo a los proyectos y actividades culturales, la prohibición de la censura, la valoración, y difusión del patrimonio cultural de la nación, los derechos de los grupos étnicos, el derecho a la identidad de los diversos pueblos que conviven en el país, el respeto a la diversidad lingüística, la investigación, la infraestructura artística y cultural, la interacción con la cultura universal, los derechos relacionados con las comunicaciones (información y expresión, considerados también políticos) y la democratización en el acceso a los bienes y servicios de la cultura.
Claro lo anterior, es tiempo de sentar las bases para una profunda transformación que fortalezca la relación entre el sector cultural y el Sistema Educativo Nacional. Tenemos el gran pendiente de establecer el vínculo de la cultura con la educación escolar, especialmente en términos de la educación artística. Aprovechemos también para desarrollar una cultura democrática e intercultural que sustente condiciones reales de comunicación, creación, producción y disfrute del arte y la cultura.
En los primeros años, la educación debe concentrarse en inducir el gusto por la lectura. Es decir, debemos dejar una impresión de los libros en los niños para hacer de la lectura una experiencia grata. De esta manera seremos capaces de desarrollar la sensibilidad artística de los niños, de reconocer la importancia de saber comunicarse y dialogar con el otro, de apreciar la riqueza de convivir con una realidad diversa y pluricultural, y de desarrollar la autoestima y el potencial creativo de los ciudadanos. Así como las matemáticas, el lenguaje y la historia son herramientas indispensables del sistema educativo para liberar el potencial humano, la enseñanza del arte y la cultura deben de igual manera, serlo.
Finalmente, debemos incorporar al análisis de eficiencia y evaluación de desempeño un elemento complementario al mismo, el elemento político. El mensaje político que se deriva de que la institución responsable de la cultura y el arte sea parte del gabinete cercano del Poder Ejecutivo, refleja la prioridad que el Estado confiere a la cultura y al arte. Aprovechemos la cultura, no estamos tarde, pero no hacerlo sería demasiado sería no menos que un desperdicio.
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