Del riego por goteo al goteo de muerte

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Si no fuera porque Rabí Najman de Bratzlav dejó dicho que mitzvá guedolá lihiot tamid ve- simjá, es nuestro deber estar alegres, me echaría en los brazos verbales del tango que dice que el mundo fue, es y será una porquería, sumiéndome a gusto en una densa atmósfera melancólica. Me entristece mucho que lastimen, hieran o maten a nuestros soldados, con cuchillos o coches. Los palestinos deberían volver a comer con las manos y viajar en burro, caramba. Tal vez no hayan sufrido lo bastante y necesiten volver a la edad de piedra para darse cuenta de la catástrofe a la que el crimen les arrastra. No merecen ni el aire que respiran, en especial cuando pienso que Israel ha dado al mundo el riego por goteo y ellos goteos de muerte. Israel inventa un pulmón casi vivo para los que no pueden respirar y ellos emponzoñan la vida ¿Para qué seguir?

Lo que no parece del todo comprensible es la parálisis actual, en lo que respecta a decisiones drásticas, que atenaza a Israel. Las represalias hacen pensar en meros parches, burdas costuras a una herida que sigue sangrando. La balanza se está inclinando cada vez más hacia la derecha y eso no es bueno ni para esa misma facción política, pero por otra parte las opiniones de la izquierda que hacen responsables a los israelíes de lo que sucede son una pesadilla. Los únicos que deben rendir cuentas por sus nefastos crímenes son los palestinos, que verán poco a poco cómo quienes los contrataban para trabajar ya no lo hacen, y quienes, desde el otro bando, se interesaban por ellos, ahora dudan y desconfían. Las autoridades de Ramalah se quejan en voz alta y aplauden en voz baja, intentan parecer dispuestos a calmar los ánimos y frenar el goteo de muertes, lo cual sería, de paso, proteger a sus propios hijos, y sin embargo continúan con la cantilena del terror sionista y la ocupación judía de sus tierras. ¡Esas tierras son judías! Punto. El tiempo de la negociación se está acabando, tal vez y después de expulsar a los gatos, los arrojados a la nada absoluta sean ellos, los palestinos. Jordania no sería un mal lugar para llamarse, por fin, Palestina, tiene mucha, muchísima gente de esos orígenes.

Sé que mi idea es extrema e irrealizable, pero es bastante lógica y hasta necesaria. Nadie echará en falta a Jordania, que fuera de su hermosa reina tiene poca cosa más. Ah, sí, Petra, un embudo para divisas extranjeras que los turistas pulen con sus jadeos de calor. Si los palestinos quisieran firmar de verdad la paz ¿eso no se hubiera materializado hace años? Si están dispuestos a vivir codo a codo con los israelíes ¿ no podríamos ver un gesto real que avale esa intención? El tema para ellos nunca fue la tierra, que sus ricachos vendieron hace décadas y en otro siglo, es la mera existencia del país judío lo que no soportan. Y sobre todo no soportan que a los israelíes-dentro de todo el goteo de muerte en el que se ven obligados a vivir-, les vaya bien y continúen inventando para beneficio de la Humanidad entera. Es una auténtica pena que las solitarias voces de los musulmanes que ven el fondo del problema no sean escuchadas. Es más fácil, para muchos millones de seres en la gran Ummah de Alláh, vociferar que comprender, maldecir que bendecir. Día a día, gota a gota. Hasta que se ahoguen del todo en su propia destrucción.


Acerca de Mario Satz

Poeta, narrador, ensayista y traductor, nació en Coronel Pringles, Buenos Aires, en el seno de una familia de origen hebreo. En 1970 se trasladó a Jerusalén para estudiar Cábala y en 1978 se estableció en Barcelona, donde se licenció en Filología Hispánica. Hoy combina la realización de seminarios sobre Cábala con su profesión de escritor.Incansable viajero, ha recorrido Estados Unidos, buena parte de Sudamérica, Europa e Israel.Publicó su primer libro de poemas, Los cuatro elementos, en la década de los sesenta, obra a la que siguieron Las frutas (1970), Los peces, los pájaros, las flores (1975), Canon de polen (1976) y Sámaras (1981).En 1976 inició la publicación de Planetarium, serie de novelas que por el momento consta de cinco volúmenes: Sol, Luna, Tierra, Marte y Mercurio, intento de obra cosmológica que, a la manera de La divina comedia, capture el espíritu de nuestra época en un vasto friso poético.Sus ensayos más conocidos son El arte de la naturaleza, Umbría lumbre y El ábaco de las especies. Su último libro, Azahar, es una novela-ensayo acerca de la Granada del siglo XIV.Escritor especializado en temas de medio ambiente, ecología y antropología cultural, ofrece artículos en español para revistas y periódicos en España, Sudamérica y América del Norte.Colaborador de DiarioJudio, Integral, Cuerpomente, Más allá y El faro de Vigo, busca ampliar su red de trabajos profesionales. Autor de una veintena de libros e interesado en kábala y religiones comparadas.