Los historiadores marcan que los judíos eran enterrados en el vecindario del Trastévere entre el 1363 y 1645, cuando el cementerio fue trasladado para realizar los nuevos muros de la ciudad de imperio. “Al principio no entendimos a quien podrían pertenecer los esqueletos“, indicó Daniela Rossi, una de las arqueólogas que trabaja en el lugar. Fue por eso que con la ayuda de los mapas y de la tecnología de carbono pudieron determinar que los restos habían sido enterrados entre mediados del siglo XIV y mediadios del XVI. Las fechas coincidían.
Otros de los datos que llevaron a la conclusión a los científicos fue la forma en que los cadáveres habían sido colocados bajo tierra. Salvo dos mujeres que llevaban un anillo de oro y un hombre con una capa, el resto no poseía ninguna pertenencia, algo típico de la religión judía al momento de enterrar a sus difuntos, según explicó Rossi.
Pero hay otros signos que marcan que aquello era el Campus Iudeorum. Los judíos llegaron al Trastévere dos siglos antes de la existencia de Cristo. Pero cuando asumió el papa Paulo IV en 1555 fueron confinados a un gueto del otro lado de ese vecindario, en un área que constantemente se inundaba. El director del departamento de cultura de la Comunidad Judía de Roma, Claudio Procaccia, confirma que antes de esa fecha “las condiciones de los judíos eran más aceptables allí que en otras ciudades“. Pero ese año, todo cambió.
Pero cuando casi un siglo después el papa Urbano VIII ordenó los nuevos muros, el cementerio fue mudado al Monte Aventino. Allí, los judíos encontraban el descanso eterno hasta 1934. Bajo la orden pontificia, las tumbas del Trastévere fueron demolidas y en 1625 Urbano VIII decretó que los judíos debían ser enterrados en sepulturas sin marcar. Las preexistentes, debían ser destruidas. Sólo tenían una leyenda vacía: “Aquí yace“.
Otro signo que pudieron identificar los arqueólogos fue el estado de desnutrición que presentaban los restos. Sin embargo, Rossi cree que ello se debió a la época, en la cual las dietas eran bajas en proteínas en los trabajadores de clase media. Procaccia sabe que el trabajo continuará de ahora en más. Al tiempo que la excavación fue documentada y los esqueletos incorporados a la comunidad judía romana, la tarea ahora será darles una sepultura apropiada. “Enterrarlos de una forma más correcta o con mejores cuidados“, manifestó.
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