Algo muy grave debe pasarnos para darnos cuenta del poder de nuestra boca y nuestra mente, si alguien me hubiera dicho siete meses antes que iba a perdonar, que no iba a guardar rencores pero eso sí diciendo lo que siento me hubiera reído.
Hay una frase “vive el hoy como si fuera tu último día”, esto tiene un trasfondo muy grande, cuando decimos algo en ocasiones se queda adentro, guardamos el sentimiento éste a su vez en muchas ocasiones tiene un gran porcentaje cuando se habla de enfermedades como cáncer, además de otros factores como la herencia y algunos hábitos.
Cuando después de tres meses vino el médico indígena, me ayudó a sacar los rencores, pedir perdón, limpiar mi aura y mi alma, además de enseñarme la terapia del perdón con cuatro palabras basadas en un libro de una escritora que vive en Haití lo siento, perdón ame, te amo, gracias; la terapia de sanación con esferas, colores y chakras, divorciarme de la enfermedad y hablarle al tumor para que se fuera, a las tres semanas de haber empezado con esto y fucoidan tres días y medicina indígena salió limpia mi tomografía.
A la fecha sigo con mi fucoidan y medicina indígena y todo lo anterior, digo lo que siento y cómo lo siento, reconozco que a veces soy insoportable pero, salidas las palabras se esfuman, advierto que no las volveré a decir pero no puedo guardarlas por la experiencia vivida.
Esto es muy desconcertante para todos, esperan que me enoje luego sin embargo acepto su desconcierto por la tendencia a guardar y crear rencores.
Trabajé muchos años, lo más común es que los compañeros vengan de malas y se desquiten con el primero que se les pare, llegué después a un chisme que casi me costó la jubilación que no lo hacen a propósito, sino por un instinto eso sí que causa muchos problemas en la relación con los demás.
Estoy consiente que si todos fueran como yo, les quitaría la chamba a todos los psicólogos, psiquiatras y terapeutas, que esto se logra cuando algo realmente grave nos pasa, por eso, mi misión ha sido hablar con la gente y decirle que diga lo qué siente, si luego debe pedir perdón no importa.
El rencor no solo provoca síntomas físicos sino mentales, es más fácil callar por temor a ofender, que expresarnos aquí la educación juega un papel muy grande sobre todo en generaciones como la mía, donde me decían “cállate y date de golpes en la pared”, si mi madre que en paz descanse se levantara de su tumba por lo que estoy escribiendo.
El chiste es decirlo, prevenir que quizás podamos lastimar pero al final la relación seguirá igual.
¿Por qué no intentarlos, cuántas relaciones rotas a todos los niveles se podrían evitar?
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