El 24 de marzo, Yoram Kaniuk recibió un premio mas, el Premio “Sapir de Literatura” por su libro “1948′, recibió 150 000 shequel y el libro será traducido al árabe y a otro idioma que el elija.
Al recibir el premio, Kaniuk dijo: “Esta vez la edad venció a la belleza.” Kaniuk nació en 1930, en Tel Aviv, su padre llegó de Galicia con un gran equipaje cultural, tenía el orgullo y el dolor de la cultura alemana, fue uno de los fundadores del Museo Tel Aviv; su madre llegó de Odessa y se dedicó a la enseñanza.
Yoram creció en el ambiente de la Palestina judía que quería invertir miles de años de exilio judío y victimización. Los pioneros querían construir un mundo mejor, un judío diferente, terminar con la dicotomía de la historia de la Diáspora y las aspiraciones de un judío nuevo.
Vivió la incomprensión de los sabras frente a los refugiados y a los sobrevivientes. Tenía conflictos por el Holocausto y los sacrificios requeridos por el sueño sionista. Fue miembro del Palmaj, de la Marina y fue herido en la Guerra de Independencia. En l985 participó activamente en la asociación de “Escritores Israelíes y Palestinos, Artistas y Comités Académicos Contra la Ocupación y por la Paz y la Libertad para Crear.”
Ha escrito de todo: poesía, novelas, libros para niños, periodismo, ha sido pintor, critico teatral y ha visto una de sus novelas convertida en película: “Adan Resurecto”.
Israel y el esfuerzo que ha exigido del alma judía son el tema siempre presente en sus novelas, la verdad sin compromisos de su ficción, la autobiografía, a veces personal y nacional, enfrentan al lector a la ardiente paradoja de vida e historia judía.
Para el New York Times, Kaniuk “es uno de los novelistas mas brillantes e innovadores del mundo occidental.”
Ferozmente lucida, su novela “El Último Judío” es un mosaico cuyas piezas se mueven como en un crucigrama ingenioso de identidad judía que es alternativamente trágico, absurdo, enigmático, a veces, hasta cruel. En ella captura la historia conflictiva, la cultura de todo un pueblo al través del prisma siempre en movimiento de una familia. Los sucesos ocurren en tiempos distintos, a veces, diferentes sucesos, al mismo tiempo, el tiempo de la novela no es lineal, los personajes tropiezan con el pasado o lo buscan en el futuro, van y vienen, se desplazan en varios continentes, donde asoman las muchas caras de la realidad, hasta que logra darle vida al siglo XX y su legado mas inquietante: las angustias de la Europa Moderna que produjo el Holocausto y el renacimiento del Estado de Israel.
Ebenezer, uno de los personajes que es hilo conductor de la narración, nace en la tierra del Yishub junto con el siglo XX y al través de sus vicisitudes, epitomisa la historia moderna del pueblo judío, mezcla lo fantástico con lo real épico en un gran acto de magia, donde lo que se presenta parece real, pero atrás tiene otra realidad y otras mas, cada vez mas profundas y autenticas, donde la primera imagen también es real. Ebenezer pierde la memoria de si en un campo de concentración, no sabe nada de si, pero recuerda la cultura judía, para el todo es cultura judía porque se la han contado judíos: literatura, historia, ciencia, doctrina religiosa, lo repite todo, palabra por palabra; ciudadano de todas las épocas, pero no de aquella que habita. No entiende lo que dice, pero lo recuerda sin errores para no olvidar la historia y los nombres.
“Esto es: recordar en Ebenezer era lo opuesto a lo no-humano. Tal vez en eso los alemanes triunfaron en cierta medida: un subhumano convertido en un no-humano para sobrevivir y vencer la orden se ser como decían.”
Otro personaje, Samuel, compañero del campo de concentración, lo exhibe después de la guerra, asombra y divierte con lo que puede recitar…y no deja olvidar.
La novela es un reto estilístico, pero la recompensa es magnifica: una nueva manera de entender la identidad judía, israelí. Las posibilidades y las limitaciones del inconsciente colectivo y los vericuetos de la memoria, “un instrumento químico.”
El principio de la novela es como una descarga que enmudece: un soldado que vuelve a su casa en la bruma de una trauma de batalla y la novela termina con un futuro lleno de esperanza,”Rebeca -la madre de Ebenezer- trato de convertir su enojo en un sueno…” Cumple 100 anos al morir, y el sueno encarna en un nieto o bisnieto, “que nadie sabe cuando será “el ultimo judío.”
Kaniuk termina su obra maestra, rica, exigente, en una gran afirmación de la vida. No es fácil leerlo, pero no se debe dejar de leer.
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