Esto es de Becky Rubinstein. Es hacia las mujeres, sobre las mujeres pero apto y necesario para todos. Consta de quince partes. Hoy les entrego seis y la próxima semana les enviaré lo que sigue. Pandora, Lilith, Eva, Blancanieves. ¿Quiénes somos y hemos sido las mujeres? ¿Qué hacemos con nuestro deseo? ¿Por qué nos sometemos al deseo de los demás?
A todas las Evas
El vientre de Pandora
Becky Rubinstein F.
Blanca Nieves
a falta de confesor, diván,
amiga de primera mano,
se arranca la piel.
Desnuda se adentra en la noche
reino de Lilith, su madrastra,
– ladrona del nombre divino,
dueña y cómplice de los siete vientos,
gigantes oscuros del vientre de Pandora -.
Lilith se contempla al espejo:
Rembrandt construye el clorscuro
de su rostro
con el punto más fino
de su pluma,
Lilith Mona Lisa sonríe,
Blanca Nieves se aterra:
Lilith es su madre
la que nació del exilio,
la que negó, una y mil veces, el paraíso.
Su voluntad: abrazar y nombrar las sombras
germen del deseo.
II
Blanca Nieves se asoma a los ojos de Lilith,
la bruja del cuento,
de todos los cuentos en claroscuro:
“Había una vez una niña,
sus mejillas, el sonrojo de una piel sin mácula.
Su signo: Piscis,
el de la muerte en ataúd de cristal.”
Lilith lo construyó al nombrar
al deseo más silencioso de la noche
cuando las sombras tiemblan
y el sol desaparece
– cómplice que la vio nacer del fango,
de la tierra del instinto,
de las ganas de subyugar a Adán,
tendido en su lecho -.
Lilith no llora por el naufragio del paraíso
las lágrimas son para Eva,
sometida al cuerpo de Adán.
III
Lilith rasga las amarras
de sus nupcias primigenias.
Fuerte, como la ira que habita,
se eleva al pronunciar el
nombre inefable.
Nada detiene su vuelo
ni sus ansias de menguar la belleza
de sus hijastras,
Blanca y Nieves sumisas,
Hijas del pecado de la madre Eva.
Los juglares diseminan
– de castillo en castillo-
los enredos de Eva con la serpiente, padre de Caín.
Juglaresas, en traje de varón,
lavan su vergüenza en fuente de palabras.
IV
Lejos de Edén
-habitante del vientre del vientre de Pandora-
Lilith domina la naturaleza
y la trastoca a su libre albedrío.
Adán gobierna en su reino,
ella sobre el suyo.
Los diarios de escandalizan,
se traduce la historia de Lilith
en mil idiomas,
mil lenguas son pocas para responder
en tan sólo una noche de amor,
a los interrogantes.
¿Cuál es el color de su ropa de dormir;
si ella prefiere el lado derecho,
si hacen el amor, como Dios manda,
si piensan traer demonios al mundo…?
Lilith, hastiada de la publicidad
toma su escoba de lumbre
y enciende los cielos con su venganza.
V
Lilith, cuando oscurece, se entroniza
en almohadas de hombres y de niños.
Dueña del pecado
nadie la señala.
El dedo índice es para Eva,
pecadora de un solo fruto,
nunca dueña,
ni siquiera de sus pasos.
Eva alumbra una hija
y la llama Blanca Nieves,
y la llama hija de la inocencia,
la que perdió
cuando llamó el instinto:
hijo de sus entrañas.
Eva es Lilith,
Blanca Nieves, también.
Todas somos sus hijas
nos sometemos a su voz de penumbra.
Por las noches nos adormece su vaivén terrible
sin ley, ni Dios.
VI
Lilith brota cual serpiente,
le brotaron alas de muerte en su afán de sellar
con un beso de muerte
los bostezos de los hijos de Eva,
aún con restos de leche en los labios.
No hay quien vuele como Lilith,
amante de Samael, ángel caído.
Nadie trenza su pelo
bajo las estrellas,
nadie contempla sus ojos
al brillo de la luna, sin morir de espanto.
Bruja de los cuentos
chilla frente a los amuletos que llevan su nombre,
su imagen rebelde.
Espejo, espejito:
¿quién es la más poderosa?
Espejo Espejito:
¿Quién huye de su propio rostro
para no perderse en la nada,
para no ver morir a los engendros de su vientre?
Lilith, madrastra de Blanca Nieves,
huye a los espejos:
hablan más de la cuenta
hay que silenciarlos con la huida o con la muerte.
Continuará…
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