Ser un buen líder, no implica ser hombre o mujer, lo fundamental es amar la tierra, la gente, y sobre todo, es trabajar por el bienestar e intereses de los demás.
“Estoy convencida de que un día todas las guerras terminarán”.
- “Cada muerte, para nosotros, es una tragedia. A nosotros no nos gusta hacer la guerra, ni siquiera cuando la ganamos. Después de la última no había alegría en nuestras calles. No había bailes, ni cantos, ni fiestas. Y hubiera tenido que ver a nuestros soldados…, el vivo retrato de la tristeza.”
Estas declaraciones forman parte del encuentro entre dos ilustres mujeres que han pasado a la historia. La periodista italiana Oriana Fallaci, en una entrevista, a una de las estadistas más notables del siglo XX, la Sra. Golda Meir, Primer Ministro de Israel (1969-1974). La entrevista efectuada a fines de 1972 en la Ciudad de Jerusalén. Una conversación de dos mujeres extraordinarias, que hacen la historia. Analizan la política de ese momento vigente hasta nuestros días, el punto de vista femenino, el ser mujeres, cosa no fácil para dirigir un país, unir una tierra y su gente. Se le señala como una idealista, mas era una situación concreta, un sueño-realidad de recibir la llegada de los colonos de países lejanos, a la tierra promesa. En este hermoso diálogo se comprende como el poder, en esa época, era complicado, más aún para la Primera Mujer en el gobierno de Israel. En estos momentos hay numerosas Jefes de Estado femeninas, pero quizás Golda ganó el desafió a una época, y a la historia.
Es así que Golda Mabovich lo pensó (cambia el apellido a Meir, que en hebraico significa iluminado-a). El carisma y la belleza de esta mujer, estaba en su simple apariencia, en sus grandes dotes de guiar a su pueblo. Con sus cabellos simples recogidos, sus facciones delineadas por el tiempo, sus vestimentas austeras como para señalar que lo superficial no tenía importancia sino lo interno, su sensibilidad ha sido la unión con los ideales, de dar una expectativa a su gente. Conseguir unificar miles de personas provenientes de diversos países, de distintos idiomas, fue un enorme desafió. Contemplar en su rostro, la hermosura de la fuerza, la delicadeza de la tierra, lineas, profundidades como si el destino hubiese querido trazar un especial mañana, amando tocar ese suelo y ligarse a él. La esperanza de ver la aridez, sabiendo que con esfuerzo se llegaría a vislumbrar la fertilidad, para crear áreas de agricultura, trabajando en conjunto con tantas familias como si todos fuesen efectivamente una sola. Así se podría conducir un pueblo con afinidad, expectativa y unión.
Una mujer, que los cumplidos de David Ben-Gurión, refiriéndose a la cita:“El verdadero hombre de Israel”, es que no era un pláceme para ella, pues valoraba ser mujer, siendo fuerte, femenina, y con la sabiduría para ver realizada su noble quimera, la unidad de los hebreos.
Nacida en Kiev, Rusia (1898-1978), de joven edad se desplazó a vivir en Estados Unidos donde contrajo matrimonio con Morris Meyerson en 1917, que luego lo convencería a viajar a Palestina anhelando establecerse en un kibutz (Merjavia, al norte del país), lo que le serviría como base para su desarrollo como dirigente político. Poco a poco comenzó a florecer su apego por sostener su tierra, siendo una representante ligada al movimiento Sionista. Una socialista. La simplicidad y la pobreza de su proveniencia, no le hizo olvidar sus orígenes, creando así su encantadora y fuerte imagen como la Madre de Israel.
Su vida familiar fue en cierto modo limitada, con poco contacto con sus hijos debido a su labor, cosa que no la privó del ferviente amor de ellos y la admiración eterna de Morris. Golda Meir conocida en el mundo entero como la primera mujer en el gobierno y la cuarta en el poder, en aquella época del naciente Estado de Israel. Buscó los caminos y la valentía, fue como buscar sus hijos y reunirlos todos en casa.
William Gibson le dedicó en su obra, “Golda’s Balcony” (2003), la supremacía de los monólogos en los balcones de Golda Meir, que describen la tranquilidad y el dominio de sus ideas, sin perder el sentimiento de ser mujer, es muy conmovedor, cuando ella observa en su balcón la llegada de los barcos, con miles de hebreos jubilosos de arribar a la tierra promesa (obra basada en el conflicto medio oriental). Tanto en la entrevista de Oriana Fallaci y la obra de Gibson, representan una verdadera introspección de una grandiosa Dama de la política, una grande líder en la historia… Una esperanza de encontrar gobernantes de su estilo… no importa si es hombre o mujer lo imprescindible es Amar a tu pueblo…
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