Las víctimas del covid en Israel llegaron ayer a altas cifras en relación a la población. El número de afectados supera los siete mil por día y más de cien mil desde abril; 1500 se encuentran en estos días hospitalizados o esperan el turno para llegar a los hospitales, y dos mil han fallecido desde la irrupción del virus. Un tercio de los enfermos pertenece al sector religioso ortodoxo, 14 por ciento son de origen árabe, y un 10 por ciento afecta la población judía secular y moderadamente religiosa.
Hasta las últimas horas el gobierno discute las medidas que es indispensable asumir con el objeto de frenar el avance de esta epidemia que tiene repercusiones no sólo en la esfera de la salubridad; también en la economía y en la política. Hasta el momento no ha llegado a decisión alguna. Es probable que por vez primera en la historia del país los rezos de Yom Kipur no tendrán lugar en las sinagogas sino en las calles y en los patios respetando convenientes distancias. Extrema medida que ya cuenta con el apoyo de algunos rabinos.
Sin embargo, la decisión gubernamental tropieza con la radical intención del Primer ministro Netanyahu en favor de una prohibición total de las masivas manifestaciones callejeras en su contra que tienen efecto semanalmente. Se trata en rigor de demostraciones que se efectúan en las calles con un bajísimo número de afectados por el virus. No obstante, Netanyahu se inclina a aceptar el cierre de las sinagogas en Kipur si se prohíbe cualquier demostración masiva en su contra incluso después de esta fecha.
Mientras tanto algunos hospitales se están negando a recibir a los afectados por el virus pues su capacidad para tratarlos es limitada. Obviamente en estas circunstancias las personas que presentan otros padecimientos no merecen la indispensable atención.
Esta politización desmesurada de las medidas que cabe tomar para poner freno al virus siembra hoy un generalizado desaliento en la población. En las presentes circunstancias, ésta no se inclina a respetar las severas medidas que la frágil coalición gubernamental pretende imponer. En particular cuando se difunden los estrechos y personales cálculos que las orientan.
Cabe esperar que Kipur conceda el perdón no sólo a la ciudadanía tanto religiosa como laica. También a un obeso gabinete de 38 ministros y 20 viceministros que especulan con la salud ciudadana.
Artículos Relacionados: