Vamos a ver. Somalia es un país que abarca la costa noreste de África, de 638,000 kilómetros cuadrados, dos tercios de ellos semidesérticos, con 8 millones de habitantes, la mitad nómadas. La población es 99% sunni islámica.
Lleva más de veinte años sumergida en conflictos político-militares. Por éstos y otras causas fáciles de imaginar- la falta de desarrollo, inseguridad, educación, etc.,- ese paupérrimo país está sufriendo los embates de la hambruna por años.
El salvajismo de las bandas de mercenarios, aunado a la indefensión de los somalíes, han provocado matanzas horripilantes, tanto por las balas como por la falta de alimentos. Sólo este año han muerto ya 24,000 niños menores de cinco años por hambre. Algunos somalíes han logrado llegar a la vecina Kenia, pero no hay quien les extienda una mano de ayuda, un poco de alimento o agua siquiera.
El mundo ha tenido dos fuentes de información respecto a la tragedia: lo poco que los medios, tan simpáticos ellos, han tenido a bien publicar y, por supuesto, “Blackhawk down”, la película.
Aún así, quienes tenemos a la vida humana como el mayor don de D-os, quienes nos interesamos por difundir la razón y las buenas causas de nuestro entorno, no podemos dejar que las terribles tragedias que se desarrollan ante nuestro mirada colectiva indiferente permanezcan iguales.
¿Cómo el mundo civilizado – entre comillas – permite o, incluso, tolera esta clase de tragedias? ¡Cuán divertido es, también, saber por los medios que piratas somalíes atacaron tal o cual navío, apoderándose de la carga de petróleo y otras mercancías o exigiendo rescates millonarios! Bueno, al fin y al cabo eso queda lejos.
Y mientras, millones de somalíes se mueren de hambre o por las armas, y nadie mueve un dedo por evitarlo, por defenderlos. Sí, ya sé, son africanos, salvajes, que se reproducen sin conciencia, según he escuchado decir. ¡Cómo se nota que esta gente, la que así opina, no sabe siquiera dónde está Mogadishu!
Bueno, ¿ y la Organización de las Naciones Unidas…qué?
Esa O.N.U. es hoy un remedo de la intención que existió de ayudar a un determinado orden internacional cuando fue establecida.
Soy testigo de asambleas generales, en las cuales los representantes de los miembros pareciera que se van a lanzar unos contra otros en plena sala, con discursos flamígeros y llenos de invectiva, aunque se utilice el lenguaje diplomático. Al término de la sesión, se ve a los “enemigos” compartiendo el whisky o el café.
El temible consejo de seguridad de la asamblea de la O.N.U es otra colección de inutilidades. Unos votan, otros vetan, unos se abstienen, otros no se presentan, etc.
Suma y sigue. La famosa UNESCO, que en el papel representa lo mejor de las causas mundiales, ya se volvió el club de los “toma-partido”. Atrás quedaron educación, ciencia y cooperación. (No voy a mencionar “pueblos mágicos de México”porque me apeno).
Podemos enlistar varias derivadas de la O.N.U. – esperando que un pariente que allí trabaja y cobra no me retire la palabra -,pero volvamos a Somalia.
¿Qué rayos espera la ONU para, a través del consejo de seguridad, ordenar la intervención de los “boinas azules”? Qué ¿tiene miedo de los milicianos islamistas armados por tirios y troyanos? ¿La ONU va a permitir que éstos que no puedo dejar de llamar terroristas la amedrente? O qué: ¿Existe otra razón por la cual se permiten masacres?
¡Ah, pero eso sí! Cuando Israel se defiende de los actos terroristas contra su población, como acaba de suceder en el Sinaí,cerca de Eilat, con siete muertos nuestros, entonces la ONU reacciona y lanza sus flamas condenatorias.
Cuando cita la ONU a la malhadada conferencia Durban – en la que se tildó a Israel de discriminadora, malvada, ladrona, etc. – por tercera vez, con el pretexto de combatir la destrucción del medio ambiente y,efectivamente, la discriminación racial, es cuando menos cumple con sus objetivos, pues se vuelve un foro anti-Israel, y,porqué no decirlo, antisemita. Su hubiera un ápice de decencia, como antiguamente con Trigvie Lee o Dag Hammasrjöld en la secretaría general, por más que hubieren bloques encontrados, la ONU y sus dependencias serían entidades respetuosas y respetables. Lamentablemente, la Organización de las Naciones Unidas comenzó su debacle moral cuando, por mayoría, aprobó que un nacionalsocialista austriaco- nazi, pues – la encabezara. El capítulo muestra es cuando se permitió que un terrorista armado como Yassir Arafat subiera a la tribuna principal a soltar sus diatribas incongruentes, apoyado por petrodólares y ciertos países de América Latina.
Las “resoluciones” del triste consejo de seguridad (así, con minúsculas) en su mayoría se han emitido contra el enorme, poderosísimo, Israel.
Preguntamos: ¿Y Libia, Siria, Yemen, en los que los gobiernos ametrallan a sus propios pueblos, qué? ¿No piensa la ONU al menos hacer una declaración? ¿Será tal vez porque los Estados Unidos – por las razones propias – es la única fuerza que impide el caos ( a pesar de su presidente y su secretaria de estado)? Sí, ya sé. Los inveterados “políticamente correctos” encontrarán un nicho para atacar lo que aquí se dice. Siempre lo hacen. Van a decir que el gobierno de Israel descuida su obligación social – como si fuese papá gobierno – pero ahora no se trata eso. El tema es Somalia, la ONU e Israel. Es una vergüenza mundial la situación en Somalia. Todos los países tienen problemas económicos, pero sin atención a su origen, creo que es la hora de ser seres humanos.
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