Israel – un país en aprietos

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Nunca antes Israel debió enfrentar un conjunto tan espinoso de dilemas. Incluso en tiempos nublados por aprietos económicos o tensiones bélicas su población acertó a imaginar alentadores horizontes en la forma de un receso económico transitorio o de algún razonable acuerdo militar. No es el caso en los días que corren.

El corona-virus ha obligado a imponer un encierro obligado a este país en los días de la Pascua judía. Festividad que desde siempre ha reunido a múltiples generaciones de una o más familias a fin de recordar y extraer lecciones del bíblico cautiverio egipcio. Para amortiguar el aislamiento impuesto por las autoridades, los canales del zoom merecieron aquí amplio acceso y crearon algún clima – o ilusión – de cercanía y diálogo. Experiencias que fueron ampliamente aceptadas por un público convencido de que los verdaderos dilemas se presentarán filosamente en las próximas semanas.

El primero es y será el político. Después de tres torneos electorales con altos costos y con resultados inciertos, Israel no ha logrado levantar una coalición gubernamental. La inercia y la pasividad de los partidos han permitido la continuidad de un gobierno dislocado en el cual Netanyahu ejerce el liderazgo casi sin contrapesos jurídicos o legislativos. Su filoso enemigo en el juego electoral – Beni Ganz – se perfila en estos días como un político ingenuo que no sólo condujo a la ruptura de su partido Azul y Blanco y a la consiguiente fragilidad de cualquier actitud pública adversa a las intenciones de Netanyahu. Es probable que al cabo de las negociaciones que en estos días ha emprendido con Bibi obtendrá un papel secundario en el gobierno o se verá finalmente engañado por una figura que lo supera en astucia y experiencia.


Por otro lado, en la esfera económica se multiplican las dificultades. Una de ellas: si Netanyahu y Ganz llegan por fin a un entendimiento el número de ministros en el gabinete – hoy con 18 miembros – se inclinará a duplicarse. Como cada uno de ellos se hará de un equipo de asesores y secretarias por necesidad o por personal vanidad – los costos se multiplicarán en correspondencia. Y nadie – empezando por Netanyahu – se inclina hoy a renunciar o empequeñecer el salario que habrán de recibir.

A esta circunstancia se agrega el número de desocupados que en este momento supera el millón, esto es, el ochenta por ciento de la fuerza laboral.  ¿Cuándo y dónde encontrará lugar en el mercado? ¿Y cómo gravitará este factor en la solidaridad social y en la capacidad defensiva del país? De momento- interrogantes sin respuesta

Cabe también considerar la esfera regional. Hasta el momento países como Arabia Saudita y Egipto han revelado amplia inclinación a colaborar – oficial y discretamente – con Israel. Actitud que puede cambiar bruscamente como resultado de la vertiginosa caída del precio del petróleo y-o la precipitación de algún descontento popular.

En suma: corona y sus consecuencias ponen en grave aprieto a Israel sin excluir a sus vecinos. Su régimen democrático y la estabilidad económico-financiera encaran hoy dura prueba. Un panorama que con otros matices se difunde y amplía en diversas partes del mundo. Pero en este país – sin excluir al Medio Oriente – revela abrumadora oscuridad.

Acerca de Joseph Hodara

Invitado por la UNAM llegué a México desde Israel en 1968 para dictar clases en la entonces Escuela de Ciencias Políticas y Sociales ( hoy Facultad). Un año después me integré a la CEPAL con sede en México para consagrarme al estudio y orientación de asuntos latinoamericanos. En 1980 retorné a Israel para insertarme en las universidades Tel Aviv y Bar Ilán. En paralelo trabajé para la UNESCO en temas vinculados con el desarrollo científico y tecnológico de América Latina, y laboré como corresponsal de El Universal de México. En los años noventa laboré como investigador asociado en el Colegio de México. Para más amplia y actualizada información consultar Google y Wikipedia.

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