Ciertamente, la tenaz resistencia a la conducta de Netanyahu en múltiples temas es una de las causas que en estos días une a un diversificado conjunto de figuras y partidos en Israel.
Su reiterado incumplimiento de promesas y acuerdos, el maltrato personal a Benny Gantz quien le reveló durante dos años un ingenuo apoyo en difíciles circunstancias, el juicio que se verifica y avanza en su contra, el inaceptable lenguaje de uno de sus hijos al plantear asuntos públicos: algunas de las circunstancias que explican el presente panorama en este país.
Pero cabe atender un factor adicional: el ascenso de una joven generación que parece revelar superior capacidad para ajustarse a importantes mudanzas en múltiples escenarios.
Figuras como Naftali Bennet y Hayeled Shaked apenas frisan los cincuenta años de edad, y Yair Lapid -el principal actor de los cambios que se vislumbran- es algo mayor que ellos.
En contraste, tanto Bibi como no pocos importantes miembros del partido Likud pertenecen a una generación que cuenta con quince o más años. Y en este momento no muestra la flexibilidad ideológica y personal de sus rivales.
Ciertamente, no es correcto ignorar los hechos y logros de Netanyahu y de su cercano equipo en la última década y más. Sin embargo, los tiempos y sus dilemas mudan con rapidez y la capacidad de aprendizaje conoce límites y escollos.
De momento los escenarios que pueden levantarse en los próximos días no presentan seguros guiones. Choques en las fronteras del país, rebelión en el partido de Bennet, actos de violencia contra algún miembro de la programada coalición: algunos factores capaces de trastornarlos. Obligan la atención.
Artículos Relacionados: