Julián Gorkin ‘revolucionario profesional’

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Toda persona hace historia, porque vive, porque piensa, porque actúa. Pero la mayoría no permanecen en el recuerdo de la colectividad a la que pertenecieron, porque aquel vivir, aquel pensar y aquel actuar no tuvieron trascendencia. El existir de Gorkin ya late en las páginas de la historia de los pueblos.

ORIGEN y EVOLUCION

A pesar de atravesar unos días en los que su preocupación central estaba siendo ocupada por el delicado estado de su vista, hemos podido establecer contacto con Julián Gorkin, figura relacionada con otros nombres importantes, como lo de Nin, Joaquín Maurin, eIC.,
al trotskismo español e internacional, a la oposición al estalinismo, etc. A pesar
de su obra ya prolífera, de su trayectoria plena de experiencias y entre otras razones por el aleja miento de su país de origen que aún protagoniza, Gorkin no es suficientemente conocido. Y por eso le pido que nos dé unos datos mínimos sobre su biografía personal. En definitiva, ¿cuál es su origen social?


J. C.- EI más modesto que cabe imaginar. Mi abuelo paterno era pastor de ovejas en un
pueblecito aragonés y, de los tres hijos que tuvo, dos tuvieron que trasladarse a la región
valenciana donde se hicieron carpinteros. Mi madre, huérlana de padre y madre, era una
campesina analfabeta convertida en sirvienta de unos familiares. He dicho en alguna parte
que dos miserias se unieron en una sola miseria. De mi madre heredé la personalidad, el
carácter, una elocuencia natural e incluso los rasgos físicos. Mi padre. idealista y librepensador, era un Cerviente partidario del gran no-. velista y republicano federalista Vicente Blasco Ibáñez. Quiere ello decir que oí hablar de política desde mi más tierna infancia y que, aficionado a la lectura, devoré los libros de doctrina, de historia social, de filosofía que el propio Blasco Ibáñez editaba por el precio de una peseta el volumen. Así descubrí el marxismo, el socialismo y el anarcosindicalismo.

El hecho es que entré en las lides político-sociales a los 16 años, inmediatamente después
de la huelga general de agosto de 1917 y del gran período de luchas políticas y sociales a
que dio lugar.

T. de H.-¿Cuál es la evolución ideológica?
J. G.-Instalada la familia en Valencia, ingresé en la Juventud Socialista, de la que no
tardé en ser elegido secretario. Acababa de cumplir los 17 años de edad. Como a tantos
otros jóvenes de mi generación, el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia me sedujo irresistiblemente. A pesar de los consejos de Pablo Iglesias y de Francisco Largo Caballero, a su paso por la capital levantina, con otros jóvenes socialistas fundé el bimensual

La Revuelta en defensa de la primera revolución social triunfante en la Historia. Devoré los primeros libros de Trotski y Bujarin traducidos al castellano y, al decretar el II Congreso de la Internacional Comunista, las famosas 21 condiciones, provoqué la escisión y fundé la Federación Comunista de Levante, cuyo órgano de expresión fue el semanario
Lucha Social. Así me convertí, antes de conocer la definición leninista, en un revolucionario profesional. y en un activo propagandista del comunismo en la región levantina e incluso en las Islas Baleares.

EL REVOLUCIONARIO PROFESIONAL

T. de H.-La Editorial Aymá de Barcelona es la que ha editado tres de sus obras en España.
Una de ellas se titula, precisamente, El revolucionarlo profesional y es el testimonio de ese
hombre de acción. A pesar de que ese concepto tal vez esté ya un tanto trasnochado. Gorkin lo enarbola con orgullo, ¿Cómo se convirtó Gorkin en ese revolucionario profesional?
J. C.-Después del fatídico Annual y de la reacción popular a que dio lugar en toda España, me convertí en un activo propagandista contra la sangrienta guerra de Marruecos. Un
proceso por antimilitarismo y de lesa majestad me obligó a huir clandestinamente a Francia, por Bilbao y San Sebastián, con una identidad falsa, Era en enero de 1922 y de la misma manera que yo había huido poco antes Ramón Casanellas, uno de los tres anarquistas que habían asesinado al gobernante conservador Eduardo Dato. Instalado en París, trabajé al comienzo en el taller de fotograbado de un gran rotativo: Le Matln. Aproveché este período para aprender el francés y para leer la buena literatura francesa, así como la rusa traducida al francés. Mas no tardé mucho en convertirme en un auténtico revolucionario profesional, es decir, en el organizador de gru· pos comunistas españoles en Francia, Bélgica y Luxemburgo, y en el director de un bimensual en lengua española que, suspendido una y otra vez, fue cambiando de título hasta cinco veces, así como de departamento; hasta que hube de editarlo en Bruselas. Yo mismo tuve que cambiar cinco veces de identidad y de domicilio, hasta mi detención en una ciudad de la Provenza con una nueva identidad. Confieso que conocí duran te esos años una vida exaltante y el que yo mismo he llamado «goce de sufrir por una idea».

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