La divina desproporción

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Confieso que la mayor parte de la prensa occidental y cristiana me da náuseas: están

tan obsesionados, sus periodistas, por los muertos palestinos-a quienes se dio, en vida, la opción de sobrevivir y a quienes Hamás hubiese podido salvar ofreciéndoles refugio en sus túneles erizados de armas-; tan preocupados se muestran por lo que ocurre allí, que tras aparcar lo de Siria e Irak, en donde diariamente los islamistas asesinan y crucifican, persiguen y matan a los cristianos, que se dedican a poner el dedo en la fina y lastimada piel judía. La pasión de los locutores al hablar del tema deja de lado el hecho de que Israel se está defendiendo de los ataques con cohetes que aún prosiguen. Culpar a los sionistas es fácil, mientras que atreverse a criticar al mundo árabe y a los islamistas en general conlleva el riesgo de que te agregan en la calle o en tu oficina, como ocurrió con un periodista de Sudán que defendió al país de los judíos y casi muere en el intento, y otro tanto ocurre en París y alrededores, en donde los pobres musulmanes se erizan de odio y atacan sinagogas sin pensar en ningún momento en lo que podrían hacer por sus propios países de origen si en lugar de vociferar pensaran un poco más.

Lo cierto es que estamos ante la divina desproporción, ya que las armas de Hamás son de Irán, el archienemigo, de Siria bien o facilitadas por Hezbolá, también chiíta e igualmente lleno de odio por todo lo que no sea ellos mismos. Así, pues, que Israel está solo, encuadrado entre países que por el momento no levantan sus armas ni sus manos contra su minúsculo estado. Hacen bien Egipto y Jordania, pues tienen más que perder que ganar en esta fase del conflicto. La divina desproporción no es lo que sucede hoy, es lo que viene sucediendo desde que los millones de árabes no aceptan en el Oriente Medio la presencia de un país judío pequeño y deseoso de que lo dejen en paz. Un país que no coloniza una tierra ajena sino que vuelve al solar de sus ancestros y con un éxito rotundo. Lo que está ocurriendo ahora, la enésima guerra entre Hamás e Israel, es la gota que colmó el vaso, la furia contenida de años y desbordada al fin por tantos cohetes y diatribas alentadas desde fuera y desde dentro de la región.


Me alegra pertenecer al pueblo de Israel, que una vez más demuestra, en su tierra y en su país, luchar por todos los judíos del mundo que nos sentimos representados por él. Me alegra saber que su ejército aún es un ejército de defensa; y me alegra por fin pertenecer a una minoría lúcida y emprendedora antes que a una mayoría abrumadora de gentes que adoran la muerte y rebosan la bilis del desprecio. Esta guerra dejará, seguramente, enseñanzas amargas, hondas heridas, inconsolables duelos. Pero una vez más los islamistas se verán enfrentados con una verdad incontrovertible: los judíos están allí para quedarse, haya paz o guerra, lo acepten o no sus enemigos. En cuanto al resto del mundo, ¿para qué preocuparse? No estaba allí cuando nos estaban persiguiendo, masacrando, expulsándonos o incinerándonos. Que unos cuantos periodistas te odien y hagan lo posible por desprestigiarse, no cambia la divina desproporción. Ellos, tus enemigos, son más pero su suma da siempre menos; nosotros somos menos pero nos esforzamos más. No somos la causa de los males palestinos, bien mirado podríamos ser la de sus bienes.

Acerca de Mario Satz

Poeta, narrador, ensayista y traductor, nació en Coronel Pringles, Buenos Aires, en el seno de una familia de origen hebreo. En 1970 se trasladó a Jerusalén para estudiar Cábala y en 1978 se estableció en Barcelona, donde se licenció en Filología Hispánica. Hoy combina la realización de seminarios sobre Cábala con su profesión de escritor.Incansable viajero, ha recorrido Estados Unidos, buena parte de Sudamérica, Europa e Israel.Publicó su primer libro de poemas, Los cuatro elementos, en la década de los sesenta, obra a la que siguieron Las frutas (1970), Los peces, los pájaros, las flores (1975), Canon de polen (1976) y Sámaras (1981).En 1976 inició la publicación de Planetarium, serie de novelas que por el momento consta de cinco volúmenes: Sol, Luna, Tierra, Marte y Mercurio, intento de obra cosmológica que, a la manera de La divina comedia, capture el espíritu de nuestra época en un vasto friso poético.Sus ensayos más conocidos son El arte de la naturaleza, Umbría lumbre y El ábaco de las especies. Su último libro, Azahar, es una novela-ensayo acerca de la Granada del siglo XIV.Escritor especializado en temas de medio ambiente, ecología y antropología cultural, ofrece artículos en español para revistas y periódicos en España, Sudamérica y América del Norte.Colaborador de DiarioJudio, Integral, Cuerpomente, Más allá y El faro de Vigo, busca ampliar su red de trabajos profesionales. Autor de una veintena de libros e interesado en kábala y religiones comparadas.

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