Confieso que el concepto de “eternidad” me cuesta mucho trabajo. Hoy día de mi cumpleaños me avisaron que había fallecido un hombre que fue mi hermano de vida. Alguien con quien compartí mucho, un amigo con quien sin medir críticas nos compartíamos la vida, quien me permitió ayudarlo y me ayudó en momentos donde la escucha era el valor más anhelado y escaso, a veces coronada con un hotcake con cajeta que compartíamos como el manjar más especial.
Fueron muchos momentos donde la comida era un pretexto para “Netear” y hacer las preguntas que difícilmente pedías responderte tu solo, tenía una capacidad especial para darme perspectivas diferentes y a la vez me permitía dar las mías en problemas que la vida nos retaba y que no siempre un buen libro de texto podría acercarnos las respuestas.
El yiddish, un idioma heredado de nuestros antepasado le encantaba, en él se utilizan palabras que podrían explicar frases completas y así salpicaba nuestras conversaciones.
Criticó, terco, auténtico, un hombre que pudo aprender de los textos que interpretaba y que lo hicieron parte de quien era. Famoso pero a la vez sensible e irreverente porque siempre fue fiel a quien quiso ser -sin importar lo que los demás pensaran-.
Hoy entendí la palabra ”Dicotomía”, por un lado recibí muchísimas felicitaciones por mi cumpleaños y por otro la tristeza de saber que ya no lo volvería a ver, esto hacía de los minutos un contraste que me desgarraba el alma.
Mi consuelo, saber que ya no sufrirá más, pues desde que enfermo de esa misera enfermedad llamada cáncer, pedí todos los días que no sufriera. Desafortunadamente el dolor lo acompañó, desde mi punto de vista demasiado, pero así los designios de D’os y cuando hoy me avisan que dejo esta vida terrenal, me sentí devastado pero aliviado por el.
El dolor de saber que ya no podré llamarlo es inexplicable, saber que cuando quiera platicar profundo, el no estará para compartir. Dicen que alguien muere realmente cuando es olvidado y a él seguro nunca lo olvidare, vivirá eternamente en mis recuerdos y en mi corazón, pero aquí es donde “la eternidad” me cuesta trabajo.
Vuela alto querido DAVID OSTROSKY, hermano de vida y que tu recuerdo sea el bálsamo que nos cure el dolor de saber que ya no estarás en este plano terrenal. Te voy a extrañar como ni yo mismo podré entender. Te quiero Bro, descansa en paz.
Artículos Relacionados: