En las pasadas vacaciones pude darme un brinquito a la ciudad eterna y visitar de nuevo, lo que para un servidor es uno de los lugares más simbólicos de la Cultura Occidental, que conserva una de las zonas “ultra peleadas” por la humanidad de todas las épocas. Esa parte de la ciudad es visible a la distancia por sus muros y por la inconfundible Cúpula de la Roca, el tercer lugar sagrado del islam, después de la Kaaba en La Meca y la mezquita del Profeta en Medina.
En uno de los costados de esta magnífica explanada, también encontramos el Kótel Hamaáravi o Muro de las Lamentaciones, que en hebreo simplemente llaman “muro occidental”, pero que adquiere para el judaísmo -religioso o laico- tremenda importancia, pues es el último vestigio del Templo de Jerusalem. Sus restos datan de la época de Herodes el Grande. Este Herodes fue un gran constructor, encargando la hechura de grandes muros de contención en casi todo el Monte Moriá por el año 37 antes de nuestra era. Muros con historia sin igual, que durarían sin mayores alteraciones, dos tantos más, en la llamada nueva era.
Sobre la pequeña explanada fueron edificados el Primero y Segundo Templo, dándosele el nombre de Explanada de las Mezquitas por el mundo musulmán y como Explanada del Templo, por la tradición judeocristiana. El Primer Templo fue contruido en el siglo X a.d.e. y destruido por los babilonios en el 586. Lo que se conoce como Segundo Templo, fue encargado a Ezdras y Nehemías en el 445 a.d.e. de vuelta del exilio de Babilonia. A su vez fue destruido en el año 70 de nuestra era durante la gran revuelta judía. Se calcula que cada templo se mantuvo en pie por unos 400 años.
De acuerdo con la historia, cuando las legiones del emperador Vespasiano destruyeron el templo, sólo una parte del muro exterior quedó en pie. Se dice que el entonces general Tito dejó este muro para que los judíos tuvieran el amargo recuerdo de que Roma había vencido a Judea (de ahí el nombre de Muro de las Lamentaciones).
Sin embargo, muchos judíos atribuyen su existencia a una promesa hecha por Dios, según la cual siempre quedaría en pie al menos una parte del sagrado templo como símbolo de su alianza perpetua con el pueblo judío. Los judíos hemos rezado frente a este muro durante los últimos dos mil años, confirmando -por lo menos hasta hoy- que este es el lugar más accesible y sagrado de esa Tierra, ya que no pueden acceder al interior de la Explanada de las Mezquitas, que sería el más sagrado de todos.
En la Explanada de las Mezquitas rodeada por el Muro, los musulmanes han ido construyendo a lo largo de los siglos la Cúpula de la Roca; la Mezquita de Al-Aqsa, con capacidad para 5,000 fieles; un cementerio donde acogen a Shaddad Ibn Aws, amigo de Mahoma y a Ubadah bin Samet, uno de los redactores del Corán; también tienen el Museo Islámico Al-Sharif, donde se exhiben las renovaciones que se han efectuado a la cúpula y varias piezas antiguas de colecciones cristianas y judías.
Del Muro del Templo, el Director de “Foro” conserva el registro fotográfico de una serie de artículos publicados en 1990, de los cuales tomamos algunas gráficas, al igual que de la revista española “Historia y Vida” cuya Directora es nuestra amiga Isabel Margarit. A los dos Medios, gracias por haberlas facilitado.
Tan sólo en 1990 ya se habían descubierto más de 378 mts. de los 488 mts. estimados que medía el Muro que ha estado enterrado por siglos. Se sabe que Herodes amplió el Muro Occidental, rellenando un valle que 
existía de norte a sur, llamado “Terapion”. Gracias a ello pudo construir con mucha mayor grandeza y amplitud el segundo Templo. Varias rocas que existían en el valle, sirvieron de simientos, dando anchuras promedio de 5 mts. en la base; muchas se cincelaron exquisitamente por los 4 lados, estilo que hasta la fecha se le llama herodiano.
Desde los primeros descubrimientos la arqueología israelí se ha topado con la intransigencia de varias fundaciones musulmanas, que se oponen a que se siga escabando hacia el centro de la explanada; no obstante las personas que hemos tenido la oportunidad de adentrarnos en esos túneles y pasadizos, nos impacta su majestuocidad y no comprendemos a ciencia cierta, las técnicas que se usaron para lograr bloques en la base del Muro, de hasta 12.5 mts. de longitud, de 3 o más mts. de altura y similar anchura, con un peso aproximado de 350 toneladas cada uno.
Desde la terminación de la guerra de los Seis Días, los conocimientos sobre este punto geográfico -que algunos consideran como el centro del mundo, cuando de religión se habla- ha detonado un interés general muy parecido al que tuvo y sigue teniendo el antiguo Egipto. Desde que el pueblo judío con sus investigadores, han tenido acceso a esta especie de cápsula de tiempo, la imaginación y actividades de las otras 2 religiones también continúan creciendo, mediante la difusión y repaso de temáticas, que por siglos, muchas de ellas siguen siendo polémicas.
Al final, uno llega a preguntarse: ¿Qué habría sido de tantos personajes y doctrinas de la Biblia y el Corán, sin sus escritores, artistas o constructores?…
Artículos Relacionados: