La judía de Montevideo, 2da. parte

Por:
- - Visto 689 veces

Prólogo

“El rey se enamoró locamente de una judía que tenía por nombre la Fermosa, la Hermosa, y olvidó a su esposa.

Alfonso el Sabio, Crónica Generea.
Alrededor de 1270.

A Toledo fue Alfonso
Con la reina joven y bella.
Pero el amor lo cegó.
Se prendó de una judía
Cuyo nombre era Fermosa.
Sí, Fermosa se llamaba,
La Hermosa.
Y la llamaban así con justicia.
Y por ella olvidó el rey a su reina.

Los Amores de Alfonso VIII con la hermosa judía.


Romanza de Lorenzo de Sepúlveda, 1551.”

1. Onetti escribió “El Pozo”

Perpetuamente a Lea no le apetecía paladear la noche. Carecía de un pretexto plausible, mas lo cierto es que no salía de noche. Se anteponía el placer que le otorgaba escribir. En semejante mundo podía ser tan libre como para desnudar absolutamente el alma saturada y prescindir de máscaras e incertidumbres, allí sólo existían la paz y el éxtasis.

Codiciaba consagrarse al arte empero comprendía el deber de trabajar duro. Se le había revelado un precedente cuando pisó como preámbulo un taller literario. Un ambiente de lo más paquete, en el Museo Zorrilla, no obstante Lea sólo quería las pautas,. ya tenía producción y sabía que necesitaba darle un orden como también le era imperioso pulir la parte que más detestaba: los ajustes, la revisión: el acabado ” técnico ” de la obra. Por eso el taller.

Un taller, a pesar de que las señoras compañeras de la alta sociedad montevideana que concurrían, lo hacían para completar un programa de lo que ellas consideraban ” actividades culturales “, pero tan solo se trataba de un mero pasatiempo.

Aquella noche de invierno Lea tenía la ridícula pretensión de volver temprano. Se había animado, tras sortear una dura batalla con la fobia social, a integrarse a un grupo de poetas y aquello la regocijaba plenamente. Muy a su pesar, un detalle insoportable, se reunían no precisamente a la mañana, ni a la tarde. – ¿Qué querés, Lea? La gente trabaja y esa es la hora a la que pueden le espetaron como respuesta a su queja.

Aquella peculiar noche estaba agendada la charla de un escritor ” importante ” y Lea creía pertinente oír a ” una persona de mundo “.

Lea ascendió por las escaleras y entreabrió la puerta cancel. Había montada una mesa larguísima y el escritor ocupaba la cabecera. Intentó desesperadamente pasar desapercibida pero el asunto se le fue de las manos cuando alguien dijo en voz alta- ” Para quienes no la conocen, les presento a Lea, escritora, ypintora “. Con resignación tomó asiento en un lugar casi invisible.

El escritor comenzó la oratoria y Lea lo observó brevemente: hablaba seguro, vestía bien, y se le antojó que el tipo era harto soberbio. La forma en que hablaba revelaba una necesidad de protagonismo absoluto, el hombre se otorgaba una magnificencia sublime. ¡Estaba haciendo una obra de caridad aceptando gastar palabras en un grupo de poetas que no estaba ni cerca de ser ” famoso “!

No escatimó en prolegómenos: ” Tengo treinta libros publicados “, ” Mis obras fueron traducidas a diversos idiomas “, ” Recibí premios internacionales “… ¡Por Dios! ¡Qué pillado! ¿Para qué el escritor le contaba a todo el mundo y varias veces aquellos detalles? Lea no lo soportaba. ¡Por favor! ¡Que si alguien era realmente bueno no tenía que andar avisando para que la gente se diera cuenta!

Lea estaba pensando en levantarse y dar una excusa elegante cuando intempestivamente, la charla dio un giro interesante. ” A través de la literatura viajo ” fue la frase reveladora. ¿Se podía viajar a través de la literatura? ¿El podía hacerlo? ¿Y cómo lo hacía? El escritor habló de los pasajes. De la necesidad de crear pasajes, zonas misteriosas que conducían, como lo escribió Cortázar, de la Galería Güemes a las galerías de la rue Vivienne. Espacios híbridos, ni afuera ni adentro, ni casas ni calles, los pasajes se constituían como otro espacio. Son los pasajes los temas recurrentes de Cortázar, son su lugar por excelencia. El pasaje constituye un sitio y una acción, un paisaje quieto; explicó el escritor. Y luego dijo que él cuando había transitado por el pasaje Güemes había sentido lo mismo, que entraba en Buenos Aires y que salía en París.

Lea estaba ensimismada. Aquel concepto del pasaje la había fascinado, y pensó si podría existir un pasaje por debajo del Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo para viajar directamente a Israel, para encontrarse con Daniel.” Viajar a través de la literatura “, y tener ese poder. Lea había constatado que sí lo tenía porque efectivamente se había reunido con Daniel en Israel mientras el escritor hablaba.

La disertación finalizó y todos se acercaron al ídolo, querían felicitarlo, tocarlo, hacerle un busto de bronce.

A través de la Octava Maravilla, la Red Social, Lea fue localizando a todas las personas que fueron parte de su infancia, la escuela y el liceo, no obstante jamás volvió a verlas. Iban emergiendo conjuntamente y tenía la potestad para ver sus fotos de ahora, de conocer sus devenires. ¡Se verían los rostros tras un cúmulo de años! Muchos dijeron que leyeron a Lea a través de Internet. Es que Lea escribía para llegar al alma de las personas…

La Red Social fue acercando a Lea hacia diversos entornos. Y así fue que un día se percató que entre el grupo de amistades de un conocido suyo figuraba Augusto, el escritor.

Fue ver “Augusto” escrito en el monitor del laptop y recordar los pasajes mágicos, aquellos que podían hacer que uno viajara de Montevideo a Japón por un agujero que atravesara el planeta. “A través de la literatura viajo”, le dijo su voz pensada. La voz de Augusto. ¡Qué contradicción absoluta resultaba que un ególatra que se creía el Dios del universo se sensibilizara con un pasaje literario, y que perdiera su valioso tiempo habiendo él mismo atravesado también el Pasaje Güemes para también vivenciar lo que decía Cortazar!

¿No habría sido despiadado su veredicto para con él? ¿Cómo saberlo ahora? ¿Se quedaría con la duda eterna? Acto seguido Lea recordó una frase del filósofo rumano Emile Ciorán. Y quedó paralizada.

“Dudar; pero siempre que me venga en gana”.

Continuará… (Onetti escribió “El Pozo”, 2da. Parte)

Acerca de Anna Donner Ryba

Anna Donner Rybak nace en Montevideo el 21 de setiembre de 1966. Es analista en sistemas, escritora y artista plástica. Escribe diversos géneros: Cuentos históricos, cuentos de humor, Columnas de actualidad, Ensayos, Poesía y Fantástico. En 2007 participa como integrante del coro ACIZ CANTAMOS en el encuentro Interamericano de Coros en la Ciudad de Buenos Aires, abriendo la presentación leyendo un cuento de su autoría: Intermitencias de la Muerte. En 2009 lee Retazos Blancos, Negros y Sepia

Deja tu Comentario

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, DiarioJudio.com se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de DiarioJudio.com, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.


El tamaño máximo de subida de archivos: 300 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Artículos Relacionados: