“La cámara es sólo la primera herramienta” -Lillian Bassman
Las publicaciones de moda y las revistas se enfocan en tener a los mejores especialistas y curadores de imagenes en sus páginas, esto debido al gran auge de información en el que estamos inmersos y en el que existiendo grandes posibilidades de elección sobre cualquier temática, el contenido debe ser de calidad y alta percepción. El concepto de belleza y fotografía ha cambiado a la par de que van evolucionando técnicas artísticas, lo podemos observar desde las primeras modelos, su forma y su prototipo en la sociedad hasta en la fotografía con la técnica análoga hasta las imágenes realizadas mediante la cámara digital y los diferentes programas de edición.
Múltiples fotógrafos de moda han sabido capturar bajo su lente a las mejores modelos, las tendencias y una visión contemporánea que transmite fuerza y sentimientos a cualquiera que las ve, cada uno tiene una técnica y una manera de llegar a posicionar su arte. Con ellos tenemos un sentido de la vida, ya que a través de su visión nos abrimos un panorama de posibilidades hacía lo que el mundo y la realidad nos ofrece. Una de las fotógrafas más reconocida en este universo y que ha marcado una importante pauta en la manera de hacer foto de moda es Lillian Bassman; conocida por sus imágenes con alto contraste en blanco y negro fue una de las mujeres más representativas en la historia de la moda, ya que justificando a través de su imagen, podemos apreciar su reflexión sobre la condición social y cultural de las mujeres, cambiando y adaptando el concepto a lo que contemporáneamente vemos en la nueva influencia visual.
Lillian Bassman nació el 15 de junio de 1917 en Nueva York, específicamente en Brooklyn. A los 15 años, decidió vivir con Paul Himmel, con el que además de vida compartía su pasión por la fotografía, ya que él fue uno de los profesionistas más destacados en el ámbito. Pese a estar con un fotógrafo, a Lillian no le interesaba aprender fotografía, ni siquiera tomar la cámara, sus intereses se centraron en tratar la fotografía, analizarla, conocerla e investigarla para poder tratar su transfondo, hecho que los unió más, ya que como pareja equilibraban técnica y metodología.
Con el paso del tiempo y desarrollando su carrera como ilustradora, Lillian conoció a Alexey Brodovitch, el gran director de arte de Harper’s Bazaar conocido por su gran trabajo como diseñador e ilustrador, el cual la impulsó a entrar en el mundo editorial como becaria en la revista, hasta que al darse cuenta que necesitaba trabajar ahí decidió contratarla como diseñadora, comenzando a ser responsable de la dirección artística de Junior Bazaar y conociendo a exitosos fotógrafos como Richard Avedon, Robert Frank o Arnold Newman.
Mientras se desarrollaba como diseñadora se dio cuenta que el trabajar con fotógrafos le hacía resaltar su creatividad y querer dar un poco de su forma de ver en las imagenes que de otros publicaban, sin meterse en su trabajo. Fue el día en que Brodovitch le propuso “hacerse fotógrafa” “Entonces me hice fotógrafa. “En Junior Bazaar tenía una o dos páginas para mí”, contaba en una entrevista publicada en el libro Hall of Femmes: Lillian Bassman. El cual basa su contenido en el trabajo artístico, sus distintas publicaciones, fotografías y textos en los que resalta su manera elegante y original de establecer la moda.
Al comenzar con su carrera como fotógrafa, Lillian utilizaba los estudios de varios de sus amigos fotógrafos, jugando y experimentando con distintas técnicas hasta lograr imágenes que realmente le convencían y que iban con la línea editorial que manejaba. En su trabajo se puede admirar la influencia por el blanco y negro, incorporando imágenes abstractas y experimentales que enfatizan la belleza de los brazos y manos con ángulos que destacaban la belleza de sus modelos.
Lillian siempre fue una figura diferente en el universo de la moda, ya que defendió su estilo y forma de ver la vida muy independiente a todo lo que siempre fue impuesto, por ello siempre determinante en los setenta, Lillian desarrolla un desencanto con la industria de la moda por lo que decide abandonar su carrera fotográfica y deshacerse de todo su material, por suerte para los ávidos de la fotografía, uno de sus asistentes resguardó gran parte de su trabajo y con el cual pudo hacer el libro Hall of Femmes, sorprendiendo una vez más a sus seguidores y colegas ya que las retoma y las reinterpreta utilizando técnicas de pintura dentro del cuarto oscuro, siendo reconocidas por traer una nueva estética a la fotografía comercial y editorial a través de recursos técnicos artísticos como el flou vaporoso, el tiraje mediante reducción y la exposición selectiva.
Lillian murió a los 94 años dejando un legado importante en la forma de ver la fotografía de moda, otorgando una perspectiva en la manera de apreciar y vivir el arte de la fotografía e influyendo absolutamente en las publicaciones actuales.
Para ver un poco más de su trabajo, se dispone de una galería virtual.
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