¿Cómo vivieron los niños el Holocausto? Actualmente la mayoría de nuestros sobrevivientes fueron niños durante la Segunda Guerra Mundial y tenemos la fortuna de que aún podemos escuchar de sus labios sus historias de supervivencia.
Al hacerle esta pregunta a Luis Opatowski, nuestro invitado especial de la semana en The Voice of the Silence y sobreviviente de los campos de concentración y exterminio de origen belga, nos cuenta que tenía cinco o seis años cuando su país fue invadido por los nazis. De pronto el pequeño Luis no podía tomar el transporte público, ni ir a la escuela, era insultado en las calles y había toque de queda y no entendía por qué.
“Me la pasaba pegado a mis papás, tenía mucho miedo pero no comprendía el motivo por el que la gente de pronto nos odiaba”. A pesar de esto la historia de este sobreviviente tiene destellos de luz en medio de la oscuridad. Los belgas fueron un pueblo particularmente protector con los judíos durante la guerra y Luis fue escondido por católicos, primero por un sacerdote que lo enseñó a acolitar (auxiliarlo según el rito católico) durante la misa y después fue resguardado en un monasterio. Sus padres también fueron resguardados y trabajaron en un sótano a escondidas.
A pesar de todos los esfuerzos Luis fue llevado con toda su familia al campo de concentración de Stutthob. Este fue un campo de concentración familiar en el que se mantuvieron vivos a los niños y se les explotó con los trabajos forzados de los cuales fue víctima nuestro sobreviviente. En Stutthof no habían cámaras de gas y los presos se ayudaban unos a otros a sobrevivir, dentro de lo posible.
Cuando le preguntamos a Luis cómo es que él, de entre tantas personas, logró sobrevivir, nos dijo “Sobreviví por suerte o milagro o Dios, cualquiera de esas tres”.
Después de la guerra, los Opatowski volvieron a buscar el departamento en el que habían habitado toda su vida. Estaba completamente saqueado y pronto se enteraron, a través de la Cruz Roja, que tenían un tío que vivía en México, un país lejano y del que posiblemente solo habían escuchado en escasas ocasiones. A pesar de eso, se subieron a un barco carguero y después de semanas en el infame bote, llegaron a nuestra tierra.
“Siempre voy a agradecer a México, que me recibió con los brazos abiertos, con gente cálida y sonriente. No hay gente como los mexicanos en ninguna otra parte del mundo”, nos dijo Luis emotivamente y estoy segura de que cada uno de nosotros se siente orgulloso de tener al señor Opatowski con nosotros, por su calidad como persona y por las historias que nos cuenta, que a pesar de que son dolorosas, no las debemos olvidar.
“Suerte, milagro o D-is”
Gana el Eterno, dos a uno.
B”H!
Hola hola, un favor luis trabajo hace varios años conmigo, me encantaría volver a retomar la amistad alguien que Me pueda compartir su contacto ?????