¿Qué habría pasado si usted volviera a nacer e inmediatamente fuera dado en adopción a una familia completamente diferente a la suya? ¿Qué cambiaría? Probablemente tendría una mejor o peor educación, viviría en otra ciudad. Ahora reflexione sobre su personalidad ¿Le gustaría la misma ropa y música que le gustan ahora? ¿Tendría la misma pareja que la que tiene hoy? ¿Cree que sería más inteligente?
¿Es realmente imperativa la máxima de Schopenhauer: “El hombre puede hacer lo que quiere; pero no puede querer lo que quiere”? o quizá debemos mirar la máxima de Zimbardo: “Un pepinillo dulce en un barril de vinagre, será un pepinillo de vinagre.” En el RING, este es el debate. Es un debate con implicaciones brutales, usted diga: legislación, bioética, alimentación, racismo, discriminación, evolución. ¿Somos o nos hacemos? ¿Son nuestros genes o es nuestro entorno lo que nos determina?
Para conocer cuál de estos dos factores importa más, la naturaleza nos ha brindado una curiosidad biológica espectacular: los gemelos monocigóticos. Los gemelos nos dan la oportunidad de realizar experimentos naturales que nos permiten saber cuál es el papel de los genes en el desarrollo del individuo. Por ser del mismo cigoto, los gemelos idénticos portan exactamente la misma información genética y, en consecuencia, cualquier diferencia se debería al cambio del ambiente en el cual se desenvuelven.
Se han hecho muchos estudios con gemelos con diferentes conclusiones. Los gemelos monocigóticos cuando son adoptados por familias diferentes, luego de unos años, se reencuentran y se les hacen pruebas de personalidad para ver las similitudes y diferencias. Tal es el caso de Jim Lewis y Jim Springer que se reencontraron por primera vez a los 39 años. Notaron que a los 18 años comenzaron a sufrir de migrañas severas, que ambos tenían un Chevrolet azul, ambos habían trabajado en una gasolinera y habían sido policías. Además, situaciones que parecerían aleatorias fueron asombrosamente coincidentes: ambos tuvieron un perro llamado Toy, ambos tuvieron hijos, incluyendo uno de cada uno llamado James Allan o James Alan. Por si fuera poco, ambos estuvieron casados dos veces, primero con una Linda y luego con una Betty. El equipo de Thomas Bouchard, director de este experimento, realizó pruebas de personalidad que impresionaron a los investigadores con las similitudes entre ellos. Como este, hay muchos casos documentados y son evidencia de que la genética consolida nuestra identidad en considerable proporción.
Por otro lado, Tim Spector, creador del registro británico de gemelos, se retractó de su postura gen-centrista, como la de Nancy Segal, luego de examinar el caso de muchos otros gemelos que a pesar de haber sido criados en el mismo ambiente, había aspectos en los que eran radicalmente diferentes. Tal es el caso de dos gemelas, una de las cuales ha tenido 25 hombres en su vida y la otra de ellas tan sólo cinco. En contraste con las investigaciones de Nancy Segal, esta evidencia sugiere que el ambiente puede ser más poderoso que la genética en la vida humana.
Pero existe también una tercera vía, una novedosa propuesta de científicos entre quienes se encuentra Bruce Lipton, la epigenética (por encima de la genética). Según la epigenética, aún cuando supiésemos exactamente cuáles son los genes que intervienen en las características humanas y de qué manera lo hacen, existen procesos que activan y desactivan la expresión de estos genes. Estos son parte del ambiente: el deporte, la alimentación, algunas enfermedades. Es decir, es una fusión de naturaleza y entorno. La epigenética señala que existen características que vienen dadas y que no se pueden cambiar, como el código genético contenido en el ADN; sin embargo, la expresión de algunos de estos genes puede variar de acuerdo con las circunstancias del entorno. De hecho, existen casos en los cuales nietos de generaciones que experimentaron hambrunas durante y después de la segunda guerra resultan ser obesos por causa de la escasez vivida por sus abuelos.
Conocer la respuesta al debate de genética contra entorno podría revelarnos si enfermedades como el cáncer, el tabaquismo, el alcoholismo o la obesidad son genéticas o son resultado del contexto. Puede revelar si la orientación sexual es natural o es aprendida de acuerdo con el ambiente, esto significa que un heterosexual podría de hecho no serlo de haber sido criado en otro entorno. A la fecha, aún no sabemos si hay o no un guión genético que dicta de algún modo nuestra personalidad, y estamos lejos de tener una respuesta concreta. Aún así, luego de la codificación del genoma humano, hoy la respuesta apunta hacia la epigenética. Este es un momento histórico ¡démonos cuenta! Discutir estos resultados hace 50 años habría sido políticamente incorrecto. Pero, esto es un RING y aunque hoy seguimos tocando puertas en la ciencia, podemos decir sin miedo que el resultado del debate actual es ¡4 rounds al entorno y 8 rounds a la genética! Hace 40 años, el resultado habría sido al revés ¿Qué nos espera en 20 años? Usted prediga.
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