Otto Frank, Padre de Ane Frank. Continuó promoviendo el mensaje de Anne de tolerancia y compasión por el mundo

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Nacido en Fráncfort del Meno, Frank sirvió en el Ejército alemán en el frente Oeste durante la I Guerra Mundial y consiguió el grado de teniente en 1915, llegando a recibir la condecoración de la Cruz de Hierro. Se casó con Edith Holländer el 12 de mayo de 1925 en Fráncfort del Meno, y su primera hija, Margot, nació el 16 de febrero de 1926 ; tres años más tarde nació Anne el 12 de junio de 1929.

Arresto


Cuando Hitler subió al poder, decidió en 1933 emigrar con su familia a Ámsterdam (Países Bajos ) y se dedicó al negocio de la fabricación y venta de pectina y especias en la empresa Opekta. Al entrar los alemanes en Holanda, se refugiaron en la buhardilla de su almacén durante 25 meses. El 4 de agosto de 1944 la Gestapo detiene a Otto y su familia. Fueron deportados al campo de concentración de Westerbork y más tarde al de Auschwitz.

Desde Westerbork partían cada tanto trenes con rumbo a los campos de concentración en el Este. El sábado 2 de septiembre se dio a conocer la lista de los prisioneros que deberían partir al día siguiente. Entre los 1019 nombres figuraba el de Margot.

Viaje en tren

Al día siguiente, de madrugada, un largo tren de carga estaba listo para partir. Cada vagón transportaba a unos 70 prisioneros amontonados: hombres, mujeres y niños, jóvenes y ancianos, sanos y enfermos. La mayoría viajaba de pie. Los Frank consiguen viajar juntos. Lenie de Jong-van Naarden, otra de las pasajeras de aquel tren, recuerda: «Muchos niños dormían apoyados en sus madres o sus padres, entre ellos las hermanas Frank; todos estábamos muertos de cansancio».

La travesía en tren duró tres días. En cada vagón había un cubo que hacía las veces de retrete. Al poco tiempo, el olor se hizo insoportable. A los prisioneros les era imposible tragar nada. Janny Brilleslijper: «Viajábamos todos apretujados. En los vagones había unas rendijas muy grandes y dos rejillas con una gruesa tela metálica, por donde entraba el aire. Cuando a uno le tocaba viajar cerca de alguno de esos puntos de ventilación, podían pasar dos cosas: que lo molestara menos el olor o que se resfriara, por la corriente que había».

Por momentos el tren circulaba rápido, luego despacio. Rosa de Winter-Levy: «A los dos días estábamos exhaustos. En una parte del vagón moría un hombre, en otra se desmayaba una anciana, los niños lloraban, era casi imposible aguantar».

A la tercera noche, el tren se detuvo repentinamente. Eran alrededor de las dos de la madrugada. Las puertas de los vagones se abrieron. «¡Bájense! ¡Rápido, más rápido!», les gritaban unos hombres vestidos en trajes a rayas, que los obligaban a dejar sus equipajes a bordo del tren. Eran prisioneros de Auschwitz, cuya tarea consistía en sacar de los trenes a la gente a medida que iba llegando. En el andén patrullaban soldados de las SS con perros. Llevaban látigos en la mano. Unos reflectores muy potentes iluminaban los andenes. Los hombres tenían que colocarse de un lado, las mujeres del otro. Esta fue la última vez que Otto Frank ve a su mujer y a sus hijas. «Nunca en mi vida olvidaré la mirada de Margot», revelaría años después, refiriéndose a aquel momento.

Mauthausen

Otto Frank fue liberado en Auschwitz el 27 de enero de 1945. Los nazis abandonaron el campo poco antes de la liberación, llevándose a los prisioneros que aún estaban en condiciones de andar. Entre ellos estaba Peter van Pels. A finales de enero llega al campo de Mauthausen (Austria ), donde los prisioneros deben realizar trabajos pesados. Peter van Pels fallece según datos del Comité Internacional de la Cruz Roja en Suiza de inanición el 5 de mayo de 1945, cinco días después de que los americanos liberaran el campo.

Otto fue repatriado a Holanda en junio de 1945, donde se encontró con las personas que lo habían ayudado. Una de ellas, Miep Gies, había guardado el Diario de Anne para entregárselo a la muchacha cuando volviera. Otto inició gestiones de búsqueda, investigó entre listas de la Cruz Roja, entrevistó sobrevivientes, en vano. Fue así como supo de la muerte de su esposa, Edith Höllander, el 6 de enero de 1945 por inanición en Auschwitz y de la muerte del dentista Fritz Pfeffer en el campo de concentración de Neuengamme en noviembre de 1944.

Finalmente en julio de 1945, Otto recibió la carta de una muchacha holandesa que había compartido con Anne y Margot desde el campo de tránsito en Westerbork, en Auschwitz y en Holanda. La muchacha le dijo a Otto que sus hijas no volverían.

Postguerra

En los años de la posguerra, Otto Frank aboga por los derechos humanos y el respeto. Junto con Fritzi, su segunda esposa, responde a miles de cartas de lectores del diario que le llegan de todo el mundo. Con algunos lectores entablan una nutrida correspondencia. Otto Frank declara al respecto: «Sobre todo los jóvenes me preguntan una y otra vez cómo han podido ocurrir estos hechos tan monstruosos. Yo les contesto lo mejor que puedo, y al final de mis cartas suelo ponerles: “Espero que el libro de Ana pueda inspirarte cuando seas mayor, para que en tu entorno puedas luchar, en la medida de lo posible, por la paz y el acercamiento entre los hombres”».

Tras la guerra el único superviviente de la familia Frank fue Otto, quien recogió el diario de su hija Anne y, tras un tiempo de reticencias, se decidió a publicarlo en su memoria.

Hasta el día de su muerte a los 91 años el 19 de Agosto de 1980, Otto Frank continuó promoviendo el mensaje de Anne Frank de tolerancia y compasión por el mundo.

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