El portal Worldmeter publica cotidianamente los guarismos de la pandemia en cada país, contabilizando el número de infectados y fallecimientos del COVID-19 tomando como base y referente un millón de habitantes. En este contexto, Israel irrumpe en el noveno lugar en el número de contagios pero con el número cincuenta y cuatro en cuanto a a fallecimientos. ¿Cómo explicar el abismo y desfasaje entre el número de infectados y el número de fallecimientos?
Se han vertido al respecto distintas razones. En primer término, la estructura del Sistema de Salud Israelí y en especial el eficiente quehacer de las Mutualistas Médicas Israelíes, cuya bondades cobraron resonancia mundial en el marco de la exitosa inoculación de la población israelí contra el COVID-19. El hecho que las mutualistas trataron a mas de setenta mil infectados en sus hogares contribuyó decisivamente a su recuperación, evitando la propagación del virus así como la saturación del sistema hospitalario. Otro tanto cabe señalar respecto a los hospitales quienes aún en épocas con 1200 enfermos graves diarios lograron salvar la vida de buena parte de ellos.
Asimismo debe consignarse que el número de contagios entre personas adultas fue sensiblemente menor a su proporción en el total de la población israelí y ello en mérito a dos razones. La primera es que un cuarto millón de adultos necesitados de acompañantes residen en sus hogares, atendidos personalmente por todo lo cual el riesgo de contagio en este colectivo-obviamente el mas vulnerable- se redujo terminantemente. El otro factor fue las medidas adoptadas para proteger a los adultos que residen en los Hogares de Ancianos. Luego de un comienzo vacilante, se aprobó un programa que apuntó a la protección de los adultos en las antedichas residencias elaborado por el profesor Roni Gamzu y dirigido por el profesor Nimrad Maimón. Desde el mes de julio todo el personal de estas residencias está sometido a revisaciones cotidianas -unos 10.000 isopados diarios- con un costo pecuniario por demás alto,contribuyendo de tal modo a proteger a este vulnerable colectivo y evitando igualmente la propagación del virus.
Al igual que todo el mundo, el personal sanitario de Israel desplegó una abnegada y por momentos estoica gestión. En ese contexto, quería detenerme en una noticia que me conmovió. Se trata del doctor Dror Driker, médico del Hospital Sharón de Israel. Al fallecer su madre, sin perjuicio de ser un judío practicante y ortodoxo moderno o precisamente por ello, renunció a practicar el duelo en su hogar durante una semana tal como lo establece la tradición judía. Sintió que en ese momento su lugar era en el hospital. Urgía salvar vidas , recuperar a los enfermos y evitar la saturación de los hospitales. Por todo ello, merecidamente se lo honró con encender una de las antorchas en la celebración oficial del Día de la Independencia de Israel acaecida hace pocos días, en la cual representó a todo el personal sanitario de Israel.
Sin perjuicio de ello, la razón fundamental radica en que Israel es un país con una considerable población joven y numerosos niños. A título de ejemplo, los adultos mayores de 65 años conforman un 12% de la población mientras que los niños entre las edades 0-14, configuran un 28% de la población. Concretamente, residen en Israel cerca de 950.000 niños y 50.000 ancianos de más de 90 años. En cambio en los países de la OCDE(Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico), el promedio de la población mayor de 65 años conforma un 17% , mientras que los niños hasta 15 años constituyen un 17% de la población.De ahí que en Israel al poseer una considerable población joven, aún en el caso de contraer la pandemia, las posibilidades de buena parte de su población de superarla fueron obviamente mayores y explica el claro abismo existente entre el número de contagios y el número de fallecimientos registrados en su seno.
Obviamente Israel espera con lógica ansiedad el momento de poder administrar la vacuna a su numerosa población de hasta 16 años y alcanzar definitivamente la vacunación colectiva.
El boom demográfico
Todo ello no es casual Israel con 9.300.000 habitantes, acusa un pronunciado boom demográfico.
Contrariamente a lo que sucede en Occidente, Israel supera la tasa de natalidad de los países de la OCDE, o la de países como Perú, Sudáfrica, India e Indonesia. Su tasa de natalidad se asemeja a la de los países árabes y es únicamente superada por la de los países africanos.
En las familias laicas y tradicionalistas el número de hijos se acerca a tres. En el Sionismo Religioso y en la Ortodoxia Moderna el promedio oscila entre cuatro a cinco hijos mientras que en la Ultra-ortodoxia es de siete hijos. La tasa de natalidad en la minoría árabe en Israel es de tres hijos, más exactamente 3.11 aunque cabe consignar que entre los beduinos el promedio se acerca a seis hijos
Mas aún, en este contexto de la sociedad israelí, asoma un proceso peculiar. Mientras que por lo general en los países desarrollados, cuanto mas culta sea la mujer, cuanto más encumbrados sean su posición y estrato social,procrea menos. En Israel la mujer sin perjuicio de su carrera profesional y estatus social no renuncia a la procreación, sino que en muchos casos lo hace tardíamente. Especialistas señalan que Israel está a la cabeza de nacimientos tardíos incluidos el de las madres solteras. De cada seis mujeres que procrearon contando más de 40 años, una de ellas era madre soltera. Innegablemente, la familia continúa conformando un valor de peso en la escala de valores de la sociedad israelí.
Si a todo ello le aunamos la creciente longevidad de su población, Israel se ha convertido en uno de los países con mayor densidad poblacional del mundo con los desafíos que ello implica y conlleva.
El Centro Taub estima que en el 2040 residirán en Israel 12.800.000 habitantes en tanto que el futurista a largo plazo Prof. David Pasig estima que en el año 2050, su población alcanzará los 16.000.000 de habitantes.
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