La noche de este viernes los judíos en el mundo comenzaremos a celebrar Pesaj, que recuerda nuestra liberación de la esclavitud en Egipto y el Éxodo hacia la libertad.
Pesaj narra la liberación del yugo del Faraón y la celebración consiste en destacar el valor del interrogante como un ineludible motor de búsqueda que abre caminos al conocimiento y a valorar esa libertad.
Las preguntas tienen un espacio central en la mesa del Seder: Leemos la Hagadá y preguntamos ¿Por qué esta noche es diferente de las demás? ¿Por qué comemos matzá? ¿Por qué comemos hierbas amargas?
Las respuestas se encuentran en la Hagadá misma y en las contestaciones de los pequeños.
En el Seder recordamos que el pueblo judío fue esclavo del Faraón en Egipto y todas las penurias y los males que debió soportar en el camino hacia su libertad. Recordamos, también, que esa memoria colectiva se transmite de generación en generación a través del relato, de la lectura y construcción de la Hagadá.
Pero la intención de la narrativa va mucho más allá. Pesaj simboliza la pelea constante contra nuestras propias esclavitudes. No fuimos ni seremos libres, sino que estamos todo el tiempo liberándonos porque seguimos siendo permanentemente esclavos.
Entonces Pesaj pasa a ser un espacio para reflexionar sobre estos nuevos tipos de esclavitudes y libertades. Por eso importa mucho juntarse y volver sobre los relatos bíblicos para debatir y abrir estas cuestiones. Tiene que haber comunidad y reflexión; y eso se nos da en la mesa del Seder.
El hiperconsumismo y la mercantilización de la vida nos hace menos libres y nos sumerge en un estado de alienación propio de cualquier tipo de esclavitud; pero el desmarque de los dogmas es un buen método para intentar liberarnos.
En la actualidad hay mucho discursos justificacionistas de ciertas decisiones tan violentas como lo fueron las 10 plagas que llevaron al Faraón a permitir, contra su voluntad, la salida de Egipto. Muchos se llenan la boca hablando de diversidad, pero no aceptan al otro; o alaban la paz y justifican la guerra como medio para conseguirla.
El riesgo de las plagas modernas es no verlas como tales y emplearlas como medios válidos para fines egoístas o alejados del verdadero sentido de la libertad.
La verdadera libertad se obtiene cuando se ejerce la tarea de liberar a otros a través de la justicia social.
Pesaj está siempre relacionado con las luchas en contra de cualquier esclavitud, contra la explotación, contra el abuso de toda índole. No podremos ser libres sino a través de la libertad colectiva o social.
La libertad individual se erige sobre la esclavitud del otro. Si la libertad supone la prioridad del yo, entonces el otro está condenado a desaparecer, pero no lo hará sin antes presentar una batalla cada vez más sangrienta, llena de plagas.
Pero, ¿capacita Dios al ser humano para hacerse libre mediante un cambio en el endurecimiento de su corazón? ¿Interviene Dios en ese proceso?
No. El ser humano es librado a sí mismo y hace su propia historia. El relato bíblico proporciona las herramientas para reflexionar, pero nunca para cambiar la naturaleza del ser humano, haciendo lo que sólo éste puede y debe hacer por sí mismo.
Y de eso justamente se trata Pesaj: de pensar siempre en la libertad del otro, porque esclavos fuimos en la tierra de Egipto; y en toda generación debemos vernos como si cada uno de nosotros hubiésemos participado de ese Éxodo.
Pesaj es la posibilidad de elegir para nosotros y para los demás, lo que implica ser conscientes de que esa acción es un acto voluntario y racional de Tikún Olam; de mejorar el mundo.
¡Jag Sameaj!
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