Preparémonos para una larga guerra

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El Estado Islámico ha conducido un convoy de humvees robados a una base militar iraquí llamada Campamento Saqlawiya, situada justo al norte de Faluya, y los hizo explotar. Cientos de soldados iraquíes han muerto o están desaparecidos.

Hace seis años visité Saqlawiya. Un marine estadounidense me dijo: “Es a donde uno quiere ir si lo que quiere contar es que le disparan una vez a la semana”. Nadie me disparó; Saqlawiya estaba relativamente tranquila por aquel entonces porque tropas norteamericanas ocupaban la zona

El Ejército estadounidense ya no la ocupa. Y, dado que el Ejército iraquí, en la práctica, es inútil, pese a años de adiestramiento estadounidense, el Estado Islámico puede librar su campaña de tierra quemada, asesinatos y caos casi con impunidad.


Digo “casi” porque los ataques aéreos de la coalición encabezada por Estados Unidos están obstaculizando sus planes, pero el EI controla un área muy amplia, que se extiende por dos países y, si se quiere que cambie algo de forma sustancial al respecto, alguien va a tener que ir allí, limpiar el terreno y controlarlo

Sucede lo mismo en Siria. Estados Unidos y algunos Gobiernos árabes están bombardeando ahora al Estado Islámico del lado sirio de la frontera, incluidas su capital, Raqa, y algunas refinerías de petróleo, para poder mantener el dinero lejos de los bolsillos del grupo terrorista.

Pero, de nuevo, alguien va tener que ir ahí a limpiar y controlar el terreno para que cambien las cosas sustancialmente.

Nadie que nos guste va a ser capaz de hacerlo en un futuro inmediato. Si el Ejército iraquí no puede a estas alturas, puede que nunca pueda. En cuanto a Siria, según David Ignatius, del Washington Post, “el Ejército estadounidense (…) dirigirá el entrenamiento de las fuerzas sirias, pero ello llevará más tiempo, debido a que la oposición local parte con una base de preparación muy escasa. Es de esperar que, en algún momento del año próximo, esté lista una fuerza bien adiestrada compuesta por al menos 5.000 sirios, entrenada en Arabia Saudí y otros países”.

En realidad, nadie sabe cuántos combatientes tiene el Estado Islámico, pero se calcula que serán unas decenas de miles. Y esos 5.000 combatientes por cuenta de Estados Unidos ni siquiera existen todavía.

Así pues, entretanto cualquier terreno que quede limpio de combatientes del EI estará abierto para los regímenes sirio e iraní y para sus peones terroristas, como las ramas libanesa e iraquí de Hezbolá. Puede que Washington esté coordinándose indirectamente con Bashar al Asad a través de los iraquíes, y admite que lo está haciendo con milicias respaldadas por Irán, también a través de los iraquíes.

Podríamos estar discutiendo todo el día sobre quien es más peligroso: los terroristas suníes del Estado Islámico o el eje Irán-Siria-Hezbolá. De momento, el bloque dirigido por la República Islámica no está cortando cabezas de estadounidenses en YouTube, pero Teherán tiene un programa de armamento nuclear y seguro que pondrá a Asad y a Hezbolá bajo su paraguas protector si llega a completar dicho programa. El Estado Islámico es indescriptiblemente salvaje, pero nunca llegará a tener esa clase de fuerza ni supondrá una amenaza a tal escala para nadie.

Mantenerse al margen y dejar que ambos bloques se eliminen mutuamente no han sido nunca más que puras ilusiones. La historia y la guerra no funcionan así. Priorizar las amenazas y centrarse en una de ellas sin ayudar indirectamente a la otra es prácticamente imposible. Derrotar a ambas a la vez sin dedicar a ello un gran contingente de fuerzas terrestres también lo es. 

Así que estamos resistiendo a un grupo odioso y reforzando al otro. 

Ya lo hemos hecho antes; la ocasión más famosa fue la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos y Gran Bretaña formaron una alianza con Josef Stalin contra la Alemania de Adolf Hitler. La larga Guerra Fría contra Rusia comenzó casi inmediatamente después de que los aliados derrotaran al régimen nazi. Una de las últimas acciones de Occidente en esa guerra fue respaldar a los muyahidines de Afganistán frente a la ocupación soviética, algunos de los cuales posteriormente formaron los talibanes, mientras que otros se unieron a la Alianza del Norte.

Si hubiera una forma más fácil de limpiar el mundo, créanme, la emplearíamos. Pero no la hay. Así que aquí estamos.

Cuando comenzó la guerra civil siria, sostuve que había que encargarse de Asad antes que de los islamistas suníes, pero éstos eran más débiles por aquel entonces, y, de todas formas, a la larga tendremos que ocuparnos de ambos. Porque no habrá ninguna oportunidad para la paz y la tranquilidad en Oriente Medio hasta que tanto el Estado Islámico como el eje Irán-Siria-Hezbolá sean derrotados. Ocuparse de forma efectiva de sólo una de esas facciones llevará muchos años.

La Administración Obama ha estado completamente en línea con la opinión pública norteamericana en los últimos años al desear que Oriente Medio se fuera al carajo y nos dejara en paz. Gran número de habitantes de esa región han deseado lo mismo respecto a nosotros. Tras diez años de trabajar en la región y de escribir sobre ella, yo también estoy harto de ella. Pero nos toca cargar a unos con otros, nos guste o no. 

World Affairs Journal
http://elmed.io/preparemonos-para-una-larga-guerra/

8 comentarios en «Preparémonos para una larga guerra»
    • jehova es un nombre mal empleado y en latín hay que tener más prudencia cuando hagamos referencia al Dador de vIda usando alguno de los 72 nombres o titulos a referencia por los que se le quiera invocar. Hashem ( El Eterno) Adonai ( Elo Altísimo) Ha Kadosh Baruj-Hu ( el Santo Bendito sea su nombre) Elokim El Shaday etc

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