Llegan a mi casilla de correo numerosas inquietudes y abundantes preguntas de mis amigos de todo el mundo, sentimientos de inquietud, de temor y de intranquilidad originados en los oscuros y amenazantes nubarrones que asoman abruptamente en el horizonte.
Estamos ya a mediados de este peculiar año 2011, los acontecimientos transcurren dramáticos y vertiginosamente para nuestro mundo y también para esta pequeña gran maravilla que es nuestra Israel.
Hace muy poco tiempo ocurrieron muchas cosas, acontecimientos impensados tiempos atrás como esta novedosa “primavera árabe”, hechos enmarcados en un mundo amenazado por una agresiva ofensiva del fundamentalismo islámico.
Israel está ingresando así irremediablemente en una nueva etapa de sus primeros sesenta y tres años de historia y nuevas amenazas irrumpen sobre nosotros, enormes desafíos muy complejos y plagados de serios riesgos estratégicos pero también plenos de grandes oportunidades históricas.
Hezbollah, que desde el Líbano nos amenaza con sus miles y miles de misiles ha llamado a todos los vecinos de Israel con sus eternos refugiados y sus viejos rencores a invadir nuestras fronteras.
Desde Turquía y varios países de Europa partirán unos quince buques con unas 1500 provocadores profesionales con el objetivo de llegar a la franja de Gaza con “ayuda humanitaria” que calme esa gran mentira del hambre y de la tragedia humanitaria crónica.
En setiembre, los palestinos, secundados por decenas de supuestos países “progresistas”, irán a las Naciones Unidas para lograr que se reconozca unilateralmente, y contra natura, un estado sobre los límites del 67, del 48 o de las orillas del mar Mediterráneo con Jerusalem como capital incluido, y porque no, con Tel Aviv también.
Y como si esto no fuera suficiente, talentosos magos al estilo Mandrake, David Copperfield y Harry Houdini amenazan con sacar de la galera el arma perfecta: La Tercer Intifada. Con la estelar coparticipación de Egipto, Jordania y algún otro eterno enemigo de la región, algo suficientemente fuerte como para amedrentarnos definitivamente y que no tengamos más alternativa que ceder y rendirnos.
La preocupación no nos permite saber con anticipación qué puede suceder en nuestro futuro, pues los acontecimientos no suceden tal como los pensamos. Es imposible prever lo que puede acontecer en forma exacta y precisa. La preocupación no nos aporta soluciones sino solo temores, angustias y pérdida de energías. En lugar de preocuparnos es mucho mas preferible: ¡¡ocuparnos!!.
“Hay dos tipos de preocupaciones: las que usted puede hacer algo al respecto y las que no. No hay que perder tiempo con las segundas”. Duke Ellington
Por estos motivos no estoy preocupado por lo que va pasar en nuestro Israel a partir del 1 de septiembre cuando en las Naciones Unidas se vote la posible invención de un estado palestino.
No me preocupa que decidan llamar a los supuestos “refugiados” palestinos de Siria, Libano, Jordania y del mundo entero a invadirnos ni tampoco que algunos miles de fanáticos conejitos de indias se lancen sobre nuestras fronteras armados o desarmados pues Israel no abrirá fuego con sus ametralladoras pues encontrara con creatividad e inteligencias otras maneras no letales de proteger nuestras vitales fronteros del terror y del pillaje.
No necesitaremos tomar Valium ni otros tranquilizantes para calmar nuestras ansiedades pues nuestras fuerzas de defensa sabrán como defenderse de las invasiones de esas salvajes hordas de manifestantes, de misiles sofisticados, de fanáticos suicidas, de bombas humanas, de deslegitimación mediática, de amenazas atómicas y de las más variadas y siempre fallidas operaciones que se puedan imaginar.
Artículos Relacionados: