Después del torbellino, no viene la calma pero sí la reflexión.
Las elecciones del nuevo presidente de EU, nos dejan muchas lecciones a los mexicanos, una de ellas es el replanteamiento de nuestra identidad y orgullo nacional. Dejemos ya de estar poniendo nuestro destino en manos del ajeno, es tiempo de recapitular y hacernos dueños de nuestro porvenir, ser auto determinados, dejar de creer que el otro nos recatará.
Nuestra realidad es que Donald Trump subirá al poder de la presidencia de los Estados Unidos y quién sabe cuáles de las políticas que anunció en su campaña hacia México aplicará; sin embargo, esta incertidumbre debe de motivarnos a redescubrirnos y enorgullecernos de quienes somos, es momento de tomar conciencia de nuestra identidad. Como decía Octavio Paz en “El laberinto de la soledad”, al momento de descubrir quienes somos nos cuestionamos -“¿Qué somos y cómo realizaremos eso que somos?”.
Dejemos de depender del destino de otros para determinar nuestra suerte, tomemos conciencia de nuestra riqueza, y fomentemos lo hoy ha fracasado en los Estados Unidos; el respeto a la diversidad cultural, la comprensión hacia el otro, la amabilidad, empatía y el trato digno, así como la gratitud y el compromiso; valores fundamentales que nos distinguen de nuestro país vecino.
Es cierto que somos muy diferentes, el triunfo de Trump acentúa nuestra disparidad, agradezcamos nuestras diferencias, pues hoy los que han perdido son ellos, no nosotros…
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