¿Quién es el verdadero ganador en el pacto en Israel? Bibi no lo es

Por:
- - Visto 672 veces

Hay dos formas de leer el gran pacto de coalición que el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, cocinó con el líder de Kadima, Shaul Mofaz, el 8 de mayo. Una es que el astuto Netanyahu ha sido de nuevo más listo que sus rivales, se ha comprado un año más como gran amo de la política israelí, ha neutralizado al afanoso Mofaz y ha ganado un apoyo, casi de esquina a esquina, si ataca Irán. En esta lectura, Mofaz añadió los 28 miembros del parlamento, pertenecientes a su partido, Kadima, a los 27 miembros del partido gobernante, Likud, para salvarse de unas elecciones repentinas, el 4 de septiembre, que reducirían la fuerza de Kadima en casi dos tercios.

Esta es la lectura que prevalece entre los observadores independientes que no encontraron lugar alrededeor de la nueva fuente de alimentación de información. Sin embargo, ésta es una categoría bastante limitada —aunque principalmente limitada a aquellos pocos políticos que quedan en la oposición, más aquéllos que les gusta llevar la contraria, a periodistas y a aquéllos que son confirmados odiadores-de-Bibi. (¿Es esto redundante?)

La otra lectura dice que Bibi iba directo al peñazco y Mofaz le ofreció una cuerda que salva a ambos, a cambio de un gran giro hacia la izquierda. ¿Suena imposible? De hecho, es casi ineludible.


En primer lugar, considere las encuestas. Tres diferentes encuestas publicadas una semana antes de que se despedazara la unidad, mostraban a Netanyahu emergiendo de las elecciones de septiembre con el mayor bloque parlamentario hasta la fecha: un impresionante número de 31 asientos en una casa de 120, contra 18 para el partido laborista, ocupando el segundo lugar. Desafortunadamente, las encuestas también lo mostraban con una coalición inestable, de 61 asientos, cuando mucho.

Aún más alarmante fue la Convención del Likud, el 6 de mayo, donde Netanyahu se vió inesperadamente aventajado por una bien organizada derecha que apoya los asentamientos. Sus asociados dicen que temía que, si ganaba en septiembre, acabaría como “rehén” de los extremistas, a menos que encontrara nuevos aliados.

Asumiendo que llegara hasta septiembre. Primero tiene que esquivar dos minas políticas que le ha plantado la Suprema Corte. Para el 1º de julio debe desmantelar cinco edificios construidos ilegalmente en tierra árabe privada, en el asentamiento de Beit El. Sacar de ahí a 30 familias seguramente será violento. Si sigue adelante con esta acción, enfurecerá a su flanco pro-colonos, con lo que provocará una deserción en masa hacia la extrema derecha, en septiembre 4, haciendo aún más difícil la posibilidad de una coalisión. Si desafía a la corte, enfrentará problemas con los miembros moderados del Likud.

Luego viene la fecha límite de la corte, el 1º de agosto, para anular la Ley Tal; la cual garantiza permisos ilimitadas para no cumplir con el servicio militar, a los estudiantes de las escuelas ortodoxas (yeshivot) y su reemplazo con alguna forma de servicio universal. Esto significa ya sea un enfrentamiento explosivo con sus aliados Haredi/ultra-ortodoxos —que son distintos a los miembros de la comunidad Ortodoxa-moderna de colonos— o una crisis con su flanco secular, dirigido por el Ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Liberman.

Luego está la probable acusación formal contra Liberman, en las próximas semanas, por cargos de fraude y lavado de dinero levantados hace ya más una década. Esto haría tambalearse al partido de Liberman, Israel Beiteinu, que ocupa 15 asientos en el parlamento, y probablemente dejaría un gran hueco en la coalición de Netanyahu, con o sin la Suprema Corte.

El incluir a Kadima le permite a Bibi capotear todas estas crisis, al darle una coalición mucho muy amplia y a prueba de deserciones.
Desde luego, el arreglo de unidad salva el cuello a Mofaz tanto como el de Netanyahu. Esa es la parte de la que todos hablan ahora. La idea más compartido es que Mofaz está salvando su carrera y a su partido de forma cobarde, arrastrándose de regreso al Likud. Esta es una lectura razonable —si usted no sabe nada de Mofaz.

Recuerde: éste es un hombre que ha servido como ministro de defensa, jefe de personal de la Fuerza de Defensa de Israel (FDI), jefe del Comando Central (a cargo de Cisjordania) y miembro del “Sayeret Matkal” —la misma unidad de comando de primer orden que produjo a Bibi y a Ehud Barak. No se construye uno un currículum como ese siendo una persona que se deja ningunear por cualquiera. Aquéllos que han trabajado con él, lo llaman un hombre cauteloso, un estratega con mucha determinación y, raro en la política israelí, una persona que dispara de frente.
Tras leer el texto del acuerdo de coalición, es difícil no pensar que Mofaz sacó más del acuerdo que Netanyahu. Desde luego, no es deshonroso elegir la sobrevivencia en lugar de una extinción segura. Pero esto hace más. Le da a Mofaz 17 meses para fortalecer su imagen como una alternativa seria, mientras es el líder de la facción más amplia del parlamento. Netanyahu, en lugar de arrasar a sus rivales en septiembre y disfrutar de un nuevo periodo de cuatro años, se pasará el próximo año y medio compartiendo el poder con Mofaz.

En cuestión de políticas, ningúno de los socios se compromete con los puntos de vista del otro, pero Mofaz gana una voz que no tenía antes. Obtiene una asiento en el gabinete de seguridad interna; el cual toma la decisión final sobre atacar Irán. El gabinete ha rechazado un ataque antes, bajo la presión de los jefes de seguridad Meir Dagan, Yuval Diskin y Gabi Ashkenazi; pero Netanyahu y Barak han estado cansando a la resistencia y despidiendo a los críticos. Ahora, por lo menos, hay un voto más en contra de un ataque.

El acuerdo de coalición promete, sin detalles, buscar reanudar las pláticas con los palestinos, con el objetivo de lograr un acuerdo que asegure el futuro de Israel como un “estado judío democrático”. Mofaz ha insistido, desde el 2009, que Israel ofrezca a los palestinos un estado en forma inmediata, dentro de fronteras “provisionales”, y que después se inicien negociaciones entre estados, hacia el logro de un acuerdo final. Para mitigar las sospechas palestinas en cuanto a la permanencia de las fronteras temporales, Mofaz haría que Israel se comprometiera por escrito a que un acuerdo final sería equivalente al 100% de Cisjordania, con intercambios uno a uno. Ahora lo puede decir desde adentro.

En este momento, sin embargo, los ayudantes dicen que el gobierno tiene sólo dos propósitos: reemplazar la Ley Tal y reformar el bizantino sistema electoral de Israel, para poner fin a los chantajes por factores marginales. Estas dos situaciones han limitado, por años, el ejercicio del poder del gobierno. La oferta de Netanyahu a Mofaz ha abierto “una ventana de oportunidad para que un gobierno cívico amplio” pueda realizar “cambios históricos”, señaló Yohanan Plessner, secretario del partido Kadima, durante una llamada telefónica pública al Foro de Política Israelí, el 9 de mayo. Kadima está preparando ahora una nueva legislación para cumplir con la fecha límite de agosto 1º, establecida por la corte. “Si Netanyahu acepta una propuesta seria, podemos ir hacia adelante.” Si no lo hace, Kadima abandona el acuerdo.

Plessner es el único que se pregunta que motiva a Netanyahu. ¿Qué sacará al final de todo esto? ¿Por qué invita a un rival a sentarse a su lado y a trabajar en debilitar sus principios? ¿Está tan seguro de que puede sobrepasar a Mofaz? ¿O es acaso posible que ve girar las ruedas de la historia?

Considere esto: Netanyahu es frecuentemente llamado el político israelí “más americano”. Y en las palabras del mayor héroe de Netanyahu, Winston Churchill: “Siempre puede uno contar con que los americanos harán lo correcto —una vez que hayan intentado todo lo demás.”
Se ha dicho que Netanyahu nunca reconsideraría sus puntos de vista hasta que su padre muriera. Nadie esperaba que el cambio viniera el día que terminó la shiva, pero bueno, la vida está llena de sorpresas.

Deja tu Comentario

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, DiarioJudio.com se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de DiarioJudio.com, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.


El tamaño máximo de subida de archivos: 300 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Artículos Relacionados: